ECONOMíA
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Las Ganancias de Cruciani
Por Víctor de Zavalía *
Estoy escuchando radio mientras manejo y me sorprende oír al juez Cruciani: el tipo está furioso por el tratamiento de la ley que aplica también a los jueces el Impuesto a las Ganancias. Y entonces maquina el siguiente discurso.
El Impuesto a las Ganancias es una trampa semántica de la voracidad fiscal, porque tanto él como su entrevistador de la radio no perciben ganancias sino salarios. O sea que el impuesto en realidad grava el trabajo y debería llamarse “impuesto al trabajo”, o bien “impuesto al sustento”. El interlocutor asiente entusiasmado, y Cruciani prosigue: los legisladores deberían nivelar para arriba y no para abajo; deberían eximir del susodicho impuesto, no sólo a los jueces, sino también a los locutores de radio y a todo aquel que cobra por un trabajo. Se percibe en el éter el acuerdo del periodista, los operadores técnicos, los movileros y toda la audiencia, que asiente arrobada (con una modesta excepción).
Cruciani ha entrado en calor y ya se siente un Blumberg de la cruzada antitributaria; así que lanza el desafío: “¿Dónde están ahora los garantistas, los que se oponen a la mano dura? ¿Por qué no protestan contra el proyectado aumento de las penas por delitos tributarios? ¿Dónde se metieron los garantistas ahora, ¡eh!?”.
El efecto es formidable. El de la radio se deshace en elogios y alabanzas y antes de pasar a la tanda compromete al preclaro puntal de la civilidad para que, en nuevas intervenciones en el programa, vuelva a esclarecernos, iluminarnos, mostrarnos al enemigo tal cual es.
Además de pintoresca, esta berretada es peligrosísima. Cruciani no es juez de paz en Pago Chico, sino juez nacional en lo penal económico, de modo que tendría que saber de qué está hablando. Y eso es lo que supone la sociedad: que el tipo sabe y tiene razón, que aquí los impuestos son altísimos, que sólo en este malhadado país se pagan “impuestos al trabajo o al sustento”, que el fisco es insaciable por culpa de los políticos.
Como puede que estas líneas lleguen a legos en el asunto, corresponde aclarar que el Impuesto a las Ganancias o a los ingresos es la base de la recaudación fiscal en los países desarrollados y grava a las personas en forma sobreproporcional a sus ingresos: quienes ganan más, pagan un porcentaje mayor. En la Argentina, en cambio, se recauda poco por Ganancias y mucho por impuestos “indirectos” como el IVA y Combustibles, con la perniciosa consecuencia de que la parte de los ingresos personales que va a parar al fisco es mayor para quienes menos ganan, incluyendo a los trabajadores en negro, que supuestamente no pagan impuestos. Por otra parte, las familias con ingresos superiores a $ 4500 (como las de Cruciani y su entrevistador) constituyen sólo el 5 por ciento de la población, están en el sector más alto de la pirámide y, en relación con el otro 95 por ciento son, sin duda, ricos; lo que no obsta para que giman como vírgenes despojadas.
La grotesca salida al ruedo del juez en lo penal económico y el conductor de programa radial exitoso muestra hasta qué grado la sociedad está perdiendo la chaveta. ¿Y qué podemos hacer nosotros? Tal vez, señalarlo, para que no sea tan impune. Para que la próxima vez sientan que, además de cosechar el aplauso de la barra brava, estarán quedando en ridículo, o algo peor, con una parte de la sociedad que también les importa. Porque hasta ahora nadie se los hace notar.
* Miembro del Foro de Políticas Públicas.