ECONOMíA › SUSPENSION DE EXPORTACIONES, LA PRIMERA DE UNA SERIE DE MEDIDAS DURAS
El Gobierno está satisfecho con el efecto inicial de su plan para bajar el precio de la carne. Prepara una batería de acciones para transformar el funcionamiento del mercado.
› Por Alfredo Zaiat
“Esto recién empieza”, comentó a este diario un destacado miembro del Gabinete de Néstor Kirchner al referirse a la drástica medida de suspender por 180 días los embarques de carne al exterior. Lo que se inició fue “la tarea de poner en orden lo que estaba totalmente desorganizado”, señaló el funcionario. En la Casa Rosada están satisfechos con el resultado inmediato –caída del precio en Liniers– de la fuerte sacudida a un sector acostumbrado a poner las reglas de juego sin que nadie los moleste en el mercado de un producto sensible en el menú de la mayoría de los argentinos. Ese funcionario también comentó que con la cadena cárnica tuvieron mucha paciencia, gracia de que no gozó ninguna otra. El equipo económico estuvo negociando durante meses con cada uno de los eslabones de esa actividad, sin ningún efecto positivo en los precios. La prohibición de exportar “se empezó a gestar hace tres meses”, precisó otro de los principales colaboradores del Presidente, admitiendo que antes de llegar a esa instancia probaron con medidas intermedias “que no tuvieron resultados”, como el registro de exportadores y la autorregulación de la venta al exterior.
En el Gobierno saben que no es una misión sencilla intervenir en el negocio de la carne debido a la heterogeneidad de los protagonistas, desde el más conservador hombre de campo, pasando por los consignatarios de tradición reaccionaria, hasta el humilde carnicero. “Hay que hacer transparente un mercado que no lo es pese a lo que dicen sus dirigentes”, indicó el funcionario. Técnicos del Ministerio de Economía han preparado una lista de casi una docena de medidas para llevar adelante ese objetivo. El desembarco de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, a cargo de José Sbatella, en el Mercado de Liniers fue el primer paso. Un grupo de expertos de esa dependencia estatal se instalará en una oficina del Mercado para revisar el sistema informático y controlar las bases de datos para verificar si los movimientos registrados efectivamente se realizan. Antes de tomar esa decisión se llegó a pensar en una medida aún más fuerte. Un importante miembro del equipo de Felisa Miceli consultó a uno de los técnicos que más conoce el negocio de la carne si era factible cerrar el Mercado de Liniers. Por esa plaza transita apenas el 15 por ciento del total de la hacienda que se faena, pero fija el precio de referencia para todo el sector. El interlocutor de quien quería clausurar el Mercado lo persuadió de que sería una medida de difícil implementación. La idea, entonces, fue la de avanzar en un sistema de registración electrónica de precios que involucre también a las operaciones que se concretan fuera del Mercado.
Varios son los factores que explican el actual stress de la cadena cárnica. El estancamiento por décadas del stock ganadero, el incremento de la demanda doméstica en el período 2001-2005 (aunque el año pasado bajó en relación al anterior), el aumento de los despachos al exterior por la apertura de nuevos mercados al superar el país la crisis de la aftosa, la falta de inversión de los productores, los manejos pocos transparentes de productores-consignatarios-frigoríficos-hipermercados, la competencia “desleal” de la soja por su extraordinaria rentabilidad, entre los principales. Pero este desacople de los precios en lo que va del año tiene dos orígenes para la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda. Uno, la resistencia de productores y consignatarios a la política de incremento de la oferta estableciendo un piso de 280 kilos para el faenamiento de la Hacienda, que en un mes subirá a 300. Y el otro es Rusia.
Este mercado se ha convertido en un fuerte demandante de carne argentina de lo que se conoce como el cuarto delantero (paleta, asado, milanesa), todos cortes populares de la dieta nacional, compitiendo así con la plaza local. El consorcio de frigoríficos ABC –los más grandes, que exportan Hilton– había propuesto que la prohibición de vender al exterior sea sólo a Rusia. Idea que fue descartada por el equipo económico porque sería imposible de sostener, además del costo que implicaría en términos diplomáticos y de las relaciones en el comercio internacional “castigar” a un solo país.
Otra iniciativa descartada fue la de subir las retenciones del 15 al 50 por ciento, al igual que una propuesta de hacerlas móviles como las que rigen para las exportaciones de petróleo. El precio de la carne en la plaza internacional ha contabilizado una fuerte suba. La salida de algunos mercados de Brasil, el primer exportador mundial de carne, por la aftosa y los efectos de la gripe aviaria en Europa, que provocó una mudanza del consumo de carnes blancas a rojas, derivó en una disparada de los precios. Según los registros seguidos a diario en Economía, en los últimos meses del año pasado la carne a granel cotizaba a 1700 dólares la tonelada. Con la aplicación del aumento de las retenciones del 5 al 15 por ciento, se ubicó en unos 1450 dólares, equiparando en ese entonces el valor en el mercado doméstico y el externo. Pero por esos dos factores externos mencionados la tonelada ha trepado a cerca de 2500 dólares la tonelada de la carne “barata”. La vía de una suba de las retenciones al 50 por ciento le pareció exagerada al equipo de Miceli, que decidió entonces directamente una restricción cuantitativa antes que una por el lado de los precios.
La ministra evaluó, además, que nada le garantizaba que ese ajuste de retenciones funcionaría, puesto que los informes que tiene de analistas internacionales del negocio de la carne adelantan que persistirá la tendencia al alza de los precios, fundamentalmente por la crisis de la gripe aviaria. Y no hay perspectivas en un horizonte inmediato de que Europa reabra su mercado a Brasil. Miceli confirmó hace dos viernes, en la reunión de los secretarios y ministros de Agricultura del Mercosur, que el socio mayor del bloque seguirá por ahora con las puertas cerradas para su carne.
Con la prohibición de exportar se afecta a los frigoríficos que se habían volcado a abastecer fundamentalmente a Rusia, entre otros mercados, de los cortes populares. En cambio se excluyó a los que tienen cuotas Hilton. En Economía sostienen que no debería haber despidos de personal porque aquellos frigoríficos podrán volcar al mercado interno lo que empezaron a destinar al exterior, resignando esa rentabilidad extraordinaria fruto de un inusual contexto internacional.
“En estos 180 días habrá tiempo para empezar a ordenar el mercado”, reiteró uno de los funcionarios consultados por este diario, detallando cuatro pistas:
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