YPF se consolidó como la empresa que más gana en la Argentina. El año pasado embolsó 5337 millones de pesos, un 10 por ciento más que durante 2004. El monto representa aproximadamente la mitad de la utilidad de Repsol YPF a nivel global. La disparada del precio del petróleo fue fundamental para explicar el resultado, a lo que se sumó la liberalización del mercado gasífero en el mercado interno. El robusto balance, presentado ayer simultáneamente en la Bolsa de Comercio de Madrid y de Buenos Aires, reabre la polémica sobre quién se apropia de la renta petrolera.

El de YPF puede considerarse un caso paradigmático de lo que ocurre en la Argentina. Una empresa que se beneficia del fuerte crecimiento económico y también del contexto internacional. Al mismo tiempo, es un buen espejo donde observar la estrategia del Gobierno frente a los grandes grupos económicos. En YPF coexisten la dureza (altas retenciones) con otros aspectos más concesivos (desregulación gasífera, posibilidad de no liquidar las divisas en la Argentina, entre otros).

Respecto de los beneficios que deja el escenario internacional, la propia compañía reconoció que la disparada del precio del barril de crudo fue determinante para engordar sus cuentas. El tipo WTI, usado como referencia en el mercado argentino, describió un salto del 36,7 por ciento, al subir de un promedio de 41,50 dólares en el 2004 a uno de 56,71 en 2005.

El otro punto destacable fueron los ingresos por las ventas de gas, mercado que el Gobierno liberalizó hace un par de años. Las industrias que se abastecen de fluido de YPF tuvieron incrementos de 24,3 por ciento, en promedio, el año pasado. Los usuarios residenciales quedaron exceptuados de estos incrementos.

La discusión por el gas retornará en las próximas semanas. Está previsto que las estaciones de GNC se provean directamente de las empresas productoras, como YPF, a un precio libre, en lugar de comprarlo a las distribuidoras, como hasta ahora, a un valor regulado.

El sólido balance de la ex petrolera estatal se dio a pesar de las retenciones y el congelamiento en el precio de los combustibles en el mercado local. Los dueños de consultoras-lobbistas de la city suelen argumentar que los impuestos a las exportaciones son un abuso del Estado. Y que son motivo de que se paralicen inversiones, con el consecuente perjuicio para la economía y la sociedad. Lo que es seguro es que no impidió que la compañía contabilizara ganancias record.

Conclusiones similares extraen esos profesionales cuando mencionan la estabilidad en los surtidores. Aseguran que esos acuerdos de precios son de raíz exclusivamente políticas. Tal vez no les falte razón, si no fuera porque ocultan que la Argentina es un país productor de crudo y que, como tal, sus costos de extracción no deberían compararse con los valores del barril a nivel internacional. El Grupo Moreno, que nuclea a especialistas del rubro petrolero, calcula que ese costo se ubica en 4,70 dólares.

En la actualidad, las retenciones a las exportaciones de combustibles se sitúan en el 45 por ciento. El año pasado, YPF exportó por 2875 millones de dólares, con un incremento del 5 por ciento en relación con 2004. Además de las retenciones, YPF pagó 3410 millones de pesos por el impuesto a las Ganancias.

En el caso petrolero, las retenciones demostraron que sirven para ponerle un freno a la presión alcista de los precios internos. En todo caso, sería útil dirigir la mirada hacia otra cuestión: si vale la pena que la Argentina siga enviando sus naftas al extranjero siendo que existen estudios serios que prevén que el país se convertiría en un par de años en importador neto de combustibles frente a la caída de las reservas.