› Por Raúl Dellatorre
Ni gestos conciliatorios ni expectativas de baja de precios. Una parte, al menos, de la dirigencia rural no acepta ni siquiera como posibilidad que bajen los precios de la carne en el mostrador. Y ridiculiza y descalifica la posición del gobierno nacional agitando el fantasma de que viene con las banderas de “la patria montonera”. El mensaje que ayer lanzó uno de los directivos de Confederaciones Rurales, el titular de Cartez, Ricardo Osella, fue lapidario. “Si el carnicero puede vender a 10 (pesos), no va a vender a 8”, señaló como para descartar cualquier esperanza de baja de los precios al mostrador. Y de paso le tiró un misil al Gobierno como para que no quede en pie ni una astilla de una mesa de negociación, acusándolo de reivindicar “la patria montonera”. “Las reivindicaciones que hace el Gobierno de la época de los ’70 se orientan en ese sentido (...), todavía estamos esperando un repudio a la violencia de los ‘70 en todos los términos”, dijo el dirigente ruralista abonado a la teoría de los dos demonios.
Osella confesó en público, ayer durante un reportaje radial, lo que muchos de sus colegas probablemente piensen y no manifiestan para no romper las reglas de convivencia: que antes que nada y por sobre toda otra cosa, lo que les importa es su propio bolsillo. A su criterio, “el hecho de que la baja no se traslade a las carnicerías es normal en un mercado atomizado (...). En la Argentina hay una demanda mayor a la oferta, y si el carnicero puede vender a 10 no va a vender a 8”, indicó el titular de la entidad que dice representar a los productores de Córdoba, San Luis, La Rioja y Catamarca. “El precio de la carne puede bajar circunstancialmente, pero es difícil, a pesar de que el novillo cayó en un 20 por ciento”, sostuvo.
En tanto, el presidente de Carbap, Javier Jayo Ordoqui (la otra entidad regional de fuerte peso en CRA), volvió a reclamar que se deje sin efecto el peso mínimo para la faena de bovinos, fijado en 280 kilogramos. A diferencia de su par de Cartez, Jayo Ordoqui destacó que “en Liniers ha bajado seriamente el precio de la carne y eso tendría que reflejarse en las carnicerías a la brevedad”.
Para los dirigentes rurales, una cosa es hablar para sacar ventajas en la mesa de negociación y otra decir sin tapujos lo que se piensa. La postura de Ricardo Osella, reveladora quizás del pensamiento de buena parte de la dirigencia rural, explica por qué es tan difícil lograr una baja de precios mediante un acuerdo entre los distintos sectores. Y por qué, usualmente, cuando estos acuerdos se alcanzan, luego no se cumplen. Convencido de que la tendencia a la suba “por razones de mercado” es una verdad revelada, el titular de Cartez entiende que la obstinación del gobierno nacional en bajar el precio responde exclusivamente a su apego a las prácticas e ideas de los ’70. En tren de agitar fantasmas, Osella afirmó que entre los hombres de campo “hay temor a que con esta escalada del tema de la carne, (el Estado) se apropie del ganado” como, según asegura, “ya pasó en los ’70”.
Pese a sus dichos, y a los que en una oportunidad anterior arrojó otra dirigente del sector, Analía Quiroga, vicepresidenta de Carbap, contra Kirchner (a quien le adjudicó “falta de materia gris”), Osella responsabilizó al presidente de la Nación por el nivel de violencia verbal alcanzado. “Quien empieza con las agresiones y todo tipo de diatribas es el Presidente; si a uno lo maltratan, tiene que reaccionar”, manifestó. “El Presidente debe respetar a los demás, así lo respetan a él (...). Es peor la virulencia ejercida por el Estado que la ejercida por los ciudadanos de a pie”, señaló, en una curiosa interpretación, luego de haber condenado la violencia de las organizaciones populares de los ’70 y ponerla en un mismo plano que el terrorismo de Estado de la sangrienta dictadura que se instaló en 1976.
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