“Yo estoy a favor de la ley de divorcio, pero con la Argentina quiero un matrimonio duradero”, señaló la presidenta chilena Michelle Bachelet a los ministros argentinos Jorge Taiana y Julio De Vido, que participaron en Santiago de la reunión conjunta de los gabinetes de ambos países. El encuentro, al que pretende dársele un carácter permanente, tuvo la intención de dar una señal política en favor de la integración al resto del continente, al tiempo que busca cerrar preventivamente las distancias que pudieran abrirse por la discusión en torno del suministro y precio del gas (ver aparte). Estos encuentros interministeriales habían sido pactados originalmente entre Néstor Kirchner y el ex presidente chileno Ricardo Lagos, luego ratificados con Bachelet. Pero, políticamente, a la Argentina al menos le caen en el mejor momento, dada la tirantez generada últimamente por los conflictos en el Mercosur y a partir de la cuestión energética.

Alejandro Foxley, canciller chileno, marcó la sintonía del encuentro. “Es un avance importante, en momentos en que en la región se ha puesto en discusión el sistema de integración por bloques. Esperamos dar un ejemplo y que este modelo sirva para reencauzar el proceso de integración en América latina”, opinó.

En su mensaje de bienvenida a la delegación de ministros y funcionarios argentinos, Bachelet puso de manifiesto la intención de su país de consolidar la relación con la Argentina. La actual presidenta sustituyó a Lagos, quien a pesar de su origen socialista durante su gestión privilegió la relación con Estados Unidos por sobre los vínculos regionales. La llegada de Bachelet abrió moderadas expectativas de que la mirada se vuelva hacia el subcontinente. Si bien el encuentro de ayer no puede tomarse como una señal definitiva, es al menos un síntoma favorable. Sobre todo, después de las palabras de Foxley destinadas a los demás países de la región y a las conflictivas situaciones que la enmarcan.

Estados Unidos acaba de someter a Chile a una prueba de fidelidad, al advertirle al gobierno de Bachelet que las relaciones entre ambos países se verán dañadas si el país trasandino apoya el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Según el diario La Tercera, de Santiago, Foxley recibió la advertencia directamente de parte de Condoleezza Rice, titular del Departamento de Estado, en una reunión en Washington aproximadamente un mes atrás. “A nosotros, como país, nos convence mucho más el camino de la persuasión que el camino de las presiones”, respondió ayer Foxley ante una consulta al respecto.

En una postura que pretende guardar cierta equidistancia entre Estados Unidos y el país que más lo enfrenta desde Sudamérica, Venezuela, el canciller chileno dejó pendiente una definición hacia una fecha más cercana a octubre, cuando deba definirse la sustitución de cinco miembros del Consejo de Seguridad. Por ahora, la diplomacia chilena preserva las buenas relaciones con todos sus vecinos del subcontinente.

Del lado argentino, las coincidencias alcanzadas con Chile son un buen argumento para seguir trabajando en una dificultosa integración regional. Frente a los conflictos como el de las papeleras con Uruguay, que dañan al Mercosur, o las diferencias con Bolivia por el gas, que minan la integración energética, la Argentina ayer pudo exhibir 53 proyectos conjuntos en infraestructura, energía, transporte, salud, turismo y otras materias.

Los ministros de Salud de la Argentina y Chile, Ginés González García y Soledad Barría, respectivamente, acordaron propiciar una declaración junto con sus pares de América del Sur para que la región inste a “eliminar discriminaciones y superar barreras de acceso” en materia de HIV-sida, durante la cumbre que se realizará esta semana en Nueva York.