Alan Greenspan dio la primera señal tranquilizadora a los mercados financieros en tres meses. Relativizó el proceso inflacionario en Estados Unidos y dijo que no peligra el crecimiento económico. Los dichos del presidente de la Reserva Federal (banca central estadounidense) impulsaron a los mercados, que a primera hora habían comenzado con la noticia de que Estados Unidos tuvo, el mes pasado, el mayor registro inflacionario de los últimos tres años. En un marco de mayor calma, también se notaron las repercusiones en Buenos Aires, donde el índice MerVal subió 3,7 por ciento.
En mayo, los precios al consumidor treparon 0,6 por ciento en Estados Unidos. Fue la mayor suba mensual en tres años. No obstante, hubo un dato que tranquilizó a los financistas: excluyendo los rubros más volátiles –alimentos y energía–, la inflación resultó del 0,2 por ciento, en línea con lo esperado por los analistas de Wall Street.
El dato sobre la inflación era esperado con ansiedad por los operadores. Los últimos dichos de Greenspan habían sido muy duros. Un par de semanas atrás dijo que haría lo necesario con tal de impedir un rebrote inflacionario. Desde entonces, en los principales bancos de inversión empezaron a rever sus informes admitiendo que el proceso de suba de la tasa de interés se aceleraría. La próxima reunión de la FED está convocada para fin de mes y algunos arriesgaban que el ajuste alcanzaría a medio punto. Ayer, Greenspan llevó algo de alivio. De su alocución frente a los senadores se desprende que habrá un alza de la tasa de manera gradual.
Las palabras del banquero central impactaron en los distintos recintos bursátiles. En Nueva York, el Dow Jones avanzó 0,4 por ciento, mientras que el Nasdaq, el 1,3. Más importantes fueron las subas en los mercados emergentes, donde la suba de la tasa en Estados Unidos tiene un impacto negativo contundente: en San Pablo, las acciones treparon 2,9 por ciento y el real se revaluó cinco centavos, hasta 3,12 unidades por dólares. El MerVal escaló 3,7 por ciento y en la city apuestan a un cambio de tendencia: como había operadores que se jugaron a una caída más profunda salieron ayer a recomprar posiciones para ponerles un techo a las pérdidas. En Wall Street también se habían hecho apuestas a una suba más acelerada de la tasa: quedó en evidencia en el rendimiento de los bonos a 10 años del Tesoro americano.
Greenspan volvió a demostrar que es el dueño de la agenda financiera. En los últimos meses había endurecido su discurso dando señales de que la tasa internacional dejaría su actual nivel, en un piso histórico del 1 por ciento anual. Ayer relativizó los dichos de hace tan sólo una semana, quizá para evitar un desplome en los mercados. “Las presiones inflacionarias no deberían ser una inquietud seria en el futuro cercano”, dijo ahora, basándose en que la disparada del índice fue por culpa del petróleo y que ello no alteraría el crecimiento de la economía a menos que el fenómeno perdure.
Para la Argentina, el hecho de que la FED desista de una suba brusca funciona como una válvula de escape. En primer lugar, porque se evita un derrape en los precios de los exportables: de hecho, ayer la soja se recuperó el 1,5 por ciento. En segundo lugar, se aleja la figura de un gigante desmoronándose, como sería un endeudado Brasil ante una escalada de la tasa. Un enfoque más gradualista, como el que ahora impulsó Greenspan, favorece a un clima más distendido. Ya no sólo respecto de lo que pueda ocurrir con los mercados sino, lo más importante, con la marcha de la economía. No caben dudas de que un contexto internacional ordenado favorece a Roberto Lavagna.