Por Lucrecia Monteagudo*

El pasado 27 de septiembre, el Poder Ejecutivo Nacional dictó el decreto 1261/04 por el cual se deroga el Decreto 1168/92, norma que suprimió el servicio de pasajeros interurbanos que hasta entonces prestaba la empresa estatal ferroviaria. La noticia, que en principio resultó auspiciosa, pronto se vio envuelta en un manto de sospechas cuando a los pocos días apareció una profusa solicitada en los medios que expresaba la adhesión a esta medida por parte de empresas fabricantes de insumos ferroviarios, sindicatos del sector que estuvieron comprometidos con las privatizaciones –como la Unión Ferroviaria– y concesionarias de los actuales servicios privatizados como Metrovías y TBA.
Algunos podrán pensar que es demasiado escepticismo, pero es innegable que, cuanto menos, resulta sorprendente que los responsables de la destrucción del sistema ferroviario en nuestro país, se muestren ahora entusiasmados por esta medida.
En los mismos medios también apareció una noticia que aludía a la prórroga del plazo del vencimiento de presentación de ofertas para la nueva concesión del ferrocarril Belgrano Cargas, decisión que se había tomado por expreso pedido de las cerealeras multinacionales Cargill y Dreyfus. Allí se señalaba también que las empresas que mostraban un interés por el negocio –General Deheza, Cargill, Roggio y Emepa– habrían exigido la modificación del pliego y la supresión de algunas cláusulas que no satisfacían sus intereses. Entre ellas cobra especial importancia la negativa a aceptar la cláusula que les imponía hacerse cargo de los talleres ferroviarios de Tafí Viejo.
Más allá de la dudosa transparencia que denotaría cambiar las cláusulas de una licitación por pedido de los mismos oferentes, lo cierto es que vuelve a manifestarse aquí una contradicción que signó la vida de los argentinos en la última década: Mercado o Estado.
Independientemente de las connotaciones ideológicas, la experiencia en materia ferroviaria se ha encargado de demostrar que el mercado (privatizaciones) no sólo prestó un deficiente servicio sino que además dejó sin un medio de transporte indispensable a millones de argentinos.
Frente a hechos como los descriptos, nos preguntamos entonces si el Gobierno se propone realmente recuperar el rol que el Estado nunca debió haber abandonado o si, por el contrario, volverá a insistirse en la receta de dejar librado al mercado, a través de nuevas concesiones, la recuperación del sistema ferroviario.
* Diputada Nacional - Partido Intransigente.