Mar 02.08.2005

ECONOMíA  › LAVAGNA DIJO QUE LAS RETENCIONES PODRIAN SER REEMPLAZADAS POR CUPOS

Ayuda para que la vaca no pase hambre

El titular de la Sociedad Rural había dicho, con Kirchner y Lavagna ausentes en el acto de inauguración de la muestra, que “con las retenciones se le saca la comida a la vaca”. Ayer, Lavagna concurrió a la exposición tratando de apaciguar los ánimos. Prometió estudiar el reemplazo de las retenciones por cupos a la exportación de lácteos.

› Por Cledis Candelaresi

Roberto Lavagna siguió ayer con ojos atentos el remate del gran campeón macho de Polled Hereford, vendido en 125 mil pesos, un 15 por ciento más de lo que se pagó el año pasado por la misma categoría. Pero no fue esa mejora lo que más alentó a los anfitriones de la exposición anual de Palermo, sino la promesa que el ministro de Economía les esbozó durante el almuerzo que compartió con el titular de la Sociedad Rural, Luciano Miguens: revisar la reciente suba sobre las retenciones de los productos lácteos para, eventualmente, reemplazar ese aumento por la aplicación de un cupo sobre las exportaciones. Lo que sigue siendo totalmente ajeno al ánimo oficial es revisar, al menos por el momento, el impuesto que grava las ventas de granos, sustanciosa fuente de ingresos para el fisco. Es más, en los despachos oficiales ya comenzó a considerarse la posibilidad de subir la alícuota de ese tributo sobre las carnes, previendo que en septiembre el precio de este producto es muy factible que suba.
La sola presencia del titular del Palacio de Hacienda en el predio de Palermo sirvió para atenuar el malhumor de los hombres de campo, tan irritados por aquella medida como por la ausencia de Néstor Kirchner y su secretario de Agricultura, Miguel Campos, quienes no asistieron a la muestra que se inauguró el sábado. “Fue un gesto que presagia la apertura del diálogo”, opinó Hugo Biolcatti, vicepresidente de la Sociedad Rural, al juzgar la visita de Lavagna, quizás esperanzado por la buena disposición que mostró el ministro en reconsiderar la medida.
Con el ánimo de contener los precios de los productos lácteos, Economía decidió subir por seis meses al 10 y al 15 por ciento las retenciones sobre la leche y los quesos, respectivamente (como hay una devolución del 5 por ciento, el gravamen efectivo es menor). La decisión impacta de un modo diferente en la industria que se aspiraba a disciplinar, según como se estructure su negocio. La Serenísima, básicamente orientada al mercado interno, no sólo no la cuestionó sino que hasta la aplaudió. Es razonable.
Sus competidores que exportan –Sancor vende al exterior la mitad de su producción, y otras como la rosarina Boglione o Saputo venden todo– pagan a los productores 57 centavos el litro, cuando la firma de los Mastellone sólo obla 52. Para conseguir materia prima en un contexto de demanda creciente, La Serenísima debía pagar más. Entonces, en la medida en que las retenciones más altas limiten el negocio exportador de sus competidores, tiene más posibilidad de conseguir leche más barata.
Esa suba por 180 días representa para el Gobierno un ingreso aproximado de 30 millones de dólares, que podría resignar sin demasiadas consecuencias. Otra historia muy diferente se plantea frente al impuesto que grava las exportaciones a los granos, que hoy le aporta al fisco alrededor de 2000 millones de dólares anuales y constituye un soporte clave del superávit fiscal que Economía anhela preservar a toda costa. Quizá por ello, en el borrador del proyecto de presupuesto para el año próximo no se contempla ninguna reducción sobre ese gravamen con el que la administración kirchnerista decidió capturar una parte de la renta extraordinaria que la devaluación procuró a los exportadores y que tanto exaspera a éstos.
Tampoco es semejante la participación relativa que tienen ambos rubros en el mercado local. Mientras que en el caso de la lechería se exporta el “excedente”, el 95 por ciento de la soja está destinado a la venta externa. En este caso, las retenciones son claramente un recurso para apuntalar la recaudación y no un factor disciplinador de los precios internos, que ha sido bastante eficaz hasta el momento.
Ese doble rol que tienen los impuestos sobre las exportaciones (reforzar ingresos fiscales y moderar precios debilitando la renta exportadora) los transforma en una herramienta útil para evitar una nueva suba en las carnes, que los especialistas prevén para el mes próximo. Del mismo modo que la escasez de pastos llevó a que muchos ganaderos liquidaran su stock, aumentando la oferta, la llegada de la primavera desencadenaría el proceso contrario, provocando cierta escasez. Hoy las retenciones sobre las carnes son del 5 por ciento para los envíos de hasta 5 kilos, la presentación más frecuente, y llega hasta el 10 para el resto. Según especulan en Economía, podría hacerse algún toque hacia arriba en caso de que la menor entrada de cabezas a Liniers estimule una suba de precios que indefectiblemente llegará a los mostradores y hará remontar el índice de precios cuyo desboque se teme. Está lejos de ser un tema cerrado pero sí forma parte de la artillería con la que el Gobierno podría enfrentar el problema.

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