Diplomático al fin, el embajador de Chile en Buenos Aires explicó en el tono más amigable posible las diferencias que generó entre Argentina y su país el aumento al 45 por ciento de las retenciones a las exportaciones de gas. “Tenemos relaciones bilaterales muy buenas, perspectivas favorables, pero tenemos una roca en el camino que hay que remover”, graficó al informar sobre la carta que Michelle Bachelet, jefa de gobierno trasandino, le envió a su par argentino expresando su disgusto por el mayor precio que deberá pagar Chile por el gas. En tanto, varias entidades empresarias y la CGT expresaron públicamente su respaldo a la resolución del Gobierno, por entender que preserva a los consumidores argentinos de tener que pagar más por el gas ante el aumento dispuesto por Bolivia.

Maira visitó ayer al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en cuyas manos dejó la carta para Kirchner. “Sigo sin encontrar la causa de que se hayan aumentado 10 puntos más las retenciones de lo acordado en Córdoba”, dijo el embajador, recordando el encuentro entre ambos presidentes en el marco de la Cumbre del Mercosur. El diplomático relató que “en la conversación a la que yo tuve la oportunidad de asistir, los dos presidentes cambiaron ideas y finalmente llegamos a una fórmula que se fundaba en un aumento de las retenciones del 20 al 35 por ciento y en un precio colocado en frontera que el ministro De Vido estimó ahí entre 3,75 y 3,85 dólares; en todo caso, menos de 4”.

Agregó que al publicarse, el martes, la resolución 534, “resulta que en lugar de 35 por ciento de retenciones, figura la cifra de 45, lo que, según el cálculo de los expertos energéticos chilenos, lleva el precio a un valor de 4,60 a 4,80 dólares por millón de BTU”. “Esto a mi juicio compromete la relación de confianza entre los presidentes, que es lo que ha dicho la presidenta Bachelet. La fe pública a nuestro juicio está comprometida para la nación argentina, en la medida en que uno de sus mayores voceros, el ministro de Planificación, ha dado una cifra referencial que han oído todos los chilenos”.

El diplomático dijo que, durante el encuentro “cordial y franco”, Alberto Fernández le respondió que, según las estimaciones argentinas, el precio en frontera del millón de BTU será de 4,1 dólares y no 4,6 a 4,8, como calcularon los técnicos chilenos. “Si la diferencia fuera de uno o dos centavos de dólar, no estaríamos en este punto; y según nuestros cálculos, la diferencia está entre 85 centavos y 1,05 dólares”, precisó.

“A juicio nuestro, había un entendimiento que no ha sido cumplido”, dijo el embajador, pero aseguró que su gobierno “excluye la mala fe” por parte de Argentina. Estimó que el desacuerdo “refleja desprolijidad o falta de funcionamiento de mecanismos de consultas, que hubieran evitado este momento en la relación estratégica”.

El comercio bilateral representó en 2005 unos 5000 millones de dólares, altamente superavitarios para Argentina, que exporta al país vecino 4500 millones de dólares, de los cuales 51 por ciento ingresa por la venta de gas natural, precisó el embajador.

El ex subsecretario de Combustibles Gustavo Callejas afirmó que los chilenos “mienten” cuando hablan de acuerdos, porque explicó que lo que existe son “contratos firmados entre empresas privadas que establecen que todo está supeditado al autoabastecimiento argentino”. Dichos contratos fueron suscriptos durante la década del ’90, cuando la liberalización del mercado de hidrocarburos llevó a que las petroleras privadas le dieran prioridad a la construcción de gasoductos con destino a Chile para exportar las reservas remanentes. En cambio, no realizaron ningún esfuerzo inversor en tender nuevos gasoductos para abastecer el mercado interno ni en exploración en búsqueda de nuevas reservas. Las consecuencias de la falta de previsión oficial y la preservación del gas como un negocio para las petroleras tuvieron consecuencias que se pagan ahora.