Lun 22.04.2002

ECONOMíA

“Hay que quitarle todas las fichas a la gente”

Ricardo Hausmann, ex economista del BID, viene proponiendo desde enero un plan Bonex junto a la eliminación total del corralito. Dice que debería incluir parte de las cajas de ahorro y cuentas corrientes.

› Por Maximiliano Montenegro

Ricardo Hausmann, ex economista jefe del BID y cabal representante del pensamiento de los organismos internacionales con sede en Washington, viene proponiendo hace rato un plan Bonex para Argentina y la simultánea liberación del corralito. En un entrevista telefónica con Página/12, defendió el proyecto que Remes Lenicov enviará hoy al Congreso. Pero cree que debería incluir a cajas de ahorro y cuentas corrientes. “Hace tiempo que yo digo que deberían adoptar un plan Bonex, para dar una solución rápida al problema del corralito. Incluso después de la catástrofe y de los errores de la pesificación asimétrica, hacia finales de enero, a mí me parecía claro que era importante avanzar lo más rápido posible hacia la eliminación del corralito y aplicar un plan Bonex”, se entusiasma Hausmann, apenas este diario le propone hablar del plan Bonus.
–¿Por qué?
–La idea es la siguiente. En Argentina hay un exceso de oferta de dinero. Ese exceso de oferta se generó por varias vías. Primero, el corralito les enseñó a los argentinos que los activos financieros depositados en Argentina se podían congelar. Segundo, la devaluación y la flotación le quitaron al peso el atractivo de ser una moneda estable frente al dólar. Esto tuvo un segundo efecto negativo sobre la demanda de pesos en el país. Así, los argentinos se enteraron de que había un sistema bancario donde los depósitos se podían congelar, después se enteran de que se podían pesificar; pero encima es un sistema bancario en el que hubo una pesificación asimétrica: aumentan los depósitos pero no aumenta el valor de los créditos. Entonces, pasan dos cosas. Por un lado, le quitan más capital a los bancos; pero, por otro lado, tienen 40 por ciento más pesos que antes, porque les convirtieron los dólares a 1,40. Por lo tanto, aumentó la oferta de pesos mientras se hacían cosas que quitaban el apetito a la gente por tener pesos.
–¿Esa es su explicación de por qué hubo una presión muy fuerte sobre el dólar y el nivel de precios?
–Exacto. Están dadas todas las condiciones para que la gente corra al dólar con sus pesos. La forma en que se resuelve este exceso de dinero es mediante una muy alta inflación. La solución a esta clase de problemas es recortar la cantidad de dinero que hay en el país. La forma de hacerlo es convertir el dinero en algo que ya no sea más dinero sino bonos de largo plazo. Si se hace en una magnitud importante, se puede dejar que el resto del dinero circula. La idea sería conjugar un plan Bonex con una liberación rápida del corralito.
–¿Quiere decir que habría que liberar todas las cuentas a la vista: caja de ahorro y cuentas corrientes?
–Convertir en bonos a largo plazo todo lo que uno no va a liberar y después liberarlo todo.
–Ahí hay un problema. Se calcula que hay unos 30.000 millones de pesos de cuentas a la vista, entre cajas de ahorro y cuentas corrientes. Y sólo la mitad es “dinero transaccional”, utilizado para operaciones corrientes. El resto son ahorros que no fueron reprogramados. ¿Qué es lo que evitaría que si se liberaran totalmente las cuentas a la vista hubiera 15.000 millones de pesos corriendo al dólar?
–Depende de la credibilidad de la política monetaria. Hay que demostrar que hay menos dinero en Argentina y que se tiene la capacidad de que en el futuro no haya más dinero.
–Igualmente, si hay 15.000 millones de pesos dispuestos a correr al dólar, hay que tener la disposición desde el Banco Central de vender al menos unos 5000 millones de dólares de reservas para sostener un dólar a 3 pesos.
