ECONOMíA › OPINION
› Por Maximiliano Montenegro
El Presupuesto, la ley de leyes, revela cómo gestiona un gobierno más allá de la retórica, de los discursos, de sus afinidades ideológicas. Muestra hacia dónde va, hacia dónde vira, qué se anima a modificar y a qué le teme. El Presupuesto 2007 es clave porque es el último del primer mandato de Kirchner: a diferencia de años anteriores, ya no hay condicionamientos que valgan como excusa de lo que no se puede hacer.
La magnitud de la crisis heredada o los aprietes del Fondo Monetario, felizmente, son límites de un pasado lejano.
Todo el Presupuesto del año próximo se basa en una gran ficción que desvirtúa el rol del Congreso y deja a los legisladores en un desdibujado papel de auxiliares de la Rosada. Supone un crecimiento económico de sólo el 4 por ciento. Como informó Página/12, así también se subestiman los ingresos fiscales, con lo cual Kirchner contará con “dinero fresco”, de libre disponibilidad por decreto o decisión administrativa del jefe de Gabinete: en el año electoral serían, como mínimo, unos 8000 millones de pesos.
La picardía no es nueva. Este año, Kirchner gastará 12.000 millones de pesos adicionales a lo fijado en el Presupuesto 2006, gracias a la misma fórmula de subestimar el crecimiento.
“La pauta de crecimiento del 4 por ciento supone recesión en la segunda mitad del 2007. Es una mentira absoluta”, afirma el diputado Claudio Lozano, integrante de la Comisión de Presupuesto. “El Gobierno no tiene ninguna vocación de discutir el Presupuesto. El Parlamento está dibujado”, agrega.
Hoy Felisa Miceli dirá presente ante un nutrido grupo de legisladores, integrantes de diversas comisiones. Sin embargo, la ministra monologará sobre el Presupuesto, ya que, en principio, no estarán habilitadas preguntas por parte de los legisladores.
Desde el Ministerio de Economía avisaban que Miceli enfatizará que la prioridad del Presupuesto 2007 estará puesta en el gasto en educación. Las partidas del Ministerio de Educación se incrementarán en 27,5 por ciento en relación con el Presupuesto 2006. Sin embargo, mucho más importante es el aumento en los ministerios de Planificación (+50 por ciento), a cargo de Julio De Vido, y Desarrollo Social (+44 por ciento), conducido por Alicia Kirchner. En el año electoral, son dos áreas que rinden mucho más que el meritorio proyecto a largo plazo de fortalecer la educación pública.
Lo que no está en el Presupuesto 2007 dice más que cualquier partida incluida en más de 300 páginas de impresiones y 1 CD. La ley de leyes no contempla ninguna reforma impositiva, que atenúe la escandalosa regresividad del sistema tributario. Ni una palabra de cambios en el IVA, que pagan con la misma alícuota los millones de pobres y los grandes empresarios. Nada sobre la posibilidad de gravar con el impuesto a las Ganancias a las rentas financieras, ya sean intereses de plazos fijos o el resultado de la compra-venta de títulos y acciones. Ni siquiera se modifica un absurdo del pasado reciente: el mínimo no imponible del impuesto a los Bienes Personales continuará en 102.300 pesos. Así, una familia que vive en Flores en un departamento de dos ambientes valuado en U$S 40.000 dólares seguirá alcanzado por el “impuesto a la riqueza”. Un chiste que debe provocar carcajadas en los empresarios que declaran la mayoría del patrimonio personal a nombre de sociedades off shore en paraísos fiscales.
¿Falta de audacia de un Presidente que prefiere terminar su mandato con la caja llena y sin sobresaltos? Más allá de cuál sea la respuesta, difícilmente haya un momento más oportuno para reformas profundas que cuando la economía crece sin señales de desaceleración a la vista.
El Presupuesto tampoco prevé ninguna reforma previsional, que modifique los aspectos más dañinos del perverso sistema ideado por Cavallo en 1994.
Esta era una de las banderas de la plataforma electoral de Kirchner en el 2003. Un primer paso sería abrir la puerta para que los afiliados a las AFJP puedan volver al sistema de reparto. O disponer que los “indecisos”, en lugar de ser automáticamente transferidos a una AFJP, permanezcan en el régimen estatal hasta tanto no ejerzan su opción. Hay funcionarios que confían en que esta decisión sea tomada el año venidero. Si ésa es la intención del Presidente, hubiera sido mejor incluirla en el Presupuesto, ya que medidas como las mencionadas significan miles de millones de pesos que recauda o deja de recaudar el Estado. Si no está en los planes inmediatos, entonces será otra oportunidad perdida.
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