Mar 02.11.2004

ECONOMíA

Luces y sombras de un plan Buenos Aires con algunas sorpresitas

Martín Hourest, Alejandro Vanoli y Orlando Ferreres, tres especialistas de distintas escuelas económicas, analizan la oferta final de renegociación de la deuda presentada ayer por el Gobierno.

La propuesta de canje de deuda que el Ministerio de Economía envió ayer a la SEC, anticipada por este diario, no incluyó cambios de fondo respecto del Plan Buenos Aires. Las variaciones más importantes fueron el adelantamiento de la fecha de emisión de los nuevos bonos y algunos incentivos para mejorar el marketing de la propuesta (ver aparte). Para evaluar el impacto de la propuesta, Página/12 convocó la opinión de tres especialistas de distintos sectores.
Para el economista del Plan Fénix Alejandro Vanoli, el Ministerio de Economía envió una señal muy fuerte de que no habrá una flexibilización adicional de la oferta. Con estos retoques y en el contexto actual ello permitiría augurar una fuerte participación de los bonistas. Para Vanoli, las razones son esencialmente tres. La primera es que el Gobierno “mostró firmeza en el mantenimiento de la oferta en un contexto mundial desfavorable para la Argentina”, esto es, con todos los factores del poder financiero internacional en contra. El segundo elemento favorable es la mejora de los precios de los títulos de los países en desarrollo. Esta baja del “riesgo emergente” se traduce en una mejora relativa del valor presente de la operación. El tercer factor es el resultado de los últimos fallos judiciales en Estados Unidos, que, como lo habría demostrado el caso de Mendoza, favorecen las reestructuraciones consensuadas. La nueva jurisprudencia de Nueva York desalentaría a quienes opten por la vía judicial, salvo en el caso de los que siempre hayan pensado en seguir este camino. Por último, Vanoli consideró que la existencia misma de estos tres factores da lugar a un incentivo adicional: una probable alta participación provocará un efecto manada que alentará a los inversores institucionales a no quedar afuera. La razón es que los títulos viejos perderán liquidez.
El economista de la CTA Martín Hourest se mostró sumamente pesimista sobre la reestructuración. A su juicio, la nueva deuda no sólo será insustentable, sino que la propuesta dista de ser una solución. Se trata de “un nuevo eslabón en la cadena de constantes reestructuraciones”, describió. Para el economista, los principales problemas son que el volumen de deuda en relación con el producto será superior al existente antes de declararse el default y que el cronograma de pagos inhibirá el crecimiento. Hourest criticó también que el incentivo de sobrepago por crecimiento del PIB se haya aplicado a toda la deuda. “Lo lógico hubiese sido que quienes afrontasen un sacrificio mayor en términos de pérdida tuviesen un incentivo mayor”. Según el especialista de la CTA, el escenario macroeconómico que quedará tras el canje estará lejos del “recalentamiento” que temen en Economía. Mientras no varíe el régimen de crecimiento y de distribución del ingreso, más temprano o más tarde se reiniciará el ciclo de endeudamiento, explicó. Para Hourest los pagos externos debilitarán el crecimiento, el mercado interno se reducirá y los inversores se volverán renuentes. En consecuencia, aumentará el precio del capital, subirá la tasa de interés e ingresan capitales, el tipo de cambio se apreciará y reaparecerán los problemas de insolvencia estructural, concluyó.
Para el consultor Orlando Ferreres, en cambio, la propuesta es completamente sustentable, pues en los primeros 10 años los pagos anuales por la deuda que hoy no se paga rondarán los 1000 millones dólares, lo que no resultaría significativo en un escenario de crecimiento. La aceptación que proyecta Ferreres está en torno al 70 por ciento, especialmente porque se parte de un piso del 35 por ciento proporcionado por los acreedores locales. El consultor destacó que, si se compara con otras reestructuraciones soberanas, el caso argentino es el que tendrá peor resultado. Uruguay, por citar el caso más reciente, consiguió el 92 por ciento de adhesión. La razón de la peor performance estaría en la fuerte quita. No obstante, Ferreres consideró que el resultado será bueno porque el Gobierno habría dejado madurar una suerte de ciclo psicológico. “Como en la psicología –dijo–, primero viene la negación, luego la resignacióny por último la aceptación.” “Aquí se está reestructurando con 3 años de retraso”, concluyó.

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