ECONOMíA
› PANORAMA ECONOMICO
2002: unidos o dolarizados
› Por Julio Nudler
“País cuya moneda no cumple la función de combinar el ahorro y la inversión a través del crédito.” ¿No es ésta una definición posible de la Argentina? Este país es un caso notorio de dolarización de facto. ¿Debería rendirse ante ella y abolir el peso (y los múltiples patacones)? ¿Se está a tiempo de salvarlo? ¿Valdrá la pena seguir asumiendo los tremendos costos de intentarlo? El Cespa (Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina), de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, acaba de presentar un excelente trabajo que revisa todo el debate internacional en torno de la dolarización. Su autora es Mariana Rojas Breu, con la supervisión de Jorge Schvarzer. Lejos de ser un alegato contra la dolarización, el documento articula inteligentemente los argumentos en juego. Lo que sigue es un intento muy comprimido de reflejar la controversia de la que da minuciosa cuenta ese texto.
u ¿Quiénes son los que directamente ni se plantean que la dolarización sea una alternativa para la Argentina?: aquellos que cuestionan el modelo establecido en los ‘90 y abogan por otro modelo de desarrollo, en el cual la dolarización no tiene sentido por el rol central que debe cumplir en él la moneda nacional.
u Para los economistas neoclásicos, la moneda es sólo un medio que facilita las transacciones. Para otras escuelas de las ciencias sociales, la moneda posee un poder simbólico fundamental. Es parte de la identidad de una nación, un símbolo del contrato social que existe entre los ciudadanos. La supresión de la moneda nacional pone en peligro la articulación social y la legitimidad estatal.
u Hay que distinguir entre la dolarización, que es la adopción la moneda de otro país, y la creación del euro como moneda común de un grupo de naciones. Son dos procesos completamente diferentes. Está muy claro que Estados Unidos no estará dispuesto a eliminar el dólar para adoptar una moneda supranacional, como sí lo han hecho Alemania o Francia. La Unión Europea condujo al euro. El ALCA no llevaría a nada parecido.
u Estos años hay un mayor interés de diversos sectores norteamericanos por definir una posición más homogénea del país frente al tema.
u Con la dolarización en otros países se expandiría la influencia estadounidense, aunque al hipotético costo de cargar con una responsabilidad implícita (no explícita) en relación a los países que adopten el dólar.
u La dolarización ajena es para Estados Unidos una forma de competir con el euro, moneda que puede amenazar la hegemonía del dólar, actualmente un pilar de la expansión económica norteamericana.
u Las exportaciones de EE.UU. ya no se verían limitadas por el peligro de devaluación de otras monedas. Además, la desaparición del riesgo cambiario favorecería también las inversiones norteamericanas en los países que dolaricen, asegurando la repatriación consecuente de las utilidades.
u Algunos políticos estadounidenses de extrema derecha han dado pasos muy contundentes en favor de la dolarización. Hay incluso un proyecto de ley para allanarle el camino, presentado por el senador C. Mack.
u En el debate respecto de la Argentina, el argumento de mayor peso que esgrimen los partidarios de la dolarización es la reducción de las tasas de interés al desaparecer el riesgo cambiario. Por ende, habrá una notable expansión del crédito y un fuerte impulso a la inversión.
u La existencia de una moneda nacional que no puede ser utilizada fuera del país, y dentro de éste sólo para operaciones de corto plazo, limita la inversión porque no se dispone de crédito en moneda local a largo plazo. Al emplearse el dólar para la financiación de largo aliento, surge el descalce entre la moneda en la cual se otorgan los préstamos y la de los ingresos que obtendrá el deudor para devolverlos.
u Los detractores de la dolarización aducen que ésta provoca la pérdida de un instrumento fundamental en una estrategia de desarrollo nacional y que conduce a la virtual importación de la política monetaria de Washington.
u Los dolarizadores creen que la pérdida de soberanía monetaria es un asunto trivial o el mal menor (aducen que la política monetaria expansiva no es efectiva en la práctica), y hasta puede ser una ventaja, porque reduce la discrecionalidad de gobiernos incompetentes.
