Vie 28.06.2002

ECONOMíA  › EL SCOTIA INVITA A EXPATRIAR CAPITAL

No trae, pero se lleva

El Scotiabank, que se negó a capitalizar al Quilmes, suspendido por el Banco Central, está invitando a argentinos con plata a llevársela a Canadá. Les ofrece allí residencia y ciudadanía.

› Por Julio Nudler

La carta aclara que es “personal y confidencial”. Su remitente es la ScotiaMcLeod, una división de Scotia Capital Inc., que a su vez forma parte del Scotiabank Group, dueño en la Argentina del Quilmes, que permanece suspendido por el BCRA desde abril al negarse la entidad canadiense a aportar fondos, pese a la situación de iliquidez en que había caído el antiguo banco de los Fiorito. Destinatarios de la mencionada misiva son “reputados hombres de negocios” de la Argentina, a quienes se les formula una propuesta que va bastante más allá de lo financiero: emigrar con toda la familia a Canadá, garantizándoles residencia permanente y ciudadanía. ¿Podrá el lector reunir la condición establecida? Se trata, sencillamente, de poseer un mínimo de 500.000 dólares, o casi 2 millones de pesos. Esto significa que, además de negarse a recapitalizar su filial en el país, el Scotia promueve la salida de capitales. Se niegan a invertir en la Argentina, ni siquiera para devolver el dinero a sus depositantes, pero estimulan a que argentinos inviertan en Canadá.
En sarcástico contraste, ayer los bancarios locales del Scotia, que afrontan el peligro de quedarse en la calle ante la posible autoliquidación de la entidad, inauguraron ante la embajada del país de la hoja de roble una nueva sucursal del banco, que simbólicamente funcionará en la carpa que montaron frente a la representación diplomática. Prometieron incluso que la plata de los ahorristas estará más segura allí. En cuanto al destino del Quilmes, al que le está buscando comprador MBA (Merchant Bankers Asociados), continúa muy oscuro. El Hipotecario mostró interés, pero no avanzó.
En la referida carta, dirigida a selectos argentinos con mucha pasta -pero que esté suelta, y no atrapada en el corralito, ni siquiera del propio Quilmes–, se explica que el “Scotiabank Group ha estado ayudando a inversores a obtener residencia y ciudadanía en Canadá desde la iniciación, en 1986, del Programa Canadiense del Inversor Inmigrante”. Y yendo a los bifes: “Si usted y su familia tienen activos superiores a U$S 500.000, pueden participar en este programa”.
“Como otros prestigiosos hombres de negocios de su país –escribe Guy Pilote, ejecutivo de inversiones de ScotiaMcLeod–, pensamos que podría estar interesado en examinar nuestro Programa como un vehículo para que usted y los miembros de su familia que de usted dependen puedan obtener incondicional residencia permanente y ciudadanía en Canadá.” El señor Pilote también sugiere estudiar “nuestras atractivas opciones financieras para los requerimientos de inversión mínima del Programa”.
Pero no se trata sólo de captar candidatos por correo. Nada de eso. Un representante de ScotiaMcLeod viajará a Buenos Aires para mantener el 17 y el 18 de julio citas previamente concertadas, “sobre una base privada y confidencial”, con quienes manifiesten su interés a un número de fax incluido en la esquela. Quizá por temor a los escraches, no se menciona dónde tendrán lugar esos apuntamentos presuntamente discretos.
En la página web del Ministerio canadiense de Ciudadanía e Inmigración pueden hallarse detalles del señalado programa para inmigrantes acaudalados que quieran vivir en la fría nación bilingüe. Allí se asegura que Canadá acoge gustoso a negociantes que posean la capacidad y los recursos para invertir o establecer empresas en ese anchuroso país. La categoría incluye a inversores, empresarios y cuentapropistas (inmigrantes autoempleados). Pero en este sitio de internet no se exige tanto dinero: solo hay que llevarle 400.000 dólares al receptor general para Canadá, con sede en Ottawa. Después de cinco años, el inversor podría reencontrarse con sus fondos, sin intereses. El negocio establecido por el opulento inmigrante “debe contribuir a la economía canadiense y crear uno o más empleos en Canadá, por encima de los creados para el emprendedor y su familia”. Así, uno de los países más ricos del mundo busca aprovechar la globalización de modo integral. No se trata sólo de atraer inversión externa directa, sino que con ella venga también la capacidad empresarial, no importa si dinero y emprendedor provienen de países mucho más pobres.

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