Sáb 27.06.2015

ECONOMíA  › PANORAMA ECONOMICO

Mercado interno

› Por David Cufré

Las ventas de alimentos y bebidas al mercado interno crecieron 2,0 por ciento en los primeros cinco meses del año respecto de igual período de 2014. El dato es oficial y está expresado en unidades despachadas, lo cual permite testear el comportamiento de la demanda despejando el factor precios. En mayo, el sector había registrado un alza del 1,7 por ciento interanual. En electrodomésticos, la recuperación del consumo entre enero y mayo fue superior: 4 por ciento contra el año anterior y 7,9 en mayo. En muebles para el hogar y oficinas hubo aumentos de 3,5 y 4,4 por ciento, respectivamente; en textiles, 3,3 y 1,2 por ciento; en calzados, 2,5 y 1,1 por ciento, y en materiales para la construcción, 1,3 y 1,1 por ciento. En todos los casos, los registros que maneja el equipo económico están expresados en cantidades vendidas. Es decir, en capacidad de compra efectivamente realizada. La expectativa de los funcionarios y de los empresarios de esos y otros rubros es que el cierre de las paritarias de la mayoría de los gremios, más la inyección de ingresos aportados por el Estado con las nuevas jubilaciones por moratoria –cerca de 600 mil que el año pasado no existían– y la suba de asignaciones, tonifiquen aún más las compras en lo que resta del año.

Esta evolución positiva del consumo se aprecia en otros indicadores, como las ventas de supermercados, que aumentaron 7,5 por ciento en mayo a precios constantes; shoppings, con una suba del 9,4 por ciento el mismo mes también a precios constantes; la utilización de servicios públicos, con un alza del 2,6 por ciento entre enero y abril, y el relevamiento de ventas minoristas de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), con una mejora del 2,0 por ciento de enero a mayo de 2015 contra igual lapso de 2014. También crecieron las ventas de pasajes aéreos y las de autos usados, e incluso en junio terminaría una larga serie de caídas de los patentamientos de vehículos 0 kilómetro. Con datos hasta el 24 de junio, las ventas de autos llegaban a 41.556 unidades, 4,7 por ciento más que a igual fecha del año pasado y 14,9 por ciento por encima de mayo último.

Frente a un contexto internacional complicado, en especial por la recesión de Brasil, el principal comprador de manufacturas argentinas, el mercado interno actúa como refugio para la mayoría de los rubros industriales que hacen un uso intensivo de mano de obra. Es un comportamiento inducido por la política económica desde 2003 para recuperar producción y empleo, que en las actuales circunstancias internacionales toma mayor relieve. Datos oficiales reflejan la importancia de sectores fabriles considerados inviables en los ’90:

- Textiles: la producción de indumentaria en 2014 dio empleo a 46.824 personas, mientras que la textil (hilados y tejidos) generó 68.813 puestos de trabajo. En total fueron 115.637 operarios registrados ante la seguridad social.

- Calzados y marroquinería: el promedio de ocupación en 2014 fue de 42.401 personas de manera formal.

- Línea blanca: la fabricación de heladeras, freezers, cocinas y lavarropas empleó a 17.134 trabajadores. En 2001 eran 9571.

- Maquinaria agrícola: las industrias de tractores, sembradoras e implementos contrataron a 11.745 operarios, contra 6059 de 2001.

- Juguetes: el sector pasó de 682 trabajadores en 2001 a 1425 el año pasado.

Sólo esos cinco rubros fabriles fueron responsables de 188.342 puestos de trabajo directos el año pasado. Como se verá a continuación, una característica que los agrupa es que su producción depende casi exclusivamente del consumo doméstico:

- Textiles: las exportaciones de indumentaria representaron apenas el 4,6 por ciento del valor bruto de producción en 2014, mientras que el promedio del sector, sumando textiles e indumentaria, llegó a 10,6 por ciento.

- Calzados: la producción totalizó 120 millones de pares en 2014, de los cuales se exportaron nada más que 1,4 millón, el 1,2 por ciento. La fabricación local abasteció el 87,2 por ciento del mercado interno.

