ECONOMíA
Después de mucho tiempo, llegó un tenue alivio para los más pobres
Luego de 5 meses de aumento, el valor de la canasta básica de alimentos cayó 1,7 por ciento. La cesta de la indigencia, 327 pesos.
En un contexto de leve inflación, las canastas básicas alimentaria y total registraron en marzo bajas interanuales del 1,68 y 0,77 por ciento, respectivamente. Esta variación corresponde a una familia tipo de 4 miembros para el aglomerado Gran Buenos Aires. Los nuevos números, sumados a la recuperación global de ingresos, se tradujeron en la disminución de la pobreza y, especialmente, de la indigencia. Ello se debe a que pequeñas mejoras de ingresos resultan significativas para quienes se encuentran por debajo de este piso inferior. No obstante, la recuperación registrada por el Indec resulta de la comparación contra los peores indicadores registrados tras la crisis.
Los ajustes de precios que muestra la economía, 1,1 por ciento en el primer trimestre, que motivaron que la inflación de marzo más que duplique al conjunto de los dos meses anteriores, se registraron en aquellos artículos hacia los que se canaliza el aumento de la demanda. Esto es, en los productos de consumo de los sectores que pudieron mejorar sus ingresos tras la devaluación, fundamentalmente alimentos de primeras marcas e indumentaria. Esta situación permite explicar la paradoja de que, en un contexto de crecimiento de la inflación, se haya producido un leve retroceso en los costos de las canastas básicas total (CBT) y alimentaria (CBA). Los valores alcanzados por estas canastas se utilizan de referencia para determinar las llamadas líneas de pobreza y de indigencia, respectivamente. Al compararse estos valores con los niveles de ingreso de la población puede establecerse el número total de pobres y de indigentes de la economía.
Los datos difundidos ayer por el Indec para la zona metropolitana de la Capital y el conurbano mostraron una pequeña baja de los indicadores luego de 5 meses de alza consecutiva. La CBA para una familia integrada por un jefe de familia de 35 años, con esposa de 31 y dos hijos, una niña de 8 años y un varón de 5, quedó en 327,6 pesos. Valor que para este grupo representa la línea de indigencia. Esto significó un costo de 47 centavos menor al de febrero, y 5,59 pesos inferior a la de marzo del 2003. Así, la baja interanual fue del 1,68 por ciento. Sin embargo, debe recordarse que los 333,19 pesos alcanzados un año atrás para esta canasta fueron, hasta hoy, valor pico histórico.
No obstante, para la porción de la población cuyos ingresos se encuentran en torno de este piso, pequeñas mejoras en sus entradas significan un cambio importante. Así, la actual creación de empleo, concentrada básicamente en sectores predominantemente informales y de baja productividad, tuvo incidencia en que muchas familias salgan de la indigencia.
Una variación similar mostró, para la misma familia tipo, la CBT que determina la línea de pobreza. Con un valor de 717,44 pesos tuvo una baja de 1,02 peso contra febrero y, también, de 5,59 pesos contra marzo. En términos porcentuales, la caída interanual fue de apenas el 0,77 por ciento. A ello se agrega que el promedio salarial de la economía, de 535 pesos, no alcanza para adquirir una canasta de pobreza. En otras palabras, tener trabajo no necesariamente garantiza salir de la pobreza.
Aunque aún no están listos los resultados definitivos en materia de ingresos, los datos difundidos ayer por el Indec permiten extrapolar que más de 18 millones de argentinos continúan siendo pobres y alrededor de 7,5 millones se encuentran en la indigencia. La evolución histórica reciente muestra que, si bien puede hablarse de leves mejoras con respecto a los picos posdevaluación, estos indicadores muestran la persistencia del deterioro de los indicadores sociales con relación al promedio de la década del ‘90.