ECONOMíA
› FIEL Y LAVAGNA, EL PARSIMONIOSO
“El partido domina sobre los técnicos”
› Por Julio Nudler
“La buena suerte favorece a esta política económica parsimoniosa, que no tiene apuro por resolver los problemas. Sobre ella pende una espada de Damocles: ¿qué ocurrirá si se da vuelta la buena racha, sin que estemos preparados?”, afirma e interroga el más reciente informe de FIEL, la consultora liberal por antonomasia. El contenido, expuesto por Juan Luis Bour, admite que en el corto plazo es poco probable que sobrevenga un frenazo (sudden stop, o parada repentina) en la actividad económica. Al desmenuzar las fuentes que proveen combustible a este auge, la Fundación señala entre ellas a la política monetaria expansiva, “basada en un sorprendente aumento de la demanda de dinero: ¡bienvenida la economía negra!”, que obviamente opera en billete, eludiendo a los bancos (a lo que se añade el incentivo a evitarlos que proviene del impuesto a las transacciones financieras).
Otros buenos vientos soplan por la mejora de los precios externos, la que a su vez eleva la demanda de inversión en el agro, en el transporte y en los puertos. La rápida estabilización de los precios (seis meses después de roto el 1 a 1), que indujo una intensa sustitución de importaciones y fue conteniendo la fuga de capitales, y el “positivo efecto riqueza de las carteras dolarizadas”, que indujo un repunte en la construcción, aportaron lo suyo. La salida de capitales fue cayendo desde los 8320 millones de dólares del tercer trimestre de 2001 a los 56 millones de fuga neta del cuarto de 2003.
El ingreso por habitante de la Argentina se está instalando en los 4 mil dólares anuales (¿remember los acariciados diez mil?), renta per cápita superior a la de los dos años previos, que remonta el barrilete del gasto en consumo. Esto arrastra a la inversión, pero “puede a su vez generar ciclos, explosivos o amortiguados”. El problema actual no es sostener la expansión de demanda sino un nivel adecuado de oferta, ante las restricciones de capacidad en la industria y la baja inversión en infraestructura.
“Hasta ahora la política económica tuvo un diseño de corto plazo, actuando más por reacción que por acción”, critica la Fundación donde laboran Daniel Artana y Marcela Nora Cristini, señalando que “el diagnóstico del partido (PJ kirchnerista) predomina por sobre el análisis técnico-profesional” (¿Lavagna, Prat Gay?). El “caso por caso” (aludiendo en especial al área de Julio De Vido) aumenta el nivel de discrecionalidad. Lo que se llama el dedo.
“Cuando aparecen excesos de demanda, (los empresarios) optan por aumentar las importaciones, reducir las exportaciones y racionar el mercado interno, sea por precios o por cantidades –indicó Bour–. Pero la expansión de la oferta no está en las carpetas de las empresas, sino en las del ministerio de Planificación e Infraestructura.” (¿Cómo explicar, si ése es el caso, el marcado incremento de la inversión?) Las principales anclas de esta política económica, que está en construcción (como esos sitios de Internet que son pura promesa), “son el stand by a 3 años con el FMI, por renegociar, y la deuda”. Esto sugiere que, si no fuera por la marcación hombre (o mujer) a hombre del Fondo y la presión para arreglar con los bonistas, esto sería otro despiporre. ¡Gracias, acreedores!
Doble record: “Tanto la presión fiscal como el gasto público, medidos en relación al PIB, están en sus niveles históricos más elevados”, pero, aun así, “hay margen todavía para crecer”. ¿El proyecto de nueva coparticipación?: “Un parche”. La nueva ley no limita la expansión del gasto primario, sino que preasigna fondos a infraestructura. “El servicio de la deuda es residual. El mensaje es que los ingresos tributarios adicionales se gastarán.” (¿Eso será malo o bueno?)