ECONOMíA
› EL INDICE DE PRECIOS MINORISTA DE JUNIO FUE DEL 3,6 POR CIENTO
La inflación es un cuco dormido
Sin ajuste de tarifas ni indexación de alquileres, a lo que se suma la depresión de ingresos que inhibe aumentos, los precios en promedio mostraron el mes pasado que no se han espiralizado. Los mayoristas, en cambio, reflejan en gran medida el impacto de la devaluación.
En el primer semestre del año, el índice de precios minoristas se incrementó el 30,5 por ciento, en tanto el mayorista lo hizo el 95,6 por ciento, informó el Indec. Si la comparación de junio se realiza contra el mes anterior, los aumentos registrados suman el 3,6 y el 8,2 por ciento, respectivamente. En el mismo período la canasta básica de alimentos aumentó el 50 por ciento y el conjunto de los bienes un 52,8 por ciento. El “efecto arrastre” para julio se estimó en 3,5 por ciento.
La asimetría entre ambos indicadores es atribuible a su distinta composición, por lo que la comparación resulta difícil. Sin embargo, uno de los principales factores a tener en cuenta para comprender el “bajo” aumento relativo del IPC respecto a los valores mayoristas, es el limitado impacto de los servicios, que en los primeros seis meses subieron el 6,4 por ciento (1,5 en junio). En otras palabras, por ahora son los servicios los que tiran para abajo el IPC. Así, los bienes, que representan el 53 por ciento de la canasta que constituye el IPC, tuvieron una variación semestral del 52,8 por ciento, contra los citados 6,4 para los servicios, el restante 47 por ciento.
Entre las características de la evolución de los precios, se destaca que las subas más importantes se produjeron especialmente en los rubros de consumo de los sectores de menores ingresos. Así, la canasta básica de alimentos, que se utiliza para determinar la línea de indigencia, se incrementó el 52,8 por ciento en el semestre y el 5,2 en junio. Se trata de un crecimiento que resultaba previsible en un país cuyas principales exportaciones son también bienes-salario. De aquí que del desagregado del IPC surge también que el rubro con más aumento fueron los alimentos, los que entre diciembre y junio experimentaron un alza del 39,1 por ciento y del 4,8 el último mes.
Sí se combinan estos números con el estancamiento e incluso el retroceso de los salarios se tiene una idea cabal del resultado social extendido de la devaluación. A mayo la indigencia ya alcanzaba a 7,8 millones de personas (el 22 por ciento de la población), en tanto que 18,3 millones (el 51,4 por ciento) eran pobres. Además de los pobres e indigentes que ya sumó junio –alrededor de 700.000 personas–, el cuadro se completará a partir de julio, cuando está previsto que también aumenten los servicios (ver página 16).
Los menores aumentos se produjeron en los ítem tradicionalmente asociados al nivel salarial. Estos son vivienda y servicios básicos (9,3 por ciento en el semestre y 4,8 en junio), donde se incluyen los alquileres, y educación (5,3 por ciento y 0,8, respectivamente). Precisamente el alquiler de viviendas fue el único ítem significativo que registró una baja en la primera mitad del año. Esta disminución fue del 1,1 por ciento. Las razones del mercado fueron tanto los menores precios de los contratos nuevos como la renegociación de los vigentes.
Un dato revelador del comportamiento de los formadores de precios se obtiene del desagregado realizado por el Indec de acuerdo a la incidencia de la devaluación.
Con el fin de obtener una perspectiva sobre el impacto de la devaluación el Indec también desagregó, dentro de cada rubro, la evolución de los precios según se trate de productos importados, de origen mixto, con insumos importados y exportables. La observación de estos datos es reveladora en cuanto al comportamiento de los formadores de precios. En el Nivel General, los aumentos de los primeros seis meses fueron los previsibles. Los importados crecieron un 120,5 por ciento, los de origen mixto 83,3 por ciento y los que poseen insumos importados el 52,1 por ciento. Sin embargo en el rubro alimentos y bebidas –allí donde la demanda es más inelástica– mientras los importados crecieron el 28,9 por ciento, los de origen mixto o con insumos importados lo hicieron un 48,7 y un 39,2 por ciento, respectivamente. Esto es, con el argumento del dólar más alto sobrerreaccionaron en el mercado interno. La misma tendencia se observó en los bienes exportables y con insumos exportables. Las alzas de los precios mayoristas más que duplicaron a los minoristas. El IPIM creció el 95,6 por ciento en los primeros seis meses y el 8,2 por ciento en junio. Aunque se trata de canastas de distinta composición, donde se comparan rubros iguales también se observan diferencias, en alimentos y bebidas, por ejemplo, los precios minoristas aumentaron el 52,8 por ciento y los mayoristas el 64,8. Esto puede revelar tanto la absorción de los aumentos por parte de los comerciantes minoristas como un componente de retraso en el traslado de los incrementos. En los productos nacionales los mayores aumentos se produjeron en petróleo crudo y gas (193 por ciento), cereales y oleaginosas (190,5) y harinas (178 por ciento). En los productos importados se destacaron, entre otros, los componentes electrónicos (306 por ciento).
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