ECONOMíA › OPINION
› Por Alfredo Zaiat
La semana comienza con el inesperado anuncio de la ampliación de la emisión de los títulos públicos Bonar 24. Al otro día se realiza la licitación con una sorprendente convocatoria de 3,8 veces la oferta inicial. Ese mismo día se adjudican bonos por 1416 millones de dólares. A las 48 horas esos fondos abultan las reservas hasta subirlas a 32.675 millones de dólares, el monto más alto desde el 12 de noviembre pasado. Esta fulminante operación liderada por el equipo económico abierta el lunes pasado desesperó a los fondos buitres que litigan contra la Argentina. También, a sus socios locales. Quienes se consideran jugadores sofisticados del mercado global perdieron un partido importante contra un grupo de jóvenes que no proviene del mundo financiero. Fracasaron en el objetivo de bloquear las puertas de financiamiento voluntario para la Argentina. Nueve de cada diez dólares de la emisión fueron aportados por inversores del exterior. Quedaron tan calentitos que ni el juez amigo, Thomas Griesa, convocando a una audiencia extraordinaria el día posterior de la colocación de esos bonos, pudo frenar la operación ni castigar al país por una decisión soberana en materia financiera de emitir deuda interna. Sólo les quedó la carta gastada de la crítica a través de sus voceros locales respecto al nivel de la tasa de interés.
El fracaso de los fondos buitres y su frustración lo manifestaron de diferentes formas en los últimos días. En la prensa amiga, en el tribunal de Griesa, en su página de Internet “fact check: Argentina”, y en desbordes emocionales, como el que describió en 140 caracteres el periodista Carlos Burgueño: “Me llama abogado de fondo buitre y, en inglés, me reta y putea a mí por la emisión de deuda. Dice: ‘Vas a ver los que les pasa’ y cuelga”. Fue uno de los tuits más divertidos de la semana.
Pese a la intensa política de extorsión desplegada por los fondos buitre con su aceitado lobby, Argentina no sólo está resistiendo las condiciones financieras abusivas del fallo de tribunales estadounidenses, sino que ha conseguido dólares en el mercado voluntario de crédito. Es lo que ha desesperado a los fondos buitres, que en cada uno de los últimos años han incrementado su presupuesto de lobby, sin el resultado esperado. Si evalúan el saldo de esa inversión, deberían replantear el destino de esos recursos. Algún analista financiero puede ayudarlos a calcular cuál es la tasa interna de retorno de esos dólares, cuyo objetivo es seguir difundiendo barbaridades del gobierno argentino, si no van a cobrar, por lo menos, durante este año.
Una de esas maniobras fallida fue con la colaboración de la agencia Moody’s que el mismo día del anuncio de la colocación del Bonar 24, redujo la calificación de la deuda en dólares emitida bajo legislación local a la categoría Caa2 (riesgo muy alto). Con esa nota, la misma que tienen los títulos argentinos bajo legislación extranjera, buscó sacar del mercado a inversores institucionales extranjeros que están restringidos por normas internas a invertir en bonos de menos riesgo. Para sumar una mancha más al desprestigio de esas firmas, Moody’s explicó que la nueva evaluación de la deuda argentina refleja el “incremento” del riesgo de cese de pago de la deuda reestructurada en moneda extranjera emitida bajo legislación local. Es un análisis absurdo: un país consigue dólares con un bono al 2024, fondos que facilita la cancelación de los próximos vencimientos de deuda, es un riesgo porque puede declarar su insolvencia, según Moody’s. Semejante despropósito no tuvo éxito en desalentar a inversores.
