ECONOMíA › OPINIóN
› Por Elizabeth Tinoco *
El panorama laboral de América latina en 2015 estará fuertemente influenciado por la desaceleración del crecimiento económico, lo cual podría reflejarse en mayor desempleo e informalidad. Este escenario surge después de una década de logros importantes en la región. Uno de los avances más destacables fue la reducción de la tasa de desempleo en las zonas urbanas. A comienzos de este siglo ese indicador estaba en 11 por ciento y bajó hasta un mínimo histórico de 6,1 por ciento a fines del año pasado. También se registraron un moderado descenso de la informalidad y mejoras salariales.
Pero esta tendencia positiva se ha detenido. Al finalizar 2014 habían dejado de crearse un millón de puestos de trabajo. No es que se haya despedido gente a la calle, sino que se ha moderado la velocidad de creación de nuevos puestos de trabajo para atender las demandas de la población activa. La única vez que se había dejado de generar empleo en la última década fue en 2009, el año de la crisis financiera internacional, y la región se recuperó rápidamente de este episodio. Ahora la situación es diferente porque los pronósticos de la economía indican que el crecimiento lento podría durar algunos años.
Por otra parte, la evidencia recopilada revela que, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, en 2014 creció más el empleo por cuenta propia que el empleo asalariado, lo cual indica que la informalidad puede volver a subir.
Después de años de dinamismo en el mercado de trabajo ahora predominan la incertidumbre y el temor de que se reviertan algunos logros alcanzados. No hay que olvidar que el empleo es clave para la reducción de la pobreza y la de-sigualdad.
Pese a esta baja en la generación de empleos, el desempleo se mantuvo bajo en 2014 porque también se redujo la participación en la fuerza laboral. Un importante número de personas dejó de trabajar, en su mayoría mujeres y jóvenes, a veces por motivos positivos, como ir a la escuela, pero en otros casos por desaliento y frustración.
Este año muchos de aquellos que salieron temporalmente del mercado de trabajo en 2014 intentarán volver pues necesitan esos ingresos para mantener a sus familias, sumándose a los jóvenes que recién entran a la vida laboral. La región necesitará crear casi 50 millones de plazas en los próximos 10 años solamente para compensar el crecimiento demográfico vegetativo.
En un mercado laboral afectado por la desaceleración también será difícil avanzar en el cierre de las brechas de empleo. Aunque las mujeres se han incorporado al trabajo, su tasa de participación es 30 por ciento inferior a la de los hombres y cuando buscan colocarse enfrentan una desocupación más alta. Los jóvenes también están en desventaja, ya que 40 por ciento de los desempleados tiene entre 15 y 24 años y tasas de desocupación de 2 a 4 veces mayores que los adultos.
Asimismo hay problemas de calidad del empleo que podrían agudizarse. Existen 130 millones de ocupados informales, habitualmente en malas condiciones laborales, desprotección, inestabilidad y falta de derechos.
Las estimaciones de crecimiento económico en 2015 son de apenas por encima del 2 por ciento para la región, lo que no resulta suficiente para evitar que el desempleo urbano aumente.
En estas condiciones la tasa de de-sempleo urbano subirá de 6,1 a 6,3 por ciento con crecientes dificultades para avanzar en la formalización de la informalidad. En un contexto de desaceleración económica prolongada, será urgente que América latina se enfoque en el objetivo de producir más empleos y de mejor calidad. Esta situación coloca a los países frente al desafío de repensar las estrategias para impulsar el crecimiento económico y la transformación productiva. Esta es una tarea de grandes dimensiones.
* Directora regional de OIT para América latina y el Caribe.
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