ECONOMíA › EL FMI VUELVE A SUS VIEJAS RECETAS AL EVALUAR LA RECUPERACION ARGENTINA
El capítulo en el que el Consejo Ejecutivo del Fondo evalúa la política de contención de la inflación muestra una curiosidad: el cruce de opiniones entre directores que justifican las medidas en el corto plazo y los que piden su desmantelamiento urgente.
› Por Raúl Dellatorre
Entre elogios por la forma en que logró salir de la crisis, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario vuelve a deslizar críticas a la “falta de reformas estructurales que aumenten la competitividad y alienten la inversión privada”, a la tendencia al aumento del gasto público y a las “demoras en el ajuste de precios en los servicios públicos y en el sector energético”. Dichas recomendaciones son parte del informe anual que la conducción del FMI realiza sobre cada país miembro, independientemente de que exista acuerdo crediticio en vigencia o no. Las conclusiones del informe, que oficialmente se dará a conocer hoy, tienen un capítulo particularmente llamativo. Es el que refleja el cruce de opiniones en el seno del Directorio acerca de la política de contención de la inflación aplicada por el gobierno nacional. Mientras una mayoría sostuvo que “las medidas administrativas adoptadas para desalentar la inflación (...) deberán ser desmanteladas tan pronto como sea posible”, otros, la minoría, defendieron dicha política, sosteniendo su validez “en el corto plazo para desalentar expectativas inflacionarias”. El documento, al que accedió en forma exclusiva Página/12, también aboga por una respuesta a los acreedores que quedaron afuera del canje. “Sería en interés propio de Argentina buscar una solución de consenso para esos pagos atrasados”, opina y sugiere el “executive board” del Fondo.
Tras un repaso por los principales resultados macroeconómicos obtenidos desde 2003 a la fecha, en materia de recuperación del sistema bancario, reestructuración de deuda, crecimiento y superávit comercial y fiscal, el informe puntualiza algunos puntos oscuros que avizora en el horizonte y que, a su juicio, podría poner en riesgo la continuidad de un proceso de crecimiento sostenido. Uno es el referido al gasto público. “El ajuste fiscal post crisis no tiene precedentes históricos”, destaca. Pero enseguida advierte que, “sin embargo, el gasto primario (sin intereses) creció 11 por ciento en términos reales (descontada la inflación), erosionando el superávit primario”. Agrega el documento que “el gasto provincial primario viene creciendo aún más aceleradamente, alrededor del 19 por ciento real en 2005. En el global del año, las provincias obtuvieron un pequeño superávit, pero registraron un déficit primario en la segunda mitad de 2005”.
Otro punto sobre el que el Directorio del Fondo cree necesario advertir a las autoridades argentinas –en ese tono están redactadas las conclusiones– es que “las tasas de interés de corto plazo siguen siendo negativas en términos reales”, lo que de persistir podría dañar la recuperación de “la salud del sistema bancario”.
Por último, dedica varios párrafos a la política del Gobierno para combatir la inflación. En principio, hace una descripción de las medidas dispuestas, destacando que el nivel de inflación anual “cayó al 11 por ciento a fines de junio, resultado de los esfuerzos del gobierno por desalentar presiones sobre los precios, a través de acuerdos de precios con grupos industriales y cadenas comerciales, y una prohibición temporaria a las exportaciones de carne”.
De inmediato señala que “los pronósticos de inflación, sin embargo, se mantienen elevados” para este año y el próximo. “Mientras los salarios reales en el sector informal se mantienen deprimidos, los del sector privado formal están creciendo aceleradamente, generando tensión en el mercado laboral”, apunta, como para justificar los pronósticos inflacionarios pesimistas.
“La mayoría de los directores consideró que la inflación es más una consecuencia de un crecimiento de la demanda agregada que no tuvo una respuesta suficientemente rápida de la oferta” antes que “un fenómeno temporario surgido de la demora en el ajuste de los precios relativos después de la crisis de 2002”, fechando la crisis en este año en vez de hacerlo en el 2001. “Los directores hicieron notar que lograr un aterrizaje suave de la economía requiere una combinación de políticas macro diferente, así como reformas para promover la inversión y la oferta, especialmente en áreas donde se detecten cuellos de botella macroeconómicamente significativos.”
La mayoría del Directorio consideró, además, que “la respuesta apropiada a una inflación más elevada es imponerse frente al rápido crecimiento del gasto primario, llevar las tasas reales de interés a valores positivos y permitir una flexibilidad ascendente en los tipos de cambio”. La receta restrictiva de la demanda es acompañada, además, por la advertencia del Directorio del Fondo en su conjunto de que “toda demora en la respuesta podría incrementar significativamente los costos de reducir ulteriormente la inflación y elevaría la vulnerabilidad económica a los shocks externos”.
Tras compartir en conjunto que las medidas de administración de precios “sólo pueden ofrecer beneficios temporarios”, una parte del “board” defendió su utilización en el corto plazo para desalentar expectativas inflacionarias, pero “la mayoría sostuvo que deberían ser desmanteladas tan pronto como sea posible”, bajo riesgo de “exacerbar las restricciones de la capacidad productiva y socavar el clima de negocios”.
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