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“Ahora se ha futbolizado la relación con Brasil”
En una entrevista con Página/12, el embajador argentino en Brasil, Juan Pablo Lohlé, se manifestó optimista acerca de los resultados de la Cumbre de Presidentes del Mercosur, que comienza hoy, ante el riesgo de su quiebre.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
“¿Cómo se dice cara de perro en portugués?” La pregunta, o la ironía, fue hecha por el embajador argentino en Brasil, Juan Pablo Lohlé, durante una entrevista con este diario celebrada a metros de la poderosa Federación de Industriales de San Pablo (Fiesp), donde abundan las críticas contra Argentina y el Mercosur en vísperas de la cumbre presidencial de Ouro Preto, la ciudad colonial que vio nacer al bloque sudamericano hace diez años. Aunque reconoce que “la situación es dura”, Lohlé, que ayer esperaba encontrarse con el líder de la Fiesp, prefiere tender puentes y recomienda “desdramatizar”.
–¿La relación con Brasil se ha futbolizado?
–Me parece que sí. Somos dos pueblos apasionados por el fútbol, pero debiéramos entender que la relación es algo más que un juego. No hay que ver la integración como un proceso de suma cero. Yo sigo siendo del equipo de los integracionistas.
–¿Espera que el viernes Kirchner y Lula firmen la paz?
–Las relaciones de Estado son encaradas por los presidentes, mal podría yo adelantar qué ocurrirá. Lula y Kirchner ya han conversado mucho y hay mucho espacio para conversar. No sé si habrá sorpresas el viernes, tal vez sí.
–¿Qué espera Argentina de Brasil para recomponer la situación?
–Profundizar el Mercosur, tener instituciones como el Parlamento del Mercosur, tener acuerdos macroeconómicos, tener política industrial común que garantice la industrialización de todos los socios del bloque.
–¿Lula está molesto por la ausencia de Kirchner en Perú?
–El Presidente no viajó a la cumbre sudamericana de Cuzco por razones médicas.
–Tampoco fue a la de Río de Janeiro, que está a nivel del mar. ¿Esos desplantes buscan afectar el liderazgo de Lula?
–No creemos en liderazgos unilaterales, creemos que tiene que haber excelentes líderes en todos los países y así generar liderazgo regional. Ni el presidente Kirchner ni el presidente Lula están pensando en hegemonías.
–¿Usted va a reunirse con la Fiesp a “cara de perro”?
–Creo que es importante tener buena relación con el presidente de la Fiesp, Paulo Skaf. El representa a los industriales de San Pablo y yo expreso, de alguna forma, los intereses industriales de Argentina. El comercio bilateral es una relación de personas.
–El empresario Michel Alabi propuso que industriales brasileños se radiquen en Argentina y vendan aquí.
–Es una fórmula interesante.
–Según el ex embajador Botafogo Gonçalves, somos íntimos desconocidos. ¿Eso influye en esta crisis?
–Nos conocemos menos de lo que debiéramos, pero más de lo que nos imaginamos. Hay problemas que obedecen a que venimos de culturas y sociedades distintas. Lo que importan ahora son las voluntades de los dos lados: tenemos que aprender a ser amigos y para que los amigos se entiendan, hay que hablar claro. Entre amigos puede haber malentendidos.
–¿Existe riesgo de que el Mercosur se estanque?
–Es posible, pero soy optimista. Vamos a salir adelante.
–Hace diez años, Menem y Cavallo firmaban Ouro Preto y hacían guiños al ALCA, ahora la prioridad es el Mercosur. ¿Esa ciclotimia quita credibilidad ante Brasil?
–Pasaron muchas cosas, los cambios de gobierno, la gestación de nuevos paradigmas, cambios monetarios. Argentina es un país protagónico en América latina, por su historia, por su sociedad, por sus premios Nobel.
–En Brasil algunos plantean que el Mercosur vuelva a ser área de libre comercio.
–Creo que es parte de una disputa ideológica sobre qué tiene que ser el Mercosur; esa disputa tiene lobbistas, académicos, empresarios y, también, algunos políticos.
–¿Usted se refiere al PSDB, partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso?
–No me corresponde opinar sobre la oposición partidaria de Brasil. Pero su pregunta sobre lo que pasa aquí me trae a la memoria la campaña electoral en Argentina, donde Kirchner tenía una posición muy favorable al Mercosur y Menem tenía una posición distante.