ECONOMíA
› BLEJER SE REUNE CON DUHALDE CON LA RENUNCIA EN UNA MANO Y UN DECRETO EN LA OTRA
“Quiero hablar con el Presidente”
Mario Blejer se reunirá hoy con el Presidente y le planteará una condición para continuar en el cargo: que firme un DNU otorgando inmunidad al directorio del Banco Central frente a futuras denuncias judiciales. Si no, ya tiene redactada la renuncia.
› Por Maximiliano Montenegro
“Quiero hablar con el Presidente”, respondió ayer el titular del Banco Central, Mario Blejer, a cada consulta de legisladores y funcionarios interesados en saber si había tomado la determinación de renunciar. Como anticipó el domingo Página/12, Blejer tiene sobre su escritorio un borrador de decreto de necesidad y urgencia que otorgaría al directorio del Central inmunidad frente a futuras denuncias judiciales. Y pretende que Duhalde, apenas regrese al país, asuma el compromiso de firmarlo en los próximos días. El presidente del Central considera que la ola de cierres y fusiones de bancos en ciernes traerá aparejada una lluvia de juicios contra los miembros del directorio del organismo y pone como condición para seguir en el cargo un paraguas de protección legal. Si el Presidente se negara a suscribir dicho proyecto de indemnidad, sólo dejaría abierto un camino estrecho para frenar su renuncia. Le planteará entonces al Presidente que asuma la responsabilidad política y legal de cada medida que se tome respecto de la caída de bancos y el otorgamiento de redescuentos. Más aún, pedirá lo mismo –la firma del Presidente acompañando la suya– en caso de que la autoridad monetaria tuviera que vender masivamente reservas para detener la escalada del dólar.
Mientras ayer desde la Asociación de Bancos de la Argentina se lo daba por renunciado, para hoy Blejer levantó todas las reuniones que tenía agendadas a la espera de su encuentro decisivo con el Presidente.
La semana pasada, el titular del Central libró una dura batalla con el ministro de Economía por la política a seguir para salir del corralito. Blejer consideraba que el plan del ministro para salir del corralito, tal cual había sido diseñado, implicaba el riesgo de desembocar en una hiperinflación.
“Yo no quiero ser el que vaya a financiar la hiperinflación”, le llegó a recriminar a Lavagna, en uno de los momentos de máxima tensión. “Si seguimos facilitando la salida de depósitos de los bancos, yo voy a caer en una trampa: o sigo dando redescuentos y terminamos en la hiperinflación, o corto los redescuentos y soy el responsable de la caída de un montón de bancos”, explicaba a quien quisiera oírlo.
La pulseada se definió a favor del ministro, después de que Blejer impusiera algunas condiciones sobre el proyecto. El titular del Central teme que, si se pudieran comprar con los plazos fijos toda clase de inmuebles y bienes registrables, hubiera un goteo incontenible del corralón (los plazos fijos reprogramados) al corralito (las cuentas a la vista) y, desde allí, el dinero saliera de los bancos directo al dólar.
Más aún, sospecha que buena parte de las operaciones de adquisición de inmuebles con plazos fijos efectuadas entre mediados de febrero y el 15 de abrir fueron truchas, exclusivamente ideadas para escapar de los bancos al dólar.
Por eso, para limitar un traspaso masivo de depósitos a cuentas a la vista, Lavagna aceptó que los depósitos reprogramados sólo pudieran utilizarse para comprar viviendas en construcción y autos. Y sobre esa base, tanto en Economía como en el Central, realizaron cálculos más o menos coincidentes del dinero que saldrá del corralito en los próximos meses por el nuevo plan.
“Hay que avanzar con ese plan porque hay que avanzar con algún plan, aunque haya riesgo”, le trasmitió Blejer al ministro durante el fin de semana para saldar la discusión. Así, por estas horas, entre los dos, sólo hay diferencias operativas sobre los bonos optativos que se ofrecerán a los depositantes a cambio de sus plazos fijos.
Como igualmente Blejer estima que el plan Lavagna lo pondrá en la disyuntiva de seguir otorgando generosamente redescuentos a los bancos o decretar su cierre, hoy mismo piensa plantearle al Presidente una condición excluyente para continuar en su cargo:
- Imnunidad legal a los miembros de directorios por las denuncias judiciales que podrían derivarse del otorgamiento de redescuentos (hastael momento, unos 16.800 millones de pesos) y/o la suspensión y cierre de bancos.
“Si uno tiene que ir a visitar a su tía al hospital, no se va a poner las vacunas. Pero si sabe que en el hospital hay una plaga, es obvio que no se va a meter sin ponerse todas las vacunas.” Es la metáfora favorita que escogían ayer los colaboradores de Blejer para graficar cuán importante es para él imnunizarse contra eventuales denuncias penales.
Como publicó Página/12 el domingo, Blejer quiere que la cuestión sea incluida en un decreto de necesidad y urgencia con reformas “indispensables y urgentes” a la Ley de Entidades Financieras y a la Carta Orgánica del Banco Central. Ese DNU, imagina, no sólo le otorgaría más poder para armar el llamado “hospital de bancos”: es decir, disponer la intervención, cierre y/o fusión de entidades. También, mediante la modificación del artículo 42 de la Carta Orgánica del BC, determinaría que los actos de los funcionarios del Banco Central no pudieran ser revisados judicialmente, siempre que éstos demostraran que actuaron de buena fe, por ejemplo, para evitar males mayores. Así, con sólo esgrimir que los redescuentos a tal o cual banco fueron otorgados porque en caso contrario se ponía en riesgo a todo el sistema financiero serían inmunes a cualquier reclamo judicial.
Textualmente, el borrador de decreto dice: las decisiones de los funcionarios del Central sólo son “revisables en sede judicial cuando hubiere mediado falta de razonabilidad, desviación de poder, arbitrariedad o dolo” (ver facsímil).
Ayer, varios senadores del oficialismo trasmitieron el mensaje al Central de que no avalarían un decreto de esas características. Y durante el fin de semana el propio ministro Roberto Lavagna le trasmitió a Blejer el mensaje de que “éste no es momento adecuado para un proyecto así”.
Si Duhalde no aceptara la condición, el plan B de Blejer es que todas las decisiones sobre el sistema financiero sean tomadas a nivel político, directamente por el Presidente. Así, plantearía un esquema en el que Duhalde se haría responsable, por ejemplo, del cierre, la intervención de un banco, o la venta de reservas para frenar al dólar. No casualmente, cuando, el domingo pasado el Central tomó la decisión de mantener abiertos los bancos Bisel, Suquía y BERSA bajo la administración del Banco Nación, el directorio pidió la presencia del presidente interino, Juan Carlos Maqueda, para dar conformidad a la operación.
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