ECONOMíA › SITUACIóN DE LAS PYMES, TRAS LA DEVALUACIóN Y EL TARIFAZO
› Por Raúl Dellatorre
Los rubros de calzado y marroquinería, textiles en sus diferentes eslabones, alimentación y varios más en los que el suministro eléctrico es un insumo fundamental, sufrieron con el aumento de febrero un impacto en sus costos del que todavía, muchos, no logran recuperarse. Este mes le tocará a los establecimientos fuertemente consumidores de gas en sus plantas, como la industria metalmecánica, cuyos hornos funcionan con ese fluido como fuente de energía principal. Las pequeñas y medianas industrias, con un panorama de fuerte baja en sus niveles de venta por retracción en la demanda, ven en estas bruscas variaciones de costos una seria amenaza a su estabilidad.
“Es un agravamiento de la situación que se vive día a día, cuando se cae otro cliente, cuando empieza a aparecer otra vez el problema de los cheques rechazados; y en este escenario, no sé cuántas pueden ser las pymes que van a resistir un aumento del 200 o 300 por ciento en el costo de la energía”, opinó Raúl Hutin, dirigente de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN) y titular de una fábrica de telas especiales para el mercado interno y la exportación.
“Hoy entrás a una reunión de empresarios, de esas que se convocan para evaluar la situación, y ya al cruzar la puerta alguien te pregunta: el 30, ¿no? Es el número que parece ser el denominador común: una caída de 30 por ciento de la actividad respecto del año pasado”, describe Hutin. “Desde la devaluación de diciembre no paramos de retroceder; si trabajás con un insumo importado, o local pero con valores dolarizados, con un dólar que pasó de 9 a 15 pesos, sin stock, te descapitalizaste en esa misma proporción. ¿Y cómo cubrís esa diferencia? Resignando parte de tu rentabilidad, aplicando los ahorros propios o a través del crédito comercial, de tus proveedores, o bancario. Son contadas las pymes que puedan contar con márgenes de rentabilidad o ahorros suficientes para cubrir ese bache de capital operativo. El crédito comercial no existe, salvo por un plazo de 30 o 60 días, y el bancario sólo lo podés obtener por descuento de cheques, a un costo del 45 por ciento anual. Con este cuello de botella en el capital operativo y este mazazo del aumento de las tarifas, la única estrategia que te queda por seguir es la de subsistencia: cuánto te vas a tener que achicar para sobrevivir”, cuenta, cruda y dramáticamente, Hutin.
Su fábrica exportaba telas a Brasil para tapizados de la industria automotriz, y en el país asegura que trabaja con más de 80 sectores diferentes. “Conozco lo que pasa con cada uno porque trabajo con todos, y sé que los que viven del mercado interno la están pasando muy mal. Y con la exportación tampoco tenemos una salida, porque nuestro mercado es Brasil. No podemos estar competitivos con un país que está en recesión. Y cuando vas a entrevistarte con las autoridades del gobierno, de Producción, Industria o subsecretaría Pyme, te reciben como si fueras un amigo de toda la vida, te prometen que se van a ocupar y después no te atienden nunca más. Con estos aumentos de tarifas, en una situación como la que tenemos, van a provocar un tendal entre las pymes. No hay quien pueda esperar un año que llegue la reactivación que dicen. Esto mismo ya lo vivimos antes”, remató el experimentado industrial.
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