ECONOMíA
› OTRO GESTO DE ACERCAMIENTO DEL EQUIPO ECONOMICO AL FONDO
“Rato es el futuro, no el pasado”
Guillermo Nielsen, secretario de Finanzas, elogió así al director gerente del FMI. Se iniciarán las negociaciones a fin de año.
A fines de este año será el momento en el cual se reanudarán las negociaciones con el Fondo Monetario, de acuerdo con lo revelado ayer por Guillermo Nielsen. “Nos estamos preparando para reanudar las discusiones con el FMI pronto”, aseguró el secretario de Finanzas, para luego precisar que ello ocurrirá justo antes de que cambie el año. En Washington también se están preparando. Fuentes ligadas al organismo aseguran que las negociaciones serán largas. Y que el tema de la inflación será uno de los ejes de esas discusiones. Desde la Casa Rosada ya anticiparon que el eventual acuerdo no deberá condicionar el crecimiento económico.
Anteayer, Lavagna había dado muestras de un acercamiento con el FMI. Había sugerido que el Gobierno está dispuesto a retomar las conversaciones, pero aclaró que no había fecha para concretarlo. “En su momento”, se había limitado a decir. También desde China, donde ambos se encuentran por la cumbre del G-20, Nielsen le puso precisiones a la insinuación de su jefe.
En sus declaraciones, el secretario incluso fue elogioso de Rodrigo Rato. “El Fondo actual no es el del pasado. El nuevo director gerente, Rato, representa el futuro, no el pasado”, dijo, tras criticar la actuación del organismo durante la última crisis. La buena onda hacia el FMI se dio luego de diálogos informales de Lavagna con Rato durante el último fin de semana, en Pekín.
Durante la tarde de ayer, Alberto Fernández refrendó la intención del Gobierno de reabrir las negociaciones, aunque le puso un esperado límite político. “Se trata de llevar adelante una discusión sobre premisas que no supongan condicionar el desarrollo argentino”, sostuvo el jefe de Gabinete.
Lo cierto es que los técnicos del Fondo se sentarán a negociar con una receta extraída de los manuales de la ortodoxia económica. Y no sólo eso. Concurrirán con la orden de ser poco flexibles: el FMI no tiene ningún apuro en cerrar trato con la Argentina, porque el Gobierno está pagando puntualmente todos sus compromisos. Ayer mismo se giraron 137,5 millones de dólares para cumplir con un vencimiento.
Página/12 hizo consultas entre distintos economistas allegados al FMI, algunos de ellos, ex asesores. El consenso es que se viene una discusión larga. En primer lugar, por el no apuro de Washington y, en segunda instancia, porque las exigencias serán similares a las que, por el momento, el Gobierno rechazó.
Una de las demandas básicas será para que el Gobierno disminuya las expectativas inflacionarias. De acuerdo con la óptica fondomonetarista de ortodoxia al ciento por ciento, la actual política monetaria exacerba el aumento de los precios y el Banco Central debería cambiar su sesgo. No aceptan que la circulación de pesos haya aumentado alrededor de 30 por ciento en el último año. Cumplir con ese mandato implicaría subir las tasas de interés para captar dinero que en la actualidad está en circulación. Si bien el FMI aceptaría que la inflación de 2006 ronde el 9 por ciento –tal cual figura en el Presupuesto–, presionaría para que en 2007 baje al 6 o 7 por ciento y por debajo del 5 por ciento en el 2008. Hasta ahora, el Gobierno se negó a elevar las tasas para evitar el enfriamiento de la economía, pero es cierto que, más allá de los dichos de Fernández, la cuestión fue debatida en el seno del equipo económico.
En línea con la cuestión inflacionaria, el Fondo también pondrá bajo discusión el actual tipo de cambio. Pedirán una flotación “limpia”. Se busca que, al menos, el dólar baje a 2,70 pesos.
También se reclamará una reducción del gasto público. Aun cuando éste crecerá este año un 18 por ciento, en línea con la recaudación.
Y sobre las tarifas, se haría eje sobre la necesidad de dar aumentos de tarifas especialmente en el sector energético, de manera de superar la crisis que demanda recursos fiscales.
Por último, un clásico: reclamará la eliminación paulatina de los “impuestos distorsivos”, entre los que consideran al cheque y las retenciones.