La difusión del listado de empresas a las cuales se les iba a interrumpir el suministro eléctrico casi hace saltar los tapones en el Gobierno. Si el problema de desabastecimiento de electricidad o gas era hasta entonces un fantasma que recorría los pasillos oficiales, de repente pareció corporizarse. Julio De Vido, ministro de Planificación, salió a aventar temores tratando de atenuar el impacto de la noticia, mostrándose sorprendido por tanto revuelo en torno de una información que, según dijo, “se conocía hace un mes”. Pero la comunicación a las empresas partió de Cammesa (administradora del sistema eléctrico) el miércoles último. De todos modos, De Vido aseguró que el servicio de gas y electricidad domiciliario está asegurado para el invierno, “a pesar de los anuncios de los agoreros”.
La información publicada en el diario La Nación de ayer señalaba que Cammesa les había comunicado a 21 grandes empresas que a partir de la cero hora de ayer, jueves, se podría disponer el corte parcial del servicio a aquellas plantas con contratos interrumpibles. La falta de lluvias habrían afectado la oferta eléctrica, de acuerdo con la misma fuente, por reducción en el caudal de los ríos. Y la menor oferta de gas natural obligaría a reducir el suministro a las usinas térmicas este invierno.
“El Gobierno está analizando estrategias adecuadas para el tratamiento en el sector interrumpible”, señaló De Vido en referencia al suministro eléctrico. “La Argentina creció casi nueve puntos en el 2003 y hay una fuerte demanda de energía y gas”, explicó. “Corte energético no hay, como no ha habido en todo el verano, a pesar de los anuncios agoreros de que en la costa (atlántica) no iba a haber luz, pero eso no significa que uno no pueda acordar con ciertos establecimientos industriales el uso (restringido de energía) en determinado momento que se considere más oportuno”. En ese marco, De Vido aseguró que los cortes anunciados a 21 empresas industriales “se hicieron de común acuerdo con la Secretaría de Energía”.
En realidad, las autoridades de Energía informaron en la sede de Cammesa a los grandes usuarios eléctricos, a principios de semana, que preveían dificultades en el abastecimiento eléctrico para este invierno. Las razones esgrimidas: crecimiento de la demanda, baja oferta de las centrales hidráulicas, recortes en el suministro de gas y la salida de servicio de dos centrales por paradas de mantenimiento. A partir de allí, más que “de común acuerdo”, la interrupción del suministro tuvo un carácter casi de “razones de fuerza mayor”.
Las evaluaciones internas de los cuerpos técnicos del Gobierno reflejan una realidad más preocupante –incluso en algún informe que llegó a manos del jefe del Palacio de Hacienda, Roberto Lavagna–. El panorama que se describe en ellos es, en general, sombrío. Con respecto a generación eléctrica, se señala:
u Aunque mejore la hidraulicidad de los ríos, el cuadro general de escasez de oferta no variará sustancialmente. “Las centrales hidroeléctricas que alimentan el sistema son de paso, generan con el correr del río, pero no tienen capacidad de acumulación como para atender picos de demanda”.
u Hay un envejecimiento del parque por falta de nuevas inversiones, pero además está funcionando en condiciones que acentúan su ineficiencia. “El parque de centrales nuevas funcionan casi exclusivamente a gas y son las que van a salir de servicio por falta de combustible. Se están utilizando como reserva máquinas antiguas con muy baja eficiencia, que funcionan con combustible líquido a un mayor costo por unidad de generación”.
Si el congelamiento de tarifas era ya un problema en 2002 y 2003 para un sistema que funciona en manos y con lógica de empresas privadas, el paso del tiempo lo habría amplificado. “La ecuación económica de las empresas no se reconstituyó nunca por el lado de los ingresos, pero además hay una cantidad de costos variables que siguen aumentando. Si el problema no estalló es porque no están pagando ni un centavo de su deuda”, agrega, laudatorio, uno de dichos informes.