ECONOMíA
› LA MISION DEL FMI REGRESA A WASHINGTON, DONDE SEGUIRA LA PULSEADA
Ahora le toca a Lavagna de visitante
› Por Raúl Dellatorre
En medio de un clima de fuertes tensiones y desconfianza externa por el resultado de las gestiones ante el FMI, la conducción económica apuesta a obtener la semana próxima en Washington el respaldo político que allane el camino a un acuerdo con ese organismo, que el Gobierno considera “un requisito indispensable” para ingresar en una etapa de recuperación. La misión del Fondo encabezada por John Thornton culminó ayer su tarea sin que aparentemente se hayan producido avances en la negociación, aunque oficialmente se informó exactamente lo contrario. “La única complicación es el goteo (salida de depósitos) por los amparos”, resumió una fuente oficial que aseguró que “se están analizando alternativas”, que pasarían por obtener una resolución de la Corte Suprema que habilite a devolver en bonos los depósitos que deban pagarse por orden judicial.
Tras el encuentro de Thornton con Roberto Lavagna de ayer, desde el Ministerio de Economía se informó que las tratativas para un acuerdo “están más avanzadas de lo que muchos suponen”. La misión fondomonetarista permanecerá 48 horas más en el país trabajando en el informe que presentará el lunes al directorio del organismo. Con ese informe en la mano, las autoridades del Fondo recibirán a Lavagna en Washington, quien viajaría el martes a la noche para permanecer en la capital estadounidense hasta el viernes, en principio.
Tras el veto parcial a la Ley de Subversión Económica que Eduardo Duhalde le ofrendó al Fondo, la lupa del organismo se posó sobre el programa monetario. Desde el punto de vista de un alto ejecutivo de un banco local, “Economía le está sirviendo en bandeja al FMI la posibilidad de la dilación permanente, porque si el programa monetario está supeditado al resultado del canje de bonos es lógico que el Fondo proponga esperar hasta el 16 de julio para aprobárselo, una vez que conozca ese resultado”. Bajo esa perspectiva, las expectativas de un acuerdo inmediato resultan muy bajas.
Pero el gobierno argentino no sólo tiene urgencia política en conseguir el acuerdo, sino que además lo corre el calendario. A partir del 15 de julio, empiezan a caer los vencimientos de la deuda argentina con los organismos multilaterales, que suman 5000 millones de dólares hasta setiembre, según indicó ayer el ministro de Economía. Tampoco le resulta digerible al equipo económico, a esta altura, conformarse con acordar una suspensión de los vencimientos mientras duren las negociaciones.
“Hasta hace 15 días, el Gobierno planteaba que iba a venir una misión negociadora y no fue tal, y que inmediatamente después venía Anoop Singh para cerrar el acuerdo: ahora resulta que es Lavagna el que viaja a Washington. Es todo un síntoma”, señaló otro representante del sistema financiero. “Si el ministro viaja, se juega todo al resultado que obtenga, porque difícilmente pueda seguir (en el cargo) si no vuelve con el acuerdo; y si fuera sin tener nada abrochado de antemano, sería una torpeza”, agregó.
El ministro, en tanto, sigue preparando su viaje. Hoy intentará un contacto telefónico con la vicedirectora del Fondo, Anne Krueger, para conciliar una agenda. En el entorno de Lavagna le restan importancia a las críticas y especulaciones sobre el rumbo incierto de las negociaciones. “El viaje del ministro estaba planteado como uno de los escenarios posibles hace 20 días”, aseguran, e incluso lo señalan como “el más favorable” frente a la alternativa de negociar frente a frente con Singh en Buenos Aires. “El programa monetario no es un problema, técnicamente está planteado como un modelo que se ajusta a diversas variables, y el monto del canje de bonos no es más que una de ellas”, aseguran en Economía.
“El único aspecto que complica es el goteo del corralito, pero se están buscando alternativas”, afirman en el Palacio de Hacienda, donde confían en que esa alternativa aparezca de la mano de una resolución de la Corte en las próximas horas. Desde los despachos de los ejecutivos de la cityporteña la perspectiva es bastante más negativa, y a la pregunta de cuánto tiempo más aguanta el sistema en medio de la incertidumbre responden, lacónicamente, que “lo que sorprende es que todavía no haya explotado”.