Hoy el Indec difundirá la tasa de inflación de julio que, según pudo saber Página/12, fue del uno por ciento. Es el segundo índice de inflación más alto del año, después del 1,5 por ciento que registró marzo. Pero aun así la noticia tiene un costado positivo por el lado de las expectativas, si se tiene en cuenta que la mayoría de las consultoras privadas especulaban con un índice de entre 1,2/1,3 por ciento, y había quienes temían algo más. Además, julio era un mes particular, porque arrastraba un piso de inflación de junio y por la estacionalidad de los precios del turismo, que suelen ajustarse por las vacaciones. Lo preocupante es que en los primeros siete meses del año el IPC acumula 7,1 por ciento, por lo que sería casi imposible cerrar el año con la inflación en un dígito.
“La inflación está controlada”, dijo ayer el presidente Kirchner y habló de un reacomodamiento de precios tras la devaluación. Sin embargo, Lavagna estima que la clave está en las expectativas, ese concepto propio de la psicología que puede despertar al dragón inflacionario más allá de las condiciones objetivas de la economía.
Al igual que en los meses anteriores, en julio los alquileres subieron por encima del promedio general. Mientras que continuaron las remarcaciones en el rubro alimentos y bebidas y, en particular, en pollos, lácteos y pescados. A principios de la semana pasada el Gobierno aplicó retenciones a las exportaciones de leche y quesos, para disciplinar los precios internos de esos productos. Pero hasta ahora no hay señales de que las empresas lácteas más importantes hayan dado marcha atrás con los ajustes que impusieron a sus clientes a mediados de julio.
El otro rubro que mostró un salto importante de valores el mes pasado fue “esparcimiento”, influenciado por la suba estacional de precios que se produce durante las vacaciones de invierno.
En el equipo económico se percibían anoche sensaciones contradictorias. La inflación de julio fue elevada, y no debería repetirse en lo que resta del año para cumplir con el pronóstico oficial de máxima del 11 por ciento anual. Pero también había cierto alivio, porque el índice fue menor al esperado por los consultores privados. “Es una cuestión de expectativas, si de nuevo la inflación superaba las previsiones estábamos fritos”, confió un colaborador de Lavagna a este diario. Lavagna está convencido de que hoy el mayor peligro a la vista está en las expectativas. Teme que si se crea la impresión de que “todo aumenta” (y mucho) entonces pueda desatarse un proceso indexatorio en todo los sectores de las economía, aun en aquellos que no sufrieron subas de costos en los últimos tiempos.