El Indec difundirá hoy un número que anoche puso de muy malhumor al presidente Kirchner. Superando los pronósticos más pesimistas, la inflación de septiembre trepó al 1,2 por ciento, triplicando la suba de precios de agosto. Más preocupante aún, el aumento de precios en los alimentos más que duplicó el salto del índice general, con lo cual la inflación sigue golpeando con mayor fuerza en el bolsillo de los más pobres. Verduras, frutas y pescados fueron algunos de los productos que más escalaron. Pero también se registraron aumentos en carnes y pollos, pese a los acuerdos cerrados por el Gobierno, y en lácteos, donde las medidas oficiales por lo visto no dieron resultado. Hubo importantes remarcaciones en el rubro indumentaria, como consecuencia del inicio de la temporada primavera-verano. Y continuaron los ajustes en alquileres y en algunos servicios.
“Los grandes supermercados se van a tener que encuadrar porque el Gobierno está dando una batalla para vencer la pequeña inflación que tenemos”, disparó ayer Néstor Kirchner, durante un acto de campaña en Vicente López. La mención no fue casual. Una hora antes, el propio Roberto Lavagna le había acercado las planillas del Indec con los datos definitivos de septiembre. “No queremos más a los pícaros. Estamos dando una batalla que tenemos que ganar”, les volvió a espetar el Presidente a los supermercadistas, aunque sin hacer nombres propios. Según los números que manejan en la Subsecretaría de Defensa del Consumidor, los precios en los supermercados vienen encareciéndose por encima del promedio general, en especial en los productos más sensibles de la canasta familiar, como carnes y lácteos.
Tanto es así que en el equipo económico reconocen que durante la última semana del mes las encuestas del Indec no detectaron ninguna baja en los valores de la carne, como era de esperar después de firmados los acuerdos primero con los frigoríficos y después con los representantes de las mayores cadenas de supermercados. Ahora habrá que ver si en los próximos dos meses se respeta, al menos, el compromiso de mantener los valores congelados hasta mediados de diciembre, porque durante la primavera suele producirse una merma estacional en la oferta de vacunos.
Con el 1,2 por ciento de septiembre –la mayor suba registrada en el año, después del salto del 1,5 por ciento de marzo–, el IPC acumula en lo que va del año un 8,9 por ciento. Así, en el último trimestre del año (octubre-diciembre) los índices no deberían superar el 0,6 por ciento mensual para cerrar el año por debajo del techo del 11 por ciento que fijó Lavagna, cuando presentó semanas atrás el proyecto de Presupuesto 2006 en el Congreso.
Entre los alimentos que más aumentaron en septiembre sobresalen las verduras frescas: el tomate, por ejemplo, se encareció más del 100 por ciento. Pero según los expertos, éste es el costado menos preocupante del asunto, ya que dichos ajustes serían habituales en esta época, por cuestiones de estacionalidad. En el caso del pescado también estaría jugando un factor excepcional, como es el largo conflicto gremial que afecta a la industria.
En lácteos, en cambio, el boom de las exportaciones y de los precios internacionales sigue trasladándose a los precios domésticos, pese a que el Gobierno elevó las retenciones, en un fallido intento por disciplinar a los empresarios del sector.
En el horizonte, no sólo está el problema de los alimentos, sino que amenazan con estallar los servicios: a los ajustes de la medicina prepaga ya anunciados, se suman los taxis, los costos de los peajes y las tarifas de las empresas privatizadas, entre otros.