ECONOMíA › LA RESPONSABILIDAD DEL RODRIGAZO, SEGUN RATAZZI
› Por Raúl Dellatorre
El presidente de Fiat Auto Argentina, Cristiano Ratazzi, criticó ayer un eventual control o acción del Estado para impedir el aumento de los precios de los cero kilómetro, asegurando que las automotrices no pueden garantizar la estabilidad de valores hasta fin de año. “En ningún lado funcionan los controles de precios, y menos en Argentina”, sostuvo para Radio Universidad de Córdoba. Y recordó el tristemente célebre Rodrigazo, el brutal plan de ajuste del gobierno de Isabel Perón en 1975 que diluyó su ya entonces escaso respaldo y le abrió el camino a la dictadura.
“Muchos le echan la culpa a (Celestino) Rodrigo por el Rodrigazo, pero la culpa fue de (José Ber) Gelbard por haber puesto controles de precios”, dijo Ratazzi recurriendo a una falacia histórica usualmente repetida por los formadores de precios. El control de precios de Gelbard, instaurado en el gobierno de Héctor J. Cámpora (mayo de 1973), eliminó la inflación y generó una fuerte transferencia de ingresos en favor de los trabajadores. Alfredo Gómez Morales, que lo sucedió (octubre de 1974), terminó con los controles pero se enfrentó con desequilibrios de todo tipo que terminaron rápidamente con su gestión.
En junio de 1975 asumió el cargo Celestino Rodrigo, y de inmediato lanzó un ajustazo que aumentó entre 50 y 180 por ciento el tipo de cambio, las tarifas de servicios públicos y el transporte, los combustibles y desató una remarcación de precios que arruinó a miles de industriales y redujo a una tercera parte el poder adquisitivo de los salarios. El segundo de Rodrigo era Ricardo Zinn, verdadero mentor del plan y luego asesor de Martínez de Hoz ya en la dictadura, posteriormente director del Banco de Italia y Río de la Plata (ligado al grupo Fiat) y presidente de Sevel, en la que aparecían vinculados la automotriz de Turín y el grupo Macri.
En agosto de 1976, 14 meses después del Rodrigazo que dinamitó el gobierno de Isabel y 5 meses después del sangriento golpe, Zinn presentaba un libro suyo (La Segunda Fundación de la República) explicando su participación en la gestión justicialista, a la que consideraba “la más nefasta de la historia”. Señalaba allí que cuando un país cae en la decadencia, la única salida posible es el aniquilamiento de un modelo para reemplazarlo por otro. Esta tarea, la de arrasar con el modelo distribucionista de los ’70, es la “patriótica” tarea que Zinn tomó a cargo al incorporarse, cual si fuera un caballo de Troya, en el gobierno justicialista. Lo logró y le abrió el camino a la llegada de la dictadura refundadora.
Según reconoció el propio Zinn, las razones para el Rodrigazo iban mucho más allá que revertir un control de precios. Curiosamente, Ratazzi ahora lo ignora, pese a que el mentor del hecho y posterior intérprete fue justamente un ex titular de la filial de su misma empresa. Pero al actual titular de Fiat la falacia le cayó como anillo al dedo para descalificar cualquier eventual acción del gobierno actual sobre la política de precios de las multinacionales.
El Gobierno, a través de su secretario de Comercio, Guillermo Moreno, intenta persuadir a las terminales para que no sigan aumentando precios, que en los primeros seis meses del año promediaron subas del 20 por ciento. Preventivamente, los directivos del sector ya se cubren. “Nada se puede garantizar” en materia de precios, dijo Ratazzi, “pueden aumentar, subir, hay mucha competencia (...). Somos muchos jugadores en el mercado, todo dependerá de las estrategias”, minimizó.
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