ECONOMíA
› COMO SE PREPARO EL ANUNCIO ENTRE ALBERTO FERNANDEZ Y CARLOS TOMADA
El factor sorpresa llegó hasta Lavagna
› Por Mario Wainfeld
El presidente Néstor Kirchner volvió a valerse de uno de sus recursos favoritos, la sorpresa. En este caso, aunque en Palacio no todos lo cuenten así, uno de los principales sorprendidos por los anuncios sociales de ayer fue el ministro de Economía, Roberto Lavagna. Las decisiones –aumento de las asignaciones familiares y pago de una bonificación especial para los jubilados y Jefas y Jefes de Hogar (JJDH)– le fueron notificadas ayer, poco rato antes del anuncio oficial, por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Este ministro y el titular de la cartera de Trabajo, Carlos Tomada, venían trabajando el tema, sin contacto con Economía desde hace, al menos, un par de semanas.
Kirchner decidió que Jefatura y Trabajo se dedicaran, a solas, a avanzar sobre las medidas después de que una filtración oficial detonara el anuncio (en tres diarios, no en Página/12) de un “paquete social”. La filtración enardeció al Presidente y varios de los colaboradores más cercanos a su corazón y a su despacho infirieron que la había echado a rodar algún allegado a Lavagna, para frenar las medidas que el ministro de Economía habría juzgado inconvenientes.
El titular de la Anses, Sergio Massa, salió a negar en block los anuncios. Aún entonces se dijo, y así lo informó Página/12, que las asignaciones familiares serían incrementadas antes de fin de año, algo que Massa negó enfáticamente. Aseveró que él no sabía nada del tema. A la luz de lo que se viene contando, tal vez no estaba mintiendo. Tras la desmentida de Massa, Kirchner anunció que echaría al funcionario que mintiera a la gente.
Como corolario de esa bronca, Kirchner comisionó a Fernández y Tomada a seguir trabajando el aumento a las asignaciones familiares (uno definitivo y no una bonificación excepcional como proponía Lavagna) y un agregado excepcional al sueldo anual complementario de los pasivos y los Jefas y Jefes de hogar. El argumento formal que justificaba la exclusión de Lavagna es que los pagos se harán con superávit del Presupuesto 2004, cuyas partidas reasigna a su arbitrio (ya se sabe, superpoderes mediante) el jefe de Gabinete.
La intención es plasmar una medida claramente redistributiva que impacte algunos de los bolsillos más flacos de la Argentina justo a fin de año. La expresión “Navidad feliz” está desahuciada, desgastada por el uso en Balcarce 50 y zonas de influencia, pero el designio del Gobierno se le parece bastante.
Los dos prominentes integrantes del Gobierno que dialogaron del tema con Página/12 coincidieron en el relato precedente y también en señalar que la decisión final, en cuanto al importe definitivo de los incrementos y la fecha del anuncio corrió, como es de rigor, por cuenta de Kirchner. Este diario preguntó si la fecha elegida no tributó a las noticias de los últimos días, en especial a la zozobra del canje de la deuda privada. Ambos interlocutores aseguran que no, que el tópico se venía tratando desde hace días y que estaba abrochado desde el jueves, siendo que las malas nuevas del canje se conocieron el viernes. Cuesta creer que la contingencia no haya influido en la fecha del anuncio, aunque las voces oficiales lo niegan como si se tratara de una injuria.
Sea que estuvieran resueltos con antelación, sea que se hayan reflotado ante la contingencia (como más de un suspicaz seguirá pensando), no cabe duda que el Gobierno utilizará las medidas en los días próximos en su discurso público y privado para desalentar la codicia de los acreedores externos. Gastar el excedente en las necesidades de los argentinos, transferir recursos del sector público al eslabón más débil del sector privado, se argüirá como una señal indicando que el Gobierno no piensa mejorar la oferta a los bonistas, aunque crezcan sus presiones.