u Los antidólar destacan que, abolida la moneda propia, el gobierno no podrá emitir para proveer liquidez cuando haga falta, y que tampoco podrá auxiliar a los bancos cuando atraviesen crisis de iliquidez. Así, la quiebra del sistema financiero podría cortar la cadena de pagos, provocando enormes costos para la economía.
u Dolarizar, recuerdan algunos críticos, no es atarse solamente a la economía estadounidense hoy, sino también a su evolución futura. Los factores que hacen que actualmente el dólar sea considerado una moneda conveniente pueden no mantenerse. Por cierto, ¿quién hubiese propuesto dolarizar en los años ‘70?
u En la otra vereda, buena parte de la literatura presenta como inevitable dolarizar para países con una experiencia inflacionaria muy intensa e instalada en la sociedad, donde se evalúa imposible recrear la confianza en la política monetaria. Esa literatura culpa por la alta inflación a los déficits fiscales, y así añade a la dolarización el atractivo de controlar el gasto público, al no poderse emitir para solventarlo.
u La dolarización sería más conveniente para los países fuertemente endeudados en dólares. A mayor incidencia del riesgo devaluatorio en la sobretasa que el país debe pagar al endeudarse, mayor podría ser el beneficio de eliminar ese riesgo. Sin embargo, la posibilidad de devaluar, reforzando con ello las finanzas públicas, tal vez reduzca el riesgo de caer en una cesación de pagos, que es en cambio mayor cuando no es posible corregir desvíos respecto de la paridad de equilibrio.
u Lo seguro es que la dolarización nunca eliminaría totalmente el riesgo de un estrangulamiento externo porque podría sobrevenir una fuga de capitales por una pérdida de confianza en la sustentabilidad fiscal o financiera.
u Quienes proponen la dolarización buscan abandonar la moneda nacional débil, precisamente porque es débil, y archivan toda intención de construir una moneda más fuerte. Aunque el diagnóstico de la debilidad de la moneda se comparte, de él no se desprende necesariamente la dolarización como salida.
u Cuanto más creíble sea la dolarización como proyecto definitivo, mayores serán los beneficios. La confianza en las nuevas reglas de juego de la economía asegurará el regreso a un sendero de crecimiento sostenible. Un argumento esencial de los dolarizadores es que los presuntos beneficios de poseer el control de la política monetaria y cambiaria no se concretan empíricamente.
u Una devaluación en el momento indicado -señalan otros- puede ayudar a superar las consecuencias de un ajuste brutal. Pero los resultados a obtener dependerán de las características particulares de cada país. (Como si dijeran que una cosa es Brasil y otra la Argentina.)
u La condición básica para poder dolarizar es tener en el país los dólares que habrá que repartir entre los habitantes en el origen del proceso. Luego debe haber algún sistema para que la oferta de dólares siga a la demanda de moneda. Eso sí: las reservas en poder del Banco Central deben ser suficientes para iniciar el juego.
u La escasa dinámica exportadora y la alta dependencia de las importaciones que muestran países como la Argentina arroja dudas sobre la posibilidad de sostener en el tiempo la expansión de la masa monetaria que puede ser necesaria para acompañar la marcha de la actividad. Al mismo tiempo, parece muy arriesgado supeditar esta dimensión a la entrada decapitales externos, cuyo comportamiento suele estar más asociado a una lógica financiera y de corto plazo que a la productiva.
u Muchos hacen hincapié en el consenso político y social como un requisito fundamental para que la dolarización funcione. Es una decisión eminentemente política. El análisis técnico sólo determinará si es factible y cuál es la mejor forma de implementarla.
u Cuanto menores el déficit fiscal y la deuda pública, mejor funcionará la dolarización, ya que será más creíble el compromiso del gobierno.
u ¿Cuál es el sentido de la dolarización si para llevarla a cabo hace falta antes dar una solución a la débil situación fiscal y financiera de los países? No existiendo esa debilidad, la dolarización sería en buena medida una propuesta absurda.
u El hecho de que la dolarización sea un fenómeno marginal en el mundo sugiere que, cualesquiera sean los motivos, la mayoría de los países han preferido mantener su moneda. Este dato es también un argumento contra la dolarización en la Argentina.