ECONOMíA
Los antecedentes oscuros de los grandes bancos de inversión
El Bank of New York, que renunció a su tarea en el canje de deuda, está siendo investigado por lavado de dinero. El eventual reemplazante, el JP Morgan, lideró la colocación de deuda en los ‘90.
› Por Maximiliano Montenegro
En el Ministerio de Economía el desplante del Bank of New York, que desistió a último momento de oficiar como agente del canje de deuda, cayó como una bomba cuyos daños todavía se están inventariando. Sin embargo, entre tanto desconcierto hay una buena noticia: Roberto Lavagna ya no tendrá que explicar por qué contrató de manera directa al banco investigado de la mayor operación de lavado de dinero proveniente de la corrupción rusa en los Estados Unidos. Las credenciales del JP Morgan, el probable reemplazante, tampoco lucen muy potables para un gobierno que busca distanciarse de los grandes protagonistas de la última década. El JP Morgan no sólo fue uno de los tres bancos que más deuda argentina colocó en el mundo durante la década pasada sino que lideró el ruinoso “megacanje”, que Domingo Cavallo lanzó a mediados de 2001 cuando el abismo estaba cerca.
Además de ser creadores de un negocio financiero que les reportó ganancias extraordinarias en los noventa, los bancos de inversión cobran millonarias comisiones a prueba de default. Según consta en las planillas de la Secretaría de Hacienda, durante este año el Gobierno ya abonó comisiones por 50 millones de pesos a un grupo de bancos para costear apenas una fracción de los preparativos de la renegociación.
La renuncia del Bank of New York era interpretada en el equipo económico y por algunos analistas de mercado como un nuevo mecanismo de presión de los acreedores para flexibilizar aún más la oferta oficial. No obstante, un ejecutivo de fluidos contactos con la entidad dijo a este diario que el obstáculo principal fue la negativa de Lavagna de acceder a firmar las llamadas “cláusulas de indemnidad”, que establecían que el Gobierno debía hacerse cargo de eventuales juicios de los acreedores contra el banco. “Cualquier banco te hace firmar esas cláusulas para cualquier transacción, y mucho más en una operación como ésta”, explicó la fuente. “Por sólo 3 millones de dólares de comisión, no les convenía aceptar”, agregó.
El banco neoyorquino hubiese facturado esa módica cifra en honorarios, porque su rol era eminentemente contable. Al actuar como agente de transacción de la operación, debía recepcionar los bonos en default, asentarlos en los registros y entregar los nuevos.
La parte del león de las comisiones del canje se la llevarán los tres bancos que actuaron como coordinadores de la operación y asesores del Gobierno: Merrill Lynch, UBS Warburg y Barclays, los cuales ya embolsaron los 50 millones de pesos mencionados más arriba.
Sea como fuere, la participación del Bank of New York podría haber originado en el futuro más de un dolar de cabeza a Lavagna. El FBI todavía no cerró la investigación sobre unos 15.000 millones de dólares que habrían sido blanqueados en las cuentas de la entidad por la mafia rusa (que gerencia negocios diversos: desde el tráfico de armas y drogas hasta los juegos de azar y la prostitución).
Si el reemplazante del Bank of New York resulta ser finalmente el JP Morgan, la estrategia de Lavagna de apartar de la actual renegociación de la deuda a los actores protagónicos durante los noventa habrá fracasado. El JP Morgan fue, junto al CS First Boston –la entidad de David Mulford–, el banco más activo en la intermediación de deuda argentina en el exterior, tanto en la era Menem como en la breve etapa de la Alianza.
Por ejemplo: en el año 1999, cuando el negocio “languidecía”, el JP Morgan “ofertó” bonos argentinos por unos 3000 millones de dólares –tanto en Estados Unidos como en Europa–, un 25 por ciento del total emitidos ese año. En el 2000, los números son muy similares. Según consta en la página de internet del Ministerio de Economía, en junio de 2001, a seis meses del derrumbe, condujo junto con CS First Boston (CSFB), el famoso megacanje, por el cual se emitieron títulos por 28.986 millones de dólares.
Teniendo en cuenta que las comisiones para el banco en esas operaciones rondaban entre el 0,75 y 1 por ciento del valor de los títulos emitidos, no es difícil entender la magnitud del premio. Más aún, las comisiones a los bancos, como lo demuestran los sucesivos presupuestos, quedaron fuera de todo default.
Lavagna ya había sufrido un primer tropiezo en su intento por despegarse de los “creadores de mercado” de la década infame cuando designó a Merrill Lynch como uno de los coordinadores de la renegociación. La tradicional banca de inversión no sólo apostó fuerte al casino de la deuda –detrás del Morgan y el CSFB– sino que hasta cedió ejecutivos para asesorar a Cavallo. Después de la devaluación, optó por manejar sus operaciones locales desde Montevideo.
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