“Es un sector postergado y queremos ver cómo ayudamos a recomponer su situación”, explicó ayer el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, la decisión del Gobierno de aumentar en un promedio del 8 por ciento las jubilaciones menores de 1000 pesos. La medida era pulida ayer por el presidente Néstor Kirchner y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, en Olivos, por lo que, si llegaban a tiempo, se anunciaría hoy mismo con un acto en la Casa Rosada. El incremento, que beneficiará a unos tres millones de jubilados y pensionados, regirá a partir de septiembre y era exhibido por el Gobierno como una muestra de su determinación de orientar el superávit fiscal para incrementar la capacidad de consumo de los sectores más bajos, más allá de las presiones del FMI para que ese esfuerzo se dirija a mejorar la propuesta de pago a los bonistas.
“Siempre nos hemos ocupado de que el superávit fiscal sirva para atender lo que denominamos gastos sociales”, justificó Fernández el aumento adelantado ayer que, en algunos casos, tocará a jubilaciones que desde la época de la convertibilidad que no se modificaban. Hasta ahora, las principales beneficiadas habían sido las jubilaciones mínimas que desde los comienzos de la gestión Kirchner pasaron de 150 a 240 pesos, y se llevarían a 280 para el mes próximo. Con el nuevo incremento, la jubilación mínima –que perciben casi dos millones de personas– se fijará en 300 pesos.
Quienes nunca habían obtenido ningún aumento eran los jubilados que percibían por encima del mínimo hasta los 1000 pesos, lo que representa a otro millón 200 mil beneficiarios. Según los cálculos de Economía, a partir de septiembre tendrán un aumento de entre el 7 y el 8 por ciento. De esta forma, sólo quedaría fuera del incremento un 5 por ciento del sector pasivo que actualmente cobra por encima de 1000 pesos.
La medida le significará al Gobierno una erogación de 100 millones de pesos mensuales, o 1200 millones de pesos anuales. En la Rosada entienden que esa suma irá directo a incrementar el consumo, una variable que en los últimos tiempos mostró algún estancamiento y que es vital para el esquema neokeynesiano en el que abreva el dogma económico del presidente Kirchner y el ministro Lavagna. Aumentar el ingreso de los sectores de menores recursos para la Rosada no sólo significa una señal fuerte en sus promesas de redistribución del ingreso sino también una manera de apostar a la reactivación económica a través de un mayor consumo.
En ese sentido, el aumento de las jubilaciones no sería la única medida que el Gobierno tendría en carpeta. Por ejemplo, también estudiaría:
- Elevar el salario mínimo, vital y móvil a 400 pesos. De esta forma, se duplicaría el que existía cuando Kirchner llegó a la Casa Rosada. La decisión, calculan cerca del ministro Lavagna, redundará en un aumento de todos los asalariados, tal como lo viene reclamando la nueva CGT unificada con su convocatoria al Consejo del Salario Mínimo.
- Incrementar el monto de los planes sociales. No significaría aumentar el valor del plan en sí, sino agregarle adicionales como ser –es la variante más posible– una asignación familiar por hijo.
- Reducir en forma transitoria el IVA durante algunos meses. Esa medida ya fue utilizada el año pasado y el Gobierno la repetiría para fin de año o los primeros meses de 2005.
- Postergar vencimientos de impuestos correspondientes a noviembre y diciembre. Con esta decisión Economía perseguiría un doble objetivo: por un lado, permitirle a la gente contar con más recursos para las Fiestas y las vacaciones de manera de no frenar el consumo; por el otro, reanudar la recaudación de impuestos del año que viene con una ayuda extra, dado que para el 2004 las necesidades para alcanzar el superávit comprometido ya están más que cumplidas.