ECONOMíA
› LA DEUDA, EJE DEL RECLAMO DEL SUBSECRETARIO DEL TESORO DE EE.UU.
Taylor vino pidiendo “concesiones”
Aunque fue elusivo con Kirchner, la extensa ronda de consultas del norteamericano le sirvió para plantar un mensaje: sin acuerdo con los acreedores no seguirá el crecimiento, y sin nuevas concesiones no habrá acuerdo. El aumento del superávit, plato principal del menú de opciones.
› Por David Cufré
La Argentina tendrá que mejorar su oferta a los acreedores para llegar a un acuerdo que es indispensable para que la economía siga creciendo. Este fue el mensaje que el subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, John Taylor, transmitió ayer en su paso por el país. Taylor solo evitó tocar el tema en un lugar: con el presidente Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en la Casa Rosada. Pero fue enfático cuando habló con políticos, empresarios y economistas. En la mayoría de esos encuentros, el funcionario estadounidense expresó con claridad la posición del gobierno de su país sobre la reestructuración de la deuda. “Para nosotros el 3 por ciento de superávit es un piso, no un techo”, llegó a sostener, según relató a este diario un parlamentario que participó en una de las reuniones, aunque el peronista Rodolfo Frigeri dijo que Taylor no había hecho un planteo tajante. En rueda de prensa ,Taylor fue más diplomático y evitó referirse a cifras, aunque igualmente reiteró el concepto de que el Gobierno debe flexibilizar su posición.
“Espero que las negociaciones entre la Argentina y los acreedores contemple las concesiones mutuas necesarias para promover la participación en el canje de deuda”, manifestó el visitante en una conferencia de prensa en la embajada de Estados Unidos. Para el Gobierno es un dato preocupante que Taylor hable de “concesiones”, ya que hasta el momento la intervención del Departamento del Tesoro había sido fundamental para resistir la presión del FMI por un incremento en la oferta de pago a los acreedores. Es un cambio de posición que no pasará inadvertido para nadie, incluidos el Fondo y los tenedores de bonos.
Según dijeron a Página/12 funcionarios del Gobierno, en la reunión con Kirchner y Fernández el número dos del Tesoro evitó toda rispidez.
“Estados Unidos es un país amigo que los va a ayudar siempre”, dijo Taylor a solas. También les transmitió que veía tranquilos a los acreedores y eludió discutir el 75 por ciento de quita propuesto por el Gobierno. También elogió el acuerdo energético con Bolivia como parte de la salida energética y le dijo a Kirchner que su país lo veía como un “líder perceptivo”.
En público ,Taylor opinó que “una reestructuración exitosa de la deuda fundamental para atraer nuevas inversiones locales y extranjeras”. En privado, en una reunión con economistas y en otra con diputados y senadores, el funcionario fue todavía más explícito y mencionó la necesidad de aumentar el superávit para mejorar la propuesta de canje de deuda.
En su paso por Buenos Aires, Taylor mostró tanto interés por los problemas con la electricidad y el gas como por la cuestión de la deuda. Anteanoche, el funcionario cenó con altos ejecutivos de compañías eléctricas para conocer su visión de las dificultades actuales. También habló del tema ayer durante el desayuno, que compartió con siete economistas que consulta habitualmente y que además son interlocutores del FMI: Roque Fernández (último ministro de Economía de Menem), Pablo Guidotti (ex secretario de Hacienda de Roque), Miguel Kiguel (ex jefe de asesores de Roque), Javier González Fraga (ex presidente del Banco Central y socio de Alfonso Prat Gay), Daniel Marx (ex viceministro de Cavallo), Daniel Heymann (economista de la Cepal) y Eduardo Levy Yeyati (ex economista jefe del Banco Central).
“Una buena resolución de la crisis energética y una resolución exitosa de la deuda son fundamentales para atraer nuevas inversiones”, insistió el subsecretario del Tesoro. Los empresarios de las compañías energéticas responsabilizaron al Gobierno por la demora en los incrementos de tarifas. “En el mundo el precio del gas subió 60 por ciento y en la Argentina cayó a un tercio por la devaluación”, se quejó un empresario ante este diario, repitiendo uno de los argumentos que se le expusieron al funcionario estadounidense, quien más allá de coincidir en la necesidad de practicarajustes tarifarios, estaba muy interesado en saber cómo impactará esta crisis sobre la economía y cuál será el costo para el Estado.
Los empresarios le dijeron que llevará por lo menos dos años superar las restricciones en el gas, dado que ese sería el tiempo necesario para completar las inversiones que mejoren la capacidad de transporte del fluido. En cuanto al impacto de la crisis en la economía, Taylor recogió las respuestas de Roberto Lavagna –con quien se vio anteayer– y de un grupo de diputados y senadores, a los que recibió en la embajada junto a Lino Gutiérrez. Allí estuvieron los oficialistas Rodolfo Frigeri, Jorge Argüello, Jorge Capitanich y Miguel Angel Pichetto, y los opositores Horacio Pernasetti y Alberto Natale. Taylor les preguntó quién asumirá el costo por la compra de gas a Bolivia. Frigeri admitió que lo hará el Estado. Entre ello y la eximición del pago del Impuesto a la Transferencia de Combustibles a la importación, el Estado soportará un costo fiscal de 1000 millones de pesos este año.
“Es muy bueno que se reconozca el problema y que ya se esté trabajando para solucionarlo”, afirmó Taylor respecto de la crisis energética, y agregó que “se coincide (con el Gobierno) en que la forma de resolución será clave para el futuro económico”.
En la charla con los economistas, Taylor les pidió su opinión sobre la sustentabilidad del crecimiento económico y sobre cuánto consideraban que el país podría generar de excedente fiscal para pagar la deuda. Roque Fernández expresó que el Gobierno podría estirarse a un 5 por ciento de superávit primario. González Fraga señaló, en cambio, que sostener un 3 por ciento es de por sí un gran esfuerzo. Es decir que el rango se ubicó entre 3 y 5 puntos. Fue allí y también frente a los legisladores que Taylor dijo su frase del piso y el techo. Otra de las conclusiones de su charla con los economistas fue que el peso se irá apreciando y que el tipo de cambio real –deflacionado por el índice de precios– bajaría a 1,60 peso en un par de años, desde los 2 pesos actuales.