Sáb 19.09.2015

ECONOMíA  › PANORAMA ECONOMICO

Plan bomba

› Por David Cufré

Chile, Brasil, Colombia y Perú son los países que la ortodoxia económica puso como ejemplos a imitar a lo largo del kirchnerismo. El manejo de sus economías con criterios de mercado los posicionaba como plazas atractivas para los capitales internacionales, decían. Eso les daba acceso a importantes volúmenes de financiamiento por distintas vías: inversión extranjera directa (empresas que se radicaban para producir), venta de activos financieros a través de la Bolsa y los bancos y emisión de deuda a bajas tasas de interés. A eso llamaban estar integrados al mundo, mientras que la Argentina, por el contrario, quedaba afuera de ese combustible supuestamente imprescindible para garantizar el crecimiento. La idea de vivir con lo nuestro era denostada por considerarla retrógrada e inviable. “No entienden cómo funciona el mundo”, explicaban. La condición para participar de la fiesta de la liquidez global era seguir al pie de la letra el recetario neoliberal. Es decir, esquemas fundados en la valorización financiera, la reprimarización productiva y el derrame de ganancias desde las cúpulas empresarias al resto de la sociedad.

El concepto de base de esos modelos es que hay que congraciarse con los mercados para sobrevivir. Esta semana hubo una muestra casi dramática de lo que implica el desarrollo de esa lógica por parte del presidente del Banco Central de Brasil, Alexandre Tombini: afirmó que es imprescindible implementar reformas económicas estructurales “de manera urgente” luego de que la calificadora de riesgo Standard & Poor’s (S&P) bajara la nota del país la semana pasada. Tombini declaró que “la situación se ha puesto más desafiante por la retirada del ‘grado de inversión’ a los títulos soberanos”, y eso “refuerza la necesidad de proseguir con más determinación y perseverancia en el proceso de ajustes”. Sus palabras tuvieron como destinatarios a los legisladores de Brasil, para convencerlos de que aprueben sin dilaciones el último plan de ajuste propuesto por el Gobierno, que comprende la suba de impuestos y el recorte de gastos sociales. Tombini sostuvo que esas medidas permitirán “fortalecer los fundamentos macroeconómicos” y llevarán a la economía otra vez al crecimiento en el corto plazo.

La pérdida de soberanía económica es una de las primeras consecuencias cuando se gobierna para los mercados. Una vez que se toma ese camino, como se recordará por la experiencia nacional, las exigencias van siendo cada vez mayores. El arco se corre, y entre tanto van cayendo derechos sociales. Se genera una dinámica donde los organismos internacionales, las calificadoras de riesgo, los analistas de los bancos y los “gurúes” de las finanzas van marcando a los gobiernos lo que tienen que hacer, y por más esfuerzos que éstos demuestren, su respuesta siempre les parecerá incompleta o insuficiente. Brasil atraviesa esa etapa.

Chile, Colombia y Perú aún tienen más crédito de esos evaluadores por sus tratados de libre comercio con Estados Unidos y Europa. Sin embargo, las recomendaciones son del mismo tipo. Los tres países, y mucho más Brasil, iniciaron el año con pronósticos de desempeño económico –desde la ortodoxia– mucho más optimistas de lo que se ha verificado en los hechos.

n Brasil. El FMI estimó que la economía crecería 0,3 por ciento este año. El gobierno ya reconoce una baja del 1,9 y las perspectivas del mercado ahora son de una caída del 2,6. El desempleo arrancó 2015 en 5,3 por ciento y escaló en agosto a 7,5, su nivel más alto en más de cinco años. En noviembre de 2009 también había marcado 7,5. En el medio se está produciendo una devaluación brusca, del 46 por ciento desde enero y contando. La inflación, pese a la recesión, duplicó la meta del Banco Central y tocó 9,53 por ciento en agosto último, su pico más alto en doce años. Inflación y recesión, lo que vaticinaban para Argentina, se está dando en Brasil.

n Chile. La desaceleración económica lleva cinco trimestres consecutivos. El presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, indicó que la expansión sería del 2 por ciento en 2015, la mitad del cálculo de comienzos de año. Lo dijo el 1 de septiembre en el Senado, durante una audiencia en la que admitió su descontento: “El repunte que esperábamos de la actividad y la demanda se ha vuelto a retrasar. Las tasas de crecimiento que prevemos para la economía en 2015 y 2016 son menores que el promedio del último quinquenio”. “Es un informe realista, ni optimista ni pesimista”, agregó. La desocupación subió a 6,6 por ciento a finales de agosto, 0,5 décimas más que en enero, y las proyecciones del mercado son que en diciembre llegará a 6,8. “Con todo, las mayores cifras de desempleo siguen siendo contenidas por la alta creación de empleo del sector público”, señaló un informe del banco Santander Chile. Esa política es denostada en la Argentina por el aumento que supone del gasto público. La inflación, a su vez, se estiraría a 4,9 por ciento en el año, más de un punto y medio por arriba de la meta original. El problema en países como Chile es que los incrementos de precios no tienen una correlación de paritarias aceitadas que equiparen la pérdida salarial.

n Colombia. El gobierno había previsto un crecimiento del 4,6 por ciento para el año. Ahora ya está en el 2,8. La desocupación, pese a ello, retrocedió a 9 por ciento a fines de julio, desde al 9,9 de un año atrás. Aun así, La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) alertó en un informe reciente que “la inequidad e informalidad, y la pobreza en personas de la tercera edad, permanecen entre las más altas de América latina”. La inflación se ubicó en 4,0 por ciento de enero a agosto, contra 3,7 de todo 2014 y 1,9 de 2013. La actualización salarial también se realiza según parámetros de mercado.

n Perú. En septiembre se produjo el cuarto descenso consecutivo de la proyección de crecimiento para 2015, hasta 2,8 por ciento, desde el 4,0 por ciento de principios de año. En 2014 la expansión había sido de 2,35 por ciento, su peor performance desde 2009. “La producción se ha desacelerado en medio de una caída de las inversiones y una menor demanda de metales de grandes consumidores como China”, describió la agencia Reuters hace dos semanas. La inflación, que debía ubicarse entre 1 y 3 por ciento en el año, terminaría en 3,5 según los últimos sondeos.

El contexto de declive económico, como se advierte, es generalizado en la región. El motivo central en la mayoría de los casos es la caída de los precios internacionales de las materias primas, que constituyen la base de las exportaciones. Argentina, sin embargo, ha logrado recuperarse en 2015, a contramano de los pronósticos de la city porteña, que alertaban sobre las duras consecuencias de no acordar en enero con los fondos buitre, tras el vencimiento de la cláusula Rufo. El crecimiento económico es mayor que en 2014, la inflación se desaceleró según todas las mediciones, incluidas las privadas y las del Gobierno de la Ciudad, y la desocupación bajó a 6,6 por ciento. La cobertura social y el salario mínimo, en tanto, son los mayores de la región. El plan bomba, al parecer, estaba en otro lado.

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