- Línea blanca: las ventas al exterior el año pasado fueron equivalentes al 2,8 por ciento de la producción de lavarropas, el 1,1 de heladeras y el 0,0 de cocinas. La participación de mercado de la industria nacional fue de 92,5 por ciento en lavarropas, 96,7 en heladeras y 98,9 en cocinas.

- Maquinaria agrícola: el sector exportó el 5,5 por ciento de su producción en 2014, en tanto que abasteció al 71,8 por ciento del mercado interno.

- Cemento: la producción local cubrió el ciento por ciento de la demanda local y sólo exportó el 1,4 por ciento del total.

- Cerámicos, pisos y revestimientos: las exportaciones significaron el 11,3 por ciento de la producción, a la vez que ésta atendió el 84,1 por ciento de la demanda interna.

- Televisores y aires acondicionados: en el primer caso la producción local cubrió el 94,3 por ciento del consumo doméstico y exportó el 0,01 por ciento, mientras que en aires acondicionados la relación fue 88,9 y 0,4 por ciento, respectivamente.

La exposición inicial de los datos de consumo masivo, con un repunte que va tomando densidad, y la vinculación de importantes rubros fabriles con esa variable, son elementos a considerar cuando se ingresa en otro de los debates calientes de estos días: si existe o no atraso cambiario y, en consecuencia, si es conveniente o no producir un salto devaluatorio. Esta semana la especulación financiera llevó el dólar ilegal a su nivel más alto desde principios de año, aunque el cierre de ayer fue algo más bajo, a 13,28 pesos. Esos movimientos buscan instalar la percepción de que el tipo de cambio oficial va quedando rezagado frente a un supuesto valor de convergencia del mercado marginal, cuando en realidad las subas y bajas de la insignificante plaza paralela responden a la lógica de la economía en negro y a diversos condimentos políticos, como la definición de la fórmula oficialista para la presidencia, alejada de las expectativas del círculo rojo. La disparada del blue se dio en coincidencia con señales concretas de estabilización cambiaria, como un aumento de las reservas del Banco Central, un incremento del 30 por ciento en la disponibilidad de divisas para importaciones industriales y la ratificación del pago del Boden 2015 en octubre. En el mundo paralelo de los cueveros, la intensificación de controles del Banco Central, Economía y otros organismos de fiscalización fue más influyente que todas las demostraciones de fortaleza de los últimos días.

Economistas ortodoxos siguen diciendo, de todos modos, que el próximo gobierno deberá “sincerar el tipo de cambio” con una devaluación y practicar un severo ajuste fiscal y monetario. La primera víctima de esas decisiones sería el consumo interno, por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Detrás de ello vendría la producción nacional asociada a ese consumo. Eso se vio el año pasado cuando los agentes dominantes del mercado financiero lograron forzar una depreciación de la moneda. Las consecuencias de ese tipo de recomendaciones también pueden observarse en la actualidad en el espejo de Brasil, cuya producción industrial registró caídas en todos los rubros en el primer trimestre del año, hasta un 5,9 por ciento en promedio, luego de devaluar el real un 38 por ciento de manera interanual. Y las exportaciones del país vecino, lejos de crecer por la supuesta mayor competitividad cambiaria, anotaron una caída de 22,3 por ciento entre enero y mayo respecto de igual período de 2014, y una baja del 30,5 el mes pasado.

La producción agropecuaria y la de sectores industriales concentrados, con mayor integración al mercado internacional, serían los ganadores de una devaluación, junto con los operadores financieros que apuestan a ello. El entramado productivo que se fue reconstruyendo con paciencia, al que aún le queda un largo camino por transitar, aparece como la variable de ajuste de los devaluadores. Y con ello, miles de puestos de trabajo. El círculo vicioso de caída del poder adquisitivo de los trabajadores mediante una devaluación, declive de la producción mano de obra intensiva y destrucción de empleos no puede ser nunca una opción para los sectores populares.

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