Dom 21.04.2002

ECONOMíA

Los bancos preparan una ola de despidos y cierre de sucursales

El achique de la economía, el corralito y ahora el nuevo Bonex costarían miles de puestos en la banca.

› Por Julio Nudler

Después de haber pasado meses terribles, en locales cegados, entre cacerolazos e insultos, atendiendo a un público enfurecido por el corralito y cumpliendo horarios interminables, a los bancarios les espera ahora una nueva maldición: quedarse en la calle o, en el mejor de los casos, ver reducido su salario en términos nominales (reales ni qué hablar) por la supresión de jornadas. Aunque ningún banco reveló aún lo que trama hacer con su personal, se teme una ola de despidos ante el brusco achique del negocio financiero y la posible eliminación de sucursales, producto del nuevo proceso de concentración del sistema. Según el último dato proporcionado por el Banco Central, en el país había a septiembre pasado 101.723 bancarios, pero en octubre y noviembre hubo muchas cesantías. El aluvión de tareas que provocó la bancarización forzosa dispuesta por Domingo Cavallo y el corralito detuvieron ese drenaje, pero ahora algunas fuentes estiman como probable que la banca privada prescinda de hasta un 25 por ciento de los 60.100 empleados que ocupa. Esto equivaldría a unos 15 mil despidos.
“Si no hay depósitos nuevos ni préstamos, ¿para qué hace falta mantener una cadena de sucursales?”, se preguntó ante Página/12 una fuente de la Asociación de Bancos de la Argentina. “Pero eso –agregó– lo decidirá cada banco, según adónde le aprieta el zapato.” En el país hay 4582 sucursales y 6482 cajeros automáticos. En proporción, la presencia de la banca argentina en el extranjero es ínfima: 24 sucursales y 15 oficinas de representación. Significativamente, donde hay más casas no es en Estados Unidos, donde sólo existen cuatro, sino en las Islas Caimanes, donde operan cinco. Será por el irresistible encanto de lo oculto.
“Acá sólo va a quedar una banca transaccional –predice un especialista–, y para eso no es necesaria una red de sucursales. Lo transaccional puro se atiende igual de bien con un parque de cajeros, y con Internet para el público más sofisticado.” Los bancos sucursaleros extendieron sus tentáculos pensando en el negocio de los préstamos personales, los créditos hipotecarios y la venta de diversos productos a los depositantes. Pero ese filón de la banca minorista se hundió por el momento, y nadie espera que reviva en un futuro cercano. Esto quita incentivos para retener personal, por más inversión que un banco haya realizado en su entrenamiento.
La secuencia de rotundo encogimiento de la economía y drástica contracción del sistema financiero vale exactamente igual para la banca oficial, pero entidades como el Nación, el Bapro y el Ciudad tienen grandes restricciones para flexibilizar su planta de personal. En el caso de una fusión en un único banco estatal, como pretende el Fondo Monetario, el drama de la dotación humana sobrante de esas instituciones será mucho más difícil de resolver. Por empezar, cualquier fusión conduce normalmente al cierre de muchas sucursales superpuestas, y, en el caso de los bancos privados, a masivas supresiones de puestos.
“El sistema bancario argentino quedó muy sobredimensionado, y tendrá que ajustarse físicamente a la nueva situación”, afirmó a este diario el director de un banco extranjero. Es notable que el resultado de la bancarización compulsiva y masiva, que impuso Cavallo como arma para recaudar, haya desembocado en un proceso, mucho más violento aún, de desintermediación financiera, con funestas consecuencias para el gremio.

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