ECONOMíA
› INCREMENTO DEL 6 POR CIENTO ANUAL DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA
Creciendo con menos entusiasmo
El crecimiento económico muestra en julio un ritmo mucho más moderado que durante 2003 y la primera mitad de 2004. En relación con julio del año pasado, el aumento fue del 6 por ciento y en los primeros siete meses contra igual período de 2003, del 8,5 por ciento.
› Por Claudio Scaletta
La actividad económica creció en julio un 0,5 por ciento respecto de junio y el 6 por ciento respecto a doce meses atrás, informó el Indec. Las cifras indican una clara desaceleración del crecimiento que va más allá de fenómenos puramente coyunturales, como en su momento fue la crisis energética culpable del bajón del segundo trimestre. Muestran también que las variaciones interanuales próximas o superiores a los dos dígitos, como las registradas entre fines de 2002 y hasta el primer trimestre de 2004 son cosa del pasado. Entre las razones que explican la moderación de la actividad se destacan tres factores: la progresiva reducción de la capacidad ociosa de la industria, en especial en los sectores más ligados al comercio exterior, el amesetamiento del consumo interno y el cambio del ciclo internacional.
Dado que los tres factores continúan presentes, para el segundo semestre del año puede preverse la continuidad de la desaceleración. Los sectores reales de la economía que funcionaron como motor de la fuerte reactivación de 2003, como por ejemplo la industria manufacturera y la construcción, son las áreas más afectadas. En la industria, el freno responde al límite que está alcanzando la capacidad instalada en muchas ramas, situación que explica también el pobre desempeño de las exportaciones.
Si bien las ventas al exterior muestran un fuerte crecimiento en sus valores, básicamente por los buenos precios internacionales, cuando se las mide en cantidades se observa una caída. Los analistas coinciden en que la continuidad del crecimiento a tasas razonables demanda un nivel de inversiones que todavía no se registra, una situación particularmente evidente en los sectores dinámicos ligados al comercio exterior. Las diferencias de interpretación aparecen a posteriori del dato básico. Para algunos economistas, la ausencia de una mayor inversión es consecuencia directa del default parcial de los pagos externos, lo que impide el acceso a los flujos financieros internacionales. Desde esta perspectiva, que es la de la ortodoxia, el principal freno de la actividad está dado por no haber conseguido todavía un acuerdo con los acreedores. Alcanzado el acuerdo, despejada la incertidumbre, los capitales acudirían en masa en auxilio de la actividad productiva.
Otro de los sectores que impulsaron el crecimiento de 2003 y que parece haber alcanzado un techo es la construcción. Aquí, el dato central es la retirada de los inversores con fondos acumulados, por ejemplo los “desacorralados”, fondos que fueron suficientes no sólo para la reactivación, sino también para generar una burbuja especulativa que, en algunas zonas, regresó los precios a sus valores en dólares pre devaluación. Este fenómeno, sumado al aumento general de precios al interior de la cadena, puso fin a las altas tasas de crecimiento sectorial. La demanda es ahora impulsada por la población asalariada, lo que permite prever que continuará orientada por los sectores de altos ingresos. Los planes de obra pública, de claro efecto expansivo si se concretan, sólo tendrán resultados en el mediano plazo.
Aunque las áreas dinámicas por excelencia del nuevo modelo de tipo de cambio alto, la agropecuaria y el complejo de aceites y derivados, merecerían ser tratadas por separado, comparten algunos rasgos comunes en materia de crecimiento. El principal es su dependencia de los precios internacionales. En los últimos meses se registraron una suma de elementos que, en conjunto, determinaron la caída de los precios de las commodities. Entre las causas se destacan el alza del precio del petróleo, que si se mantiene frenará el crecimiento mundial y, por lo tanto, la demanda; la recuperación de la producción primaria del Hemisferio Norte tras dos años de malas cosechas y, por último, la menor demanda de la economía china.
Si bien los precios se recuperaron levemente en agosto, hasta julio, que es hasta donde llega la medición difundida ayer por el Indec, la tendencia era bajista y todo indica que la propensión se mantendrá. Pero en materia estrictamente agraria debe hacerse una salvedad. La suba de costos y la baja de precios significaron una disminución de la tasa de ganancia, lo que no significa que ésta no continúe siendo suficiente como para augurar una cosecha record. La inversión registrada, la mejora tecnológica y el nuevo aumento del área sembrada permite estimar que la próxima cosecha, con 77 millones de toneladas, será record.
Por último, si la tendencia es al estacionamiento del crecimiento un escalón más abajo, ello repercute también en una menor demanda de servicios. Menor crecimiento de la industria significa, por ejemplo, menor demanda de gas y electricidad, lo que siguiendo algunos argumentos gubernamentales tiene su lado bueno: pone fin a la crisis energética.