ECONOMíA
› GEORGE W. BUSH DESIGNO A BEN BERNANKE PARA TITULAR DE LA FED
Se va el Tío Alan y viene el Tío Ben
De asesor económico de Bush a Nº 1 de la Fed. Qué se espera del nuevo hombre fuerte de la economía mundial y su efecto en la región.
› Por Claudio Zlotnik
Alan Greenspan ya tiene quien lo reemplazará al frente de la Reserva Federal: será Ben Bernanke, actual jefe de asesores económicos de la Casa Blanca, que asumirá el próximo 31 de enero. La designación es relevante para la Argentina porque el recambio se concretará ante la preocupación, tanto en los círculos financieros como en el Gobierno, de un cambio en el contexto internacional. La inquietud refiere a la posibilidad de una continuación de la actual tendencia alcista de la tasa de interés.
En la actualidad, Bernanke ocupa el que se considera como el tercer cargo económico en importancia de los Estados Unidos, detrás del secretario del Tesoro y, precisamente, del titular de la FED (banca central estadounidense). Ahora Bernanke dará el salto para reemplazar nada menos que a Greenspan, el banquero central que se convirtió en un oráculo para los financistas y que condujo el organismo los últimos 18 años.
El nombramiento impulsó las acciones en Wall Street –el índice Dow Jones subió el 1,7 por ciento–, pero cayeron los bonos de largo plazo, lo que se tradujo en un alza de las tasas de interés implícitas de esos papeles. En los títulos a 10 años, la suba fue del 4,39 al 4,46 por ciento anual. La lectura inmediata fue que Bernanke sería más flexible que Greenspan a los deseos de la Casa Blanca y permitiría que la economía estadounidense conviva con una mayor inflación.
La cuestión es determinante para el futuro de los países denominados emergentes, como el argentino. En todos estos años, Greenspan se mostró como un implacable enemigo de la inflación. Y en los últimos meses aseveró que no estaba dispuesto a emitir dólares para cubrir el bache fiscal record de los Estados Unidos. Es decir, el gobierno debería emitir títulos públicos para financiar ese rojo, lo que se traduciría en subas de las tasas de largo plazo. Greenspan, a su vez, está embarcado en un proceso alcista de las tasas de corto, con el objetivo de aplacar un incipiente rebrote inflacionario.
El tema es de particular atención para la Argentina y los demás países de la región. Un aumento de las tasas en Estados Unidos tiene un impacto directo en esas economías: la menor liquidez internacional se traslada a un incremento en el costo del financiamiento. No hay que olvidar que, sin un acuerdo con el FMI, el Gobierno necesitará buscar dinero en los mercados.
Ayer, Bush transmitió la idea de “continuidad” de la era Greenspan, dando a entender que habrá torniquete monetario si se escapan los precios. Fue el propio Bernanke quien lo aseguró durante su presentación pública. De hecho, el banquero central designado adhiere a la política de metas de inflación, lo que debería despejar las dudas a los operadores de mercado. Y también fue miembro, durante tres años, del directorio de la FED. Sin embargo, ayer se escucharon algunas dudas, que quedaron reflejadas en los precios de los bonos. A los corredores no se les escapa que Bernanke defendió la fuerte rebaja impositiva de Bush y el consiguiente desequilibrio de las cuentas públicas.
En el fondo, la polémica sobre la situación de la economía estadounidense va más allá de la política monetaria de corto plazo. E implica saber si la mayor economía del mundo se encamina hacia un ajuste suave tras varios años de crecimiento. Los defensores de Greenspan rescatan, justamente, que durante su reinado hubo apenas 16 meses de recesión en 18 años. Y que fue capaz de manejar con aciertos el derrumbe bursátil de 1987, a poco de asumido; el terremoto financiero durante la primera Guerra del Golfo; la crisis global que empezó en Asia en 1997 y finalizó en la Argentina en 2001 y los ataques terroristas de aquel año, cuando bajó la tasa de corto al mínimo histórico del 1 por ciento anual.