Vie 21.06.2002

ECONOMíA  › REPORTAJE A NITO ARTAZA

“No tengo aspiración política”

› Por Cledis Candelaresi

“La vida vale la pena ser vivida cuando algo sano la inspira”, termina un texto sobre el espíritu correntino que Nito Artaza tiene exhibido en una pared de sus oficinas. Poco antes de celebrar anoche en el Metropolitan los 100 mil espectadores que reunió en su última obra como actor, el promotor de la última y masiva movilización de ahorristas atrapados habló con Página/12 sobre la fórmula para desmantelar el corralito, su intención de repatriar dinero, criticó al Plan Lavagna, a los bancos, al FMI y negó aspiraciones políticas.
“La movilización del jueves valió la pena sólo por el hecho de que reavivó el ánimo de los jueces, que en forma inminente podrían declarar inconstitucional la Ley Tapón. Ese respaldo a la Justicia es importante.”
–¿No cree que hubo jueces que dispusieron amparos objetables, por sumas grandes, y animados por una presunta comisión?
–No tengo elementos para opinar sobre eso. Lo que no es justo es sospechar de los jueces cuando están impartiendo la ley conforme a derecho.
–¿Sostiene la propuesta de levantar el corralito repatriando capitales, empezando usted mismo, para predicar con el ejemplo?
–No es una solución del corralito sino una posición personal. Es una utopía pedirle hoy confianza a un ahorrista que acaba de ser estafado, pero tampoco se puede ser hipócrita: si hay cerca de 150 mil millones de dólares de argentinos en el exterior, y seguimos tomando créditos externos, algo falla. Es como girar en descubierto teniendo dinero en la cuenta corriente. Yo voy a seguir invirtiendo en la Argentina, como empresario teatral.
–¿Y a qué banco confiaría el dinero repatriado?
–Al primer banco que reconozca el derecho de propiedad de sus clientes.
–¿Ese banco debería reintegrar íntegramente los depósitos y en la moneda pactada?
–Sí. Pero es una acción individual, subjetiva. Yo no invito a nadie ni postulo que hay que perseguir a la gente que tiene dinero afuera. Cada uno tiene derecho a tener el dinero donde quiera. Inclusive en la punta del Everest. Yo defiendo derechos particulares, de propiedad privada. También le tenemos que pedir a la comisión parlamentaria que siga a fondo la investigación sobre los bancos que giraron sus ganancias al exterior antes de terminar sus balances. Ahora, esos mismos bancos no quieren hacerse responsables de sus pérdidas. La Justicia tiene que intervenir, ya que ahí existe un delito penal tipificado en el artículo 322 del Código Penal.
–¿Usted cuestiona la distribución anticipada de dividendos o toda la fuga que dio lugar a la imposición del corralito?
–No cuestiono al argentino común que hace años que tiene la plata afuera. Pero si los que tenemos guita afuera pusiéramos sólo el 2 por ciento, el país no estaría como está. Claro que es una cuestión de confianza.
–¿Pero cómo se seduce a esos nuevos nuevos ahorristas?
–Ahora no hay nada. El Plan que ofrece (Roberto) Lavagna para el canje de bonos da risa. Los bancos se suicidaron. Cuando el gobierno impuso el corralito, no se esforzaron por respetar el derecho de propiedad de sus clientes.
–¿Se suicidaron o presionaron al gobierno para preservarse ante una corrida de depósitos? ¿Cree que le pidieron al Estado el corralito?
–Sólo sé que no se puede utilizar el derecho a favor del mercado. Los bancos deberían haber garantizado la disponibilidad de sus depósitos, lo que no significa devolverlos de inmediato.
–¿Quiere decir que el corralito de Cavallo, que admitía los depósitos en la moneda pactada con limitaciones para las extracciones, era aceptable?
–Eso no era normal. Pero si se hubieran respetado los depósitos en dólares, tal vez no estaríamos en esta situación. El problema fue la devaluación desordenada y, peor aún, la pesificación. No sabemos si esto se produjo por impericia, negligencia o mala fe del gobierno. Lo que sí sabemos es que se produjo con connivencia de bancos y empresas.
–¿Quiénes son los responsables de esta situación: los banqueros, el gobierno actual, el anterior?
–Vamos a dejar que lo determine Félix Luna. Lo que importa ahora es no dejar como antecedente la ruptura del orden jurídico constitucional. Para que no haya en el futuro más espacio para golpes militares ni para la corrupción.
–¿Qué les responde a quienes plantean que si se libera el corralito pueden caer bancos y, así, se vería vulnerado el derecho de muchos más ahorristas, que no podrían recuperar ni un centavo?
–La mayoría de la gente quería disponer de sus ahorros y el respeto a la moneda pactada. No se trata de ir a retirar todo del banco ya. No somos tan ilusos de pensar que nos podrían devolver inmediatamente todo el dinero. El problema es que nunca ningún banco ofreció, por ejemplo, devolver una parte y reprogramar el resto. Esa hubiera sido la base de una solución. Así habría empezado a restablecerse la confianza. La gente quiere reprogramación en dólares. No la estafa de la pesificación.
–¿Si hubiera elecciones en dos meses, por cuál candidato se inclina?
–No es el momento para opinar sobre esto.
–¿El éxito de la movilización del miércoles fue algo coyuntural o es el comienzo de un nuevo partido político, con Nito Artaza a la cabeza?
–No quiero que haya ninguna confusión: no tengo ninguna aspiración política. Soy actor y pequeño empresario teatral y me gusta lo que hago. Nuestro problema es que somos una expresión geográfica. Nos falta un ideal. Quizás por esto nos dejamos tratar indignamente por un organismo internacional, como el FMI. Por eso nos imponen hasta cómo tenemos que modificar nuestro Código Penal. Ellos, que nos reclaman planes serios, no tienen empacho en pedirle a un gobierno soberano que viole los derechos de sus habitantes. Ahora tenemos que pactar. Pero en otras condiciones de fuerza, Argentina debería romper relaciones inmediatamente.
–¿Entre Luis Zamora y Carlos Reutemann, cuál tiene el perfil más apropiado para conducir el país según sus criterios?
–No puedo hacer comentarios en ese sentido.
–Mucha gente se pregunta cuánta plata tiene Nito Artaza acorralada para movilizarse de este modo.
–Tengo el esfuerzo de años de trabajo. Felizmente tengo otros ahorros y sigo produciendo. Eso me permite vivir bien. Dios fue generoso conmigo. Pero ya no estoy haciendo esto solamente por mi dinero. Una noche escuché con soberbia a banqueros aconsejarnos aceptar los bonos como el mal menor. Me tocaron la oreja y me salió el correntino que saca el cinto.

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