ECONOMíA › NUEVA BAJA DEL PETRóLEO. REPERCUSIONES FINANCIERAS Y CAMBIARIAS
El precio del barril bajó ayer a 50 dólares en Nueva York, estableciendo un nuevo piso y ampliando la preocupación sobre las consecuencias de una crisis que se prolonga. Las deudas de las empresas energéticas y la revaluación del dólar.
› Por Raúl Dellatorre
La economía mundial comenzó el año con nuevas señales de inestabilidad en el frente financiero. Como una muestra de que la crisis global de 2008 no quedó atrás, como postulaban los organismos internacionales y representantes de los países centrales a comienzos de 2014, el nuevo descenso del precio del petróleo al inicio de la primera semana completa del año volvió a conmover a los mercados de materias primas, de derivados financieros y cambiarios a la vez. El precio del barril cerró la jornada del lunes a 50,04 dólares para entrega en febrero en Nueva York, con una baja de 2,65 dólares con respecto al viernes y marcando el menor valor desde fines de 2009. El descenso en medio año ya supera el 50 por ciento. No es el único dato preocupante, porque la simétrica suba del dólar con respecto a otras monedas augura otros desequilibrios que se irradiarán a lo ancho del planeta. Al tiempo que se informaba sobre la nueva caída del crudo, se conocía que el dólar alcanzaba en la plaza neoyorquina su mayor valor en los últimos nueve años.
Hay una relación compleja entre la suba del dólar y la caída del petróleo. Los valores, de uno y otro, no se determinan por “las fuerzas libres del mercado”, sino por factores políticos y presiones de grupos económicos que hacen valer sus intereses en estas plazas. La pelea de Estados Unidos por no perder su hegemonía en el mundo ni dejar que su moneda sea desplazada por los acuerdos que China plantea con otros países para facilitar el comercio en yuanes (con Rusia, entre ellos), no es un factor ajeno ni menor, y conecta los movimientos actuales en ambos mercados.
Por otro lado, el impacto de esta crisis petrolera se refleja en los mercados bursátiles a través de la caída del valor de las acciones energéticas, que terminan arrastrando los índices de cada Bolsa. No es sólo una reacción especulativa, sino también en alguna medida preventiva. No son pocas las grandes petroleras mundiales que encararon ambiciosos proyectos de producción en base a millonarios préstamos bancarios o mediante emisión de bonos, que prometían altísimos rendimientos en función de los resultados esperados de esas inversiones. Pero a los precios actuales, esas proyecciones podrían quedar ridículamente descolocadas. Un estudio reciente de JP Morgan señalaba que si los precios del petróleo se mantuvieran en 65 dólares por barril durante tres años, el 40 por ciento de esos bonos se verían imposibilitados de cumplir con la renta prometida. Lo que hasta hace seis u ocho meses aparecía como un escenario irreal, hoy se presenta como hipótesis plausible.
En un panorama incierto, las hasta no hace mucho “seguras” compañías petroleras pasan a ser inversiones de riesgo, y un tercio de la deuda de las principales firmas energéticas del mundo ya empieza a ser ubicaba en “zona problemática”. Si el cuadro se complica –es decir, si alguno de estos incumplimientos se concreta–, bancos e instituciones financieras prestamistas “expuestas” entrarían también en zona de desconfianza. En medio de tanta incertidumbre, no es una sorpresa que aparezca algún fondo buitre, como Aurelius, tratando de sacar ventaja o promover descalabro atacando a una petrolera endeudada. Pero no a una de los países centrales, sino brasileña: Petrobras. Ellos saben por qué y, afortunadamente, en nuestros gobiernos también.
La actual situación de inestabilidad, se sospecha que en buena medida promovida por Estados Unidos en defensa de sus propios intereses, provocará reacciones y respuestas de las naciones afectadas, que a la vez que pueden generar otros desequilibrios. Con lo poco que se sabe, ya hubo una acción y hay previsiones sobre otra, que deben ser seguidas con atención:
n Según se informó desde Moscú, Rusia recuperó el 30 por ciento de sus activos energéticos que estaban en manos de entidades financieras occidentales, a partir de la desvalorización de los mismos como consecuencia de la fuerte devaluación del rublo. Algunos la califican como “un movimiento de ajedrez inesperado”, con el que no sólo recuperó activos sino que además con un resultado financiero a su favor de 20 mil millones de dólares en pocos días.
n Brasil arrancó el año haciendo cuentas sobre cómo afectará a sus cuentas externas del nuevo año (2014 cerró con balanza comercial desfavorable) la caída del precio internacional de los granos y un dólar fuerte. El Centro de Economía Aplicada de la Universidad de San Pablo ya anticipó que “una devaluación del real”, de no poca magnitud, deberá compensar ambos fenómenos.
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