–No necesariamente. Hay que quitarle las suficientes fichas a la gente para que, después de realizada la conversión, no le queden más fichas para apostar al dólar y entonces se quede con los pesos que tiene. Si el dólar se escapa es porque se le dejó demasiadas fichas a la gente, porque no sehizo un plan Bonex lo suficientemente profundo. Si como usted dice hay 15.000 millones de ahorro en cuentas a la vista, habrá que canjearlos por un bono. Pero más allá de los detalles es importante tener en cuenta el concepto. Hay que salir del corralito cuanto antes. Porque entre las miles de desgracias del corralito es que focaliza toda la atención en una política que es transitoria, que se vuelve cada vez más ineficiente y que te paraliza la actividad económica. Segundo, hay una opción entre salir del corralito con más inflación y devaluación, o salir del corralito con más plan Bonex. Pero sí me parece importante no tener ilusiones monetarias. A los argentinos les prometieron convertir sus dólares a pesos al tipo de cambio de 1,40 a 1, en lugar de 1 a 1, pero la economía no aguantaba eso. Entonces, el tipo de cambio se depreció mucho más y se complicaron las cosas. Si no se puede hacer un plan Bonex más radical significa que va a haber una inflación más alta.
–El plan Bonex sería el fracaso de la pesificación. La idea de que Argentina podía devaluar, como si fuera Brasil, que la gente iba a seguir confiando en el peso y la inflación anual no sería demasiado revelante.
¿Qué hay después del plan Bonex?
–Argentina, desgraciadamente, no pudo manejar la salida del tipo de cambio fijo, como lo hicieron exitosamente los brasileños después de la crisis de enero del ‘99. Quizá puedan tratar de emular ahora un poco más a los mexicanos. En el ‘95, los mexicanos también tuvieron 80 por ciento de inflación y tasas de interés estratosféricas, y ahora están en un nivel de inflación de un dígito.
–¿Qué posibilidad hay de que el Estado argentino, que ya tiene un stock de deuda de 130 mil millones de dólares, pueda honrar esta deuda? ¿Qué posibilidad hay de que la economía genere dólares y el Estado pueda comprarlos para repagar esa deuda?
–Si yo fuera emperador de la Galaxia no prometería devolver esa deuda en dólares sino en pesos indexados. En un régimen de flotación creo que es el tipo de deuda que uno debe tener. Pero la pregunta es válida: ¿qué me garantiza que el Estado va a estar en condiciones de pagar a mediano plazo? Las cuentas fiscales tienen chances de mejorar porque los aumentos de salarios y jubilaciones van a estar detrás de la inflación. Con los impuestos subiendo con la inflación, las cuentas fiscales van a mejorar.
–¿Cuál sería el motor del crecimiento, para salir de una depresión que ya lleva 4 o 5 años?
–Como en el tequila, a punta de exportaciones. Después del tequila, las exportaciones crecieron más del 30 por ciento. Eso es lo único que puede sacar a Argentina de la recesión. Si las exportaciones crecen al 30 por ciento, y representan con el nuevo tipo de cambio un 20 por ciento del PBI.
–¿Por qué se demora tanto el acuerdo con el Fondo Monetario?
–No sé exactamente qué quiere Argentina del acuerdo con el Fondo. Son viejos reflejos: cada vez que se metían en problemas iban al Fondo a pedir plata. Como Argentina ya no está pagando su deuda externa y lo único que sirve es la deuda con organismos multilaterales, ha sido liberada de pagar un monto importante de intereses anuales de la deuda. Es como si se lo hubiese prestado la comunidad internacional. Por encima de eso, no quieren prestar más. Lo que está negociando el Fondo son las condiciones en las cuales va a prestar para que Argentina tenga con qué pagarle al propio FMI, al Banco Mundial y al BID, y no tenga que sacarlo de su propio bolsillo. Pero no más que eso.
–¿Por qué Washington es tan duro con la administración Duhalde?
–Yo creo que no le tienen confianza a Duhalde. Arrancó diciendo muchas barbaridades. Pero aún echándose para atrás dejó el sabor de un gobierno en el que no se puede confiar. Cuando yo hablo con mis colegas en organismos internacionales siempre me mencionan lo increíble que fue la ley de quiebras, como indicación de la disposición que había en Argentina de entrar en default con todo el mundo. Ahora la van a cambiar, pero elcaso es que la aprobaron. A Duhalde no le van a dar el beneficio de la duda en nada. Además, nadie cree que los empleados públicos provinciales sean responsabilidad de la comunidad internacional, como para tener que financiarlos. El gobierno de Duhalde nació con el pecado original y tiene que revertirlo con acciones fuertes, no con cuentagotas.

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