La canasta básica para una familia tipo aumentó en septiembre un 0,6 por ciento en relación agosto y alcanzó los 734,5 pesos. Dicha canasta marca la línea de pobreza para el grupo familiar, y se encareció en la misma proporción que la cesta básica alimentaria (CBA), que fija el límite de indigencia y hoy cuesta 335,4 pesos.
Las líneas de pobreza e indigencia, difundidas por el Indec, corresponden a un hogar tipo de cuatro miembros, compuesto por un jefe varón de 35 años, su esposa de 31 años, un hijo de 5 y una hija de 8 años. En agosto, la canasta básica total (CBT) había alcanzado los 730,2 pesos, ingreso mínimo necesario de la mencionada familia promedio para comer, viajar y adquirir lo esencial para vestirse. Por su parte, la canasta básica alimentaria (CBA) era de 333,4 pesos, lo necesario para cubrir una dieta mínima en calorías.
Un año atrás, en septiembre de 2003, la CBT valía 716,17 pesos y la CBA costaba 324,06. La suba en septiembre fue inferior al incremento registrado en agosto respecto de julio, cuando la CBA aumentó 1,7 por ciento y el costo de la CBT creció 0,74 por ciento.
De hecho, el aumento de la canasta estuvo en línea con el repunte del 0,6 por ciento en el índice de precios al consumidor. En cambio, en agosto la inflación había sido sólo del 0,3 por ciento.
De acuerdo con las cifras oficiales, durante el primer semestre del año, el 33,5 por ciento de los hogares estaban bajo la línea de pobreza, contra el 42,7 por ciento en igual período del 2003. Así, el 44,3 por ciento de los argentinos eran pobres, casi diez puntos porcentuales menos que durante el primer semestre de 2003. La notable diferencia de porcentajes entre hogares y personas pobres se explica porque las familias carenciadas tienen una proporción de hijos mucho más alta que el resto.
Además, los hogares por debajo de la línea de indigencia llegaban en el primer semestre al 12,1 por ciento, contra el 20,4 por ciento en los primeros seis meses del año pasado.
Los porcentajes anteriores significan que en la primera mitad de este año había 2,3 millones de hogares pobres y 10,3 millones de personas en esa condición. De ese universo, 835 mil hogares se encontraban a su vez bajo la línea de indigencia, por lo cual casi 4 millones de personas no podían consumir con sus ingresos los alimentos necesarios para desarrollar una actividad física moderada.