Vie 08.05.2015

ECONOMíA  › MARCO DEL PONT RECHAZO ABRIR LA PUERTA A LA ESPECULACION FINANCIERA

Contra la lógica de la deuda

La ex presidenta del Banco Central valoró el proceso de desendeudamiento de los últimos años y advirtió por las ofertas electorales que quieren arreglar rápido con los fondos buitre para terminar con esa política.

“Los que piden raudamente arreglar la sentencia con el juez Griesa, para que eso baje el riesgo país y nos habilite a salir a tomar deuda, sostienen la lógica de la financiarización (que provocó la crisis de 2002).” Así lo expuso ayer la ex titular del Banco Central Mercedes Marcó del Pont, en el 10º Congreso de Economía organizado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires. La ex funcionaria y actual directora de la Fundación de Investigaciones Económicas (FIDE) destacó el proceso de desendeudamiento que, “por primera vez en 32 años, deja al próximo gobierno sin esa pesada mochila”. En ese sentido, alertó sobre quienes “buscan atajos con buenos modales, con cara de confiables, para eliminar la restricción que hoy tiene el capital especulativo de corto plazo, tomar deuda y convocar a la inversión externa, sin importar su orientación”. “Tenemos que tener conciencia de que esa lógica no tiene que volver a instalarse a partir de las políticas públicas”, agregó.

Marcó del Pont se refirió a la restricción externa, uno de los problemas de la Argentina producto de su estructura productiva desequilibrada. En este caso, la ex funcionaria consideró necesario afrontar esa situación manteniendo la prohibición de ingreso de capitales de corto plazo y minimizando “todo lo posible la exposición a la especulación financiera”. “La brecha fiscal no es el problema, la inflación tampoco. Lo que está condicionando a la economía argentina hoy es la restricción externa”, afirmó. Según sostuvo durante su participación en uno de los paneles del congreso, “la Argentina está enfrentando estas dificultades con condiciones objetivas totalmente distintas a las de otras etapas y con enorme capacidad para administrarlas y resolverlas sin generar crisis”.

Según explicó, el país cuenta con condiciones de solvencia “que no tuvo en el pasado”, para enfrentar esas dificultades del sector externo, lo cual vinculó con el desendeudamiento. “Advierto intenciones de cuestionar ese proceso y plantear que es un relato, pero el desendeudamiento en moneda extranjera supone que por primera vez en 32 años de democracia un gobierno le deja a otro un país sin la mochila ni el campo minado de la deuda externa”, detalló. “Falta mucho del cambio estructural, pero la Argentina recuperó el mercado interno, un entramado productivo e industrial y capacidad para invertir fuertemente en sectores estratégicos, cuyos resultados van a ir madurando en el tiempo vinculados con la infraestructura y la energía”, explicó.

Entre los cambios estructurales, remarcó la necesidad de desdolarizar la economía y mantener bajos los ratios de endeudamiento. “En 2002 debíamos el 155 por ciento de nuestra riqueza (PIB) y hoy la deuda en moneda extranjera, pública y privada, es de 30 por ciento. Por su parte, la deuda con el sector privado, que es la que condiciona realmente y cuya refinanciación llevó históricamente a conceder en decisiones de política económica, era de 110 del PIB y hoy bajó a 26. El desendeudamiento supone un espacio enorme de soberanía que encuentra la Argentina para instalar el desarrollo”, ejemplificó.

En línea con esta defensa al desendeudamiento, apuntó a los candidatos del establishment que proponen un ajuste para evitar desequilibrios propios de los procesos de desarrollo. “Los sectores conservadores hablan mucho del desarrollo y de eliminar restricciones, pero yo advierto que se está vaciando de contenido el concepto y la problemática del desarrollo. Plantear el desarrollo desde sectores de la ortodoxia y el neoliberalismo supone una enorme inconsistencia”, consideró quien también estuvo al frente del Banco Nación. “Hoy se escuchan advertencias acerca de que el problema es el desequilibrio fiscal e inevitablemente surgen recomendaciones de ajuste, de disciplinamiento del salario, de reducción de la inversión pública y un Estado pequeño, que se encargue de la oferta de bienes públicos, que garantice salud y educación. Esas propuestas sugieren que el Estado no se meta en el barro del problema de desarrollo cuando la historia del desarrollo ha sido liderada fundamentalmente por los Estados nacionales.”

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