El gobierno chileno dispuso ayer la aplicación de un arancel de 23 por ciento a la importación de lácteos argentinos para proteger a sus productores locales. La medida estará vigente de manera provisoria hasta el 11 de diciembre y, en caso de confirmarse, se extendería durante los próximos dos años. El gobierno nacional sostiene que no hay pruebas de que se le esté provocando un daño grave a la industria láctea trasandina.

En agosto la Federación Nacional de Productores de Leche de Chile (Fedeleche) solicitó ante la Comisión de Distorsiones de ese país la aplicación de una salvaguardia de 31,5 por ciento, la máxima posible, a los lácteos argentinos argumentando que las crecientes importaciones de leche fluida, leche en polvo y queso gouda a precios subsidiados estaban poniendo en riesgo la supervivencia de más 12 mil pequeños productores trasandinos.

La Comisión inició la investigación el 11 de septiembre y ayer dictaminó a favor del pedido de los productores estableciendo un arancel de 23 por ciento. “El informe cubre razonablemente las expectativas que teníamos nosotros y creo que ahora lo que corresponde es trabajar para que el sector recupere la competitividad que debe tener para ser un líder mundial”, afirmó Alvaro Rojas, ministro de Agricultura.

Las exportaciones de lácteos a Chile aumentaron de manera acelerada durante el año. Entre enero y julio se exportaron 4700 millones de toneladas de leche en polvo entera por 10,5 millones de dólares, mientras que durante todo 2005 se habían comercializado “sólo” 3000 toneladas por 7 millones. Un crecimiento similar se registró con las exportaciones de leche fluida y quesos.

No obstante, Raúl Roccatagliata, coordinador del Instituto de Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina, aseguró a Página/12 que “formularemos nuestro descargo en la audiencia prevista con los empresarios chilenos para el próximo 7 de noviembre porque el valor CIF (incluye el flete) de las exportaciones argentinas no está por debajo del precio internacional”. Además, agregó que “no se observa el daño que acusan porque la industria lechera de Chile aumentó su producción respecto del año anterior”.

En Cancillería sostienen el mismo argumento, pues cuando Chile anunció su intención de limitar las importaciones se aseguró a través de un comunicado que para aplicar salvaguardias se debe probar “la existencia de un aumento de importaciones en condiciones tales que causen o amenacen un daño grave a la rama de producción” y “de acuerdo con datos de fuente oficial chilena, tanto los indicadores de producción de leche como los diferentes subproductos lácteos muestran en los primeros cinco meses de 2006 incrementos frente a igual período de 2005”.

La decisión del gobierno chileno preocupa a los productores locales porque en la actualidad se destina a ese país el 60 por ciento del total de las exportaciones de leche fluida. En el caso de los quesos, el porcentaje es sólo del 23, pero su incidencia económica es mayor. Si las partes no llegan a un acuerdo antes de diciembre es probable que Chile aplique la salvaguardia de manera definitiva.