ECONOMíA › OPINION
› Por Martín Granovsky
Por iniciativa de Mauricio Macri, la Argentina se convirtió en país observador de la Alianza del Pacífico que integran Chile, Perú, Colombia y México. No tiene la exclusividad: 49 países se sumaron antes, incluyendo a dos del Mercosur, Uruguay y Paraguay. La novedad de la movida es que Macri tomó la decisión sin los otros dos países grandes del Mercosur, Brasil y Venezuela, con lo cual agregó debilidad a un bloque ya debilitado por la crisis de Venezuela y el proceso golpista en Brasil. Y lo hizo rápido, dentro del primer año de su gobierno, como ocurrió con otras posturas internacionales. Por ejemplo, el pedido de disculpas del ministro de Hacienda Alfonso de Prat Gay a los empresarios españoles, el arreglo con los buitres o, como informó este diario, la designación de 26 ex directivos de la banca internacional en puestos públicos importantes.
La Alianza del Pacífico despierta pasiones curiosas. Los fanáticos de acercarse a ella creen que la AP tiene propiedades sanadoras. Si un país la toca dejará de ser populista. Los detractores de cualquier aproximación piensan lo mismo pero al revés. El país que la toque se hará liberal.
Las pasiones surgen de tres mitos.
El primer mito dice que no hay otro mecanismo de integración disponible para la Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay y Paraguay, los cinco miembros plenos del Mercosur. Error: a nivel sudamericano existe la Unasur, la Unión Suramericana de Naciones. A nivel latinoamericano, la CELAC, la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe.
El segundo mito sostiene que la AP y el Mercosur son inconciliables. Error: acaban de mantener un encuentro técnico en mayo último, los cancilleres de los nueve países se reunieron ya en 2014 y la Comisión Económica para América Latina, la CEPAL, redactó un documento con diferencias y complementariedades.
El tercer mito dice que la AP es el ALCA, el Area de Libre Comercio de las Américas que quiso construir Washington y no pudo porque impidieron su consumación en 2005 los países del Mercosur más Venezuela, que todavía no era miembro del bloque. El mito dice que, como no pudo conseguir un éxito regional, los Estados Unidos se dedicaron a firmar acuerdos de libre comercio pedacito por pedacito. Error: los cuatro países que en 2011 formaron la AP ya habían firmado con los Estados Unidos acuerdos de libre comercio, de régimen de propiedad intelectual favorable a las industrias clásicas y a las industrias de servicios norteamericanas y de aceptación de un régimen amigable de solución de controversias. Otro error más: el gran objetivo del ALCA era la formación de un bloque continental que incluyera a Sudamérica y sobre todo a Brasil, un gigante de escala mundial. No hay ALCA sin Brasil. Por motivos políticos, por razones geopolíticas y por dimensiones. E incluso si Brasil se dejara envolver por la ideología librecambista de su actual canciller, José Serra, el gobierno debería avisar a sus empresas de obras públicas y a sus industrias que vayan pensando en bajar la persiana.
Es que destruir el Mercosur es tan difícil como construirlo. La mitad de las exportaciones industriales de la Argentina van a Brasil. Hasta el propio Macri dijo ayer en Chile que para cualquier convergencia con la Alianza del Pacífico primero hay que “dinamizar” el Mercosur. En cuanto a la canciller Susana Malcorra, sus críticas a la Unasur, por ejemplo, son por lo que falta y no por lo que sobra. El martes último en el Consejo Argentina para las Relaciones Internacionales pidió “una Unasur menos dialéctica” y reclamó fortalecerla con mayor “integración real”, lo mismo que utilizarla como herramienta de negociación en la crisis venezolana.
En Chile Macri pidió acelerar la integración energética regional, algo que también preocupa a Unasur. Si los países de Unasur quisieran avanzar en integración física y energética deberían reforzar el ya existente Consejo Sudamericano de Infraestructura y Planeamiento o recurrir a los trabajos de la ex subsecretaria de Planificación Territorial de la Argentina, Graciela Oporto.
Sobre Mercosur, en lo que pareció una respuesta a Serra, Malcorra dijo que lo peor que podría ocurrir sería una fractura.
Macri se apuró al jugar solo. Innecesariamente.
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