Los Bonar 24 son deuda interna y se pagan en dólares en la plaza local. Aunque está en el espíritu de cada una de sus intervenciones, Griesa no puede impedir movimientos financieros vinculados a deuda interna realizados en Buenos Aires. Puede amenazar, como lo hace en alianza con los buitres, pero no embargar la emisión y pago de deuda interna. Lo único que le quedó hacer en la última audiencia fue pedir información sobre la operación de esos bonos en dólares. Argentina deberá evaluar si corresponde proporcionarla teniendo en cuenta que se trata de una decisión soberana en materia financiera sobre la cual Griesa no tiene jurisdicción. La ampliación de la emisión del Bonar 24 fue la primera gran operación de deuda voluntaria con participación de inversores del exterior desde el 2007, cuando Venezuela fue uno de los principales compradores de Boden 2015. Habría que remontarse a un par de años previos al default de 2001 para encontrar una licitación abierta, con tramos competitivos y no competitivos, con inversores institucionales del exterior interviniendo en una operación de ese tipo. En diciembre pasado hubo una colocación fallida por la escasa convocatoria y fue absorbida por inversores locales. Y los bonos a Repsol fueron entregados para compensar a la firma española por la expropiación del 51 por ciento de las acciones de la petrolera nacional YPF. Otras emisiones de envergadura fueron por los canjes 2005 y 2010. Ninguna de esas colocaciones reunió las características de la última, que además fue sin prórroga de jurisdicción por ser de legislación argentina, e igualmente hubo una mayoritaria participación de inversores extranjeros.
A principios de año, los buitres aliados con Griesa habían impedido a los bancos Deutsche y JP Morgan continuar como agentes colocadores en una eventual emisión de deuda, que no había sido anunciada oficialmente. El juez amenazó a las entidades con sanciones si facilitaban que Argentina pudiera conseguir dólares en el mercado internacional. Los bancos desistieron y los buitres festejaron. Habían logrado bloquear la posibilidad de que el país consiguiera financiamiento y aumentara el stock de reservas del Banco Central, preparando de ese modo las condiciones para sensibilizar el mercado cambiario en un año de elecciones claves. No esperaban el contraataque del equipo económico. La emisión de deuda bajo legislación argentina fue en el mercado local abierta a fondos del exterior, sin bancos cobrando comisiones para invitar inversores y distribuir los bonos. No hubo anuncio previo para neutralizar las amenazas buitres y la respuesta de inversores extranjeros fue muy importante. Los fondos buitre han encontrado otro enemigo. En su página de Internet Fact check comenzaron una campaña de desprestigio al Deutsche Bank. Están calentitos con la entidad financiera alemana porque dicen que ayudó en secreto a la Argentina en facilitar la colocación del Bonar 24.
En este contexto conflictivo se debe empezar a analizar el costo del financiamiento, elevado en comparación a emisiones de deuda de otros países. El escenario de extorsión buitre, el factor de inestabilidad cambiaria y el componente político electoral son variables que, analistas financieros que dicen que saben, no han incluido en la evaluación sobre el nivel de la tasa de interés implícita en la ampliación de la emisión de Bonar 24 (8,956 por ciento anual), con un cupón de renta anual de 8,75 por ciento.
La recaudación de 1416 millones de dólares con el Bonar 24 atiende a tres frentes: el político, el económico-financiero y el internacional. Esa deuda refuerza la estabilidad financiera, variable fundamental en el actual período político electoral al facilitar un proceso de transición ordenado, lo que no querían los fondos buitre y sus aliados locales. Al mismo tiempo, los dólares que se sumaron a las reservas del Banco Central desalientan a los promotores de corridas cambiarias. No significa que no lo intenten en los próximos meses pero la capacidad de respuesta de la entidad monetaria será más robusta. Además, en el plano internacional, logró romper con el bloqueo buitre, abriendo una grieta en el muro de acceso al mercado de capitales sin condicionamientos de organismos multilaterales ni de bancos internacionales.
Por esa fisura ingresó rápido YPF juntando 1500 millones de dólares el día después de la colocación del Bonar 24, y están preparadas para salir al mercado varias provincias, entre ellas, la de Buenos Aires que tuvo que postergar una operación de deuda a fin del año pasado.
El equipo económico evalúa que la emisión de deuda tuvo como principal objetivo intervenir en la formación de expectativas porque dicen que ya tenían los dólares para pagar la deuda de este año. El ministro de Economía, Axel Kicillof, afirmó que se ha derribado “el mito de que Argentina tenía cerrado el acceso a los mercados de crédito”. Más importante es que se derribó el mito de que había que acordar con los buitres, sin importar el costo, para conseguir dólares financieros. Este es el principal motivo para entender porque están tan calentitos.
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