ECONOMíA
Interpretaciones oficiales que le caen como anillo al dedo a Brasil
Un día después de conocerse las cifras de intercambio comercial, el futuro ex secretario de Industria hizo una lectura que parece darle la razón a Brasil en su disputa con Argentina.
› Por Cledis Candelaresi
En una de sus últimas presentaciones ante la prensa como secretario de Industria, Alberto Dumont defendió ayer la performance de las exportaciones propiciadas por el dólar alto y minimizó el problema del déficit comercial con Brasil. Con ese afán, el inminente representante ante la OMC reprodujo argumentos similares a los que esgrimen los funcionarios brasileños a la hora de cuestionar las salvaguardas contra sus productos: Argentina cada vez le vende más bienes industriales, las importaciones desde esa nación caen y este año el déficit bilateral irá menguando. A su juicio, tampoco resultaría tan dramático que los fabricantes de calzados de la nación vecina hayan vendido más que lo comprometido en un acuerdo privado. “A veces, los propios industriales argentinos son los importadores”, señaló. Dato irrefutable, pero que resta sustento a las airadas protestas de esos productores.
Un día después que el Indec difundiera los datos del intercambio comercial de 2004, el saliente secretario hizo su propia interpretación de aquellos registros. Remarcó que las exportaciones argentinas crecieron el año pasado “no sólo por la mejora de los precios” sino por mayores cantidades, y que esta bonanza fue más notoria aún para las exportaciones de origen industrial, algo que iría en contra de la idea de que el dólar caro consolida a la Argentina como un productor de bienes primarios.
En este resultado mucho tuvieron que ver las ventas automotrices a Brasil, principal motor de las Manufacturas de Origen Industrial, que el año pasado crecieron un 37,2 por ciento por encima del promedio. Pero este dato resultaría accesorio frente a lo que ambos funcionarios identificaron como “una tendencia” y no sólo como una oscilación en serrucho.
Tan así es que las ventas de productos industriales hoy se acercan al nivel de 1998, pero con una conformación diferente. Según Industria, hay mayor diversificación de los destinos y de bienes exportados, en parte gracias a los estímulos oficiales, como el régimen que propicia la venta de plantas llave en mano. Esto habría ayudado a explorar mercados no tradicionales, como lo prueban las ocho operaciones en marcha, entre ellas la exportación de una planta láctea al Salvador, otra de aceite a Ucrania y de matricería para Vietnam.
Los pronósticos ratificados ayer por Dumont sostienen que en 2005 las ventas argentinas al exterior crecerán un 3 por ciento, llegando a los 36 mil millones de dólares. Las importaciones lo harán en un 14,8 por ciento, casi rozando los 25 mil millones de dólares. Argentina seguiría teniendo superávit comercial, aunque menor al que registró este año, de 12.132 millones de dólares.
Las perspectivas serían mejores con Brasil. Según Dumont, hay posibilidades de disminuir la brecha comercial (que en enero fue de 148 millones de dólares en detrimento de la Argentina) aumentando la venta de productos con mayor valor agregado. Justamente, un punto al que apuntan los negociadores brasileños cuando cuestionan como innecesarias las salvaguardas de la Argentina, acusando además al país de violar el Tratado de Asunción y normas de la OMC.
“Nosotros nunca utilizamos el argumento de la balanza comercial general en la negociación”, advierte Dumont, recordando que los sectores “sensibles” representan una porción marginal del comercio bilateral. Esto está fuera de duda. Textiles, electrodomésticos y calzados representan apenas el 4 por ciento de ese intercambio y para solucionar los problemas que originó en estos sectores el aumento de las ventas brasileñas se sigue apelando a los acuerdos privados entre empresarios. Hoy habrá una reunión entre fabricantes de televisores locales y brasileños para buscar un acuerdo que permita levantar la salvaguarda del 20 por ciento (originalmente 21,5) con que Argentina gravó la importación de aparatos desde Manaos. Los empresarios de aquel país habrían respetado los pactos de autorrestricción en la venta de cocinas, heladeras y denim, aunque no el cupo para calzado.