ECONOMíA
El régimen automotor del Mercosur busca su destino
Desde hoy, empresarios y representantes de los gobiernos de la Argentina y Brasil discuten en Río la reformulación del régimen automotor. Buscan imponerles más obligaciones a las terminales.
› Por Cledis Candelaresi
La propuesta para reformular el régimen automotor del Mercosur que presentó el gobierno argentino se basa en un sistema de premios que permitiría importar desde Brasil libre de aranceles sólo a aquellas terminales que garanticen invertir, desarrollar nuevos productos y exportar fuera del bloque. El resto debería oblar el 35 por ciento que grava cualquier compra de extrazona. La idea esbozada días atrás en Buenos Aires ante empresarios de los dos países será debatida a partir de hoy en Río de Janeiro entre los representantes de Néstor Kirch-
ner y Luiz Inácio Lula da Silva, quienes deberían llegar a un acuerdo antes de fin de año, cuando expira el actual Programa Automotor Común. De prosperar aquellos criterios, firmas como Fiat o Scania podrían quedar en una situación incómoda.
Aunque faltan escasas semanas, la fórmula sustituta del PAC aún no está clara. Lo único definido es que no se liberará el comercio entre los dos principales socios del Mercosur, tal como estaba previsto. Para Roberto Lavagna resulta imposible hacerlo en la medida en que entre los países subsistan asimetrías de la envergadura actual, tanto en el tamaño de la producción como en las condiciones para fabricar, que les hacen ganar competitividad a los coches del país vecino.
Hoy existe un comercio bilateral regulado, que obliga a las automotrices radicadas en territorio argentino a exportar tanto como importan desde aquel destino, aunque con un margen de flexibilidad bastante generoso para producir un desvío desde esa base. La realidad es que las terminales fueron diseñando su producción con un criterio de especialización y fabrican modelos diferentes en cada lado de la frontera. Pero comercializan indistintamente lo que hacen en ambos países, aprovechando la posibilidad de importar sin aranceles desde el otro socio del Mercosur.
La idea de Economía es que, en el nuevo régimen, además de las operaciones externas de cada una de las empresas, otros parámetros a considerar sean cuánto invierten, qué nuevos modelos desarrollan en Argentina y cuánto exportan. Quizá la combinación de esos factores podría dejar en una situación menos cómoda a firmas como Fiat, que acá sólo produce motores e importa unidades terminadas.
Una incógnita es cómo se eliminarán las aludidas asimetrías en los regímenes legales para el sector. Brasil tiene un poderoso sistema de estímulos fiscales a la producción de autos, que la Argentina intenta compensar en parte con medidas como el reintegro de impuestos sobre el valor de las partes fabricadas localmente o la devolución del IVA a cambio de que esos fondos sean reinvertidos.
Pero la realidad indica que es difícil competir con las terminales brasileñas, que producen todo lo que necesita su mercado interno y ofrecen una variedad de 65 modelos contra los 17 que se fabrican aquí. Donde sí Argentina tiene una ventaja relativa de fuste es en el tipo de cambio, que resulta mucho más competitivo para las empresas que exportan desde el país en relación con las que lo hacen desde territorio brasileño.
Al margen de esas diferencias macro, los industriales de la argentina Adefa y la brasileña Anfavea consiguieron consensuar una propuesta que resigna la liberación ya mismo del comercio, postergándola al 2008. Pero en un mercado en expansión, la disposición empresaria a negociar y resignar pretensiones es mayor. Los fabricantes locales ya paladean las 400 mil unidades vendidas en Argentina como un registro que superará la mejor marca de la convertibilidad y aseguran que la meta es llegar a las 500 mil. Si a esto se añade la apertura de nuevos destinos para exportar, esa bonanza estaría garantizada.