Mar 17.01.2006

ECONOMíA  › OPINION

Autonomía

› Por Víctor De Gennaro *

Carlos Tomada, ministro de Trabajo, declaró que los aportes a los sindicatos sin consulta a los trabajadores son legales. Puede ser. Pero estoy seguro de que no son legítimos. Cuando se modificó la llamada ley “Banelco” –impulsada por el gobierno de Fernando de la Rúa y denominada así porque tuvo que ser “tarifada” para aprobarse–, la CTA presentó una modificación que consistía en la vigencia de las cláusulas de los convenios colectivos que fueran aprobadas por los que las vamos a sufrir o a gozar –los trabajadores–, poniendo límite a la firma de acuerdos a la baja sin ninguna estrategia aprobada por los trabajadores y no delegar impunemente el “poder de la lapicera”. El Gobierno no aceptó esta propuesta, que era avanzar en la democratización de las relaciones laborales. Más bien se abstuvo de discutir ésta y otras cláusulas. No me opongo al aporte de los trabajadores a sus organizaciones, pues he aprendido que sólo nosotros podemos, con nuestro bolsillo, bancar o financiar nuestra autonomía. Y esto también es indelegable. Por lo tanto apruebo lo acordado por los trabajadores siempre y cuando medie su aprobación sin compulsión. He defendido y defiendo la libertad y la democracia sindical en todos sus términos.

Lamentablemente este ministro y el Gobierno no avanzan sobre las limitaciones de la Ley de Asociaciones Sindicales, superada por la vigencia de las normas de la OIT, supraley a partir de la reforma constitucional del ’94. La OIT ha calificado las políticas gubernamentales, desde ese entonces a la fecha, como incumplimiento de esos acuerdos y sus normas. Y no es sólo la no aprobación de la personería gremial de la CTA, sino también de las más de 1970 organizaciones que, teniendo inscripción gremial, son verdaderos nosindicatos y están proscriptos para poder ejercer el derecho que les corresponde. Y lo mismo con las cientos de organizaciones que esperan su mera inscripción gremial, o sea, su personería jurídica. La ley “Banelco” significó el intento de legalizar la flexibilización laboral para permitir el trabajo en negro, precario, la baja salarial, y aumentar la rentabilidad de los grupos económicos que siguen depredando el país, inventando el hambre y la desocupación en una patria donde sobra comida y sobra trabajo, pues está todo por hacerse en su reconstrucción y liberación. Por eso, hay modelos de país, modelos económicos, modelos de política, modelos de empresarios, y también modelos de sindicalismo, que sólo debemos, en libertad y democracia, decidir y construir los trabajadores con autonomía de los gobiernos y, mucho más, de los patrones.

* Secretario general de la CTA.

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