ECONOMíA › LANZARON EN IDEA LA PRIMERA PROPUESTA SALARIAL PARA EL 2007
Los empresarios fijaron en diez por ciento el aumento salarial, en sintonía con la inflación y la productividad. Otros economistas aumentan esa cifra para lograr una distribución más equitativa.
Los empresarios que participaron del Coloquio de IDEA la semana pasada coincidieron en afirmar que la suba salarial de 2007 deberá rondar el 10 por ciento, en línea con la inflación prevista en el presupuesto. El intento por marcar la cancha de la futura negociación llega en el peor momento del líder sindical, Hugo Moyano, quien durante los últimos días estuvo concentrado casi exclusivamente en preservar su puesto al frente de la CGT. La actualización de salarios sobre la base de la inflación se limita a garantizar el mantenimiento del poder adquisitivo reservando mayores subas sólo para cuando se produzcan incrementos en la productividad. Algunos economistas, como Ernesto Kritz, de la Sociedad de Estudios Laborales, defienden esa posición para no afectar la rentabilidad empresaria. Otros, como Claudio Lozano, de la CTA, aseguran que eso implica consolidar una redistribución regresiva del ingreso. A continuación, un detalle de ambas posturas.
Un informe reciente de la SEL, que dirige Kritz, destaca que el número de puestos de trabajo privados se ubicó el año pasado un 10 por ciento por encima de 1998 y un 20 por ciento arriba de 2002. Sin embargo, se afirma también que el crecimiento del empleo no ha sido acompañado por una mejoría de la productividad media del trabajo, pues el valor agregado por hora se ubicó casi 8 por ciento por debajo de 1998. Una parte de esa caída se debe a cambios en el mix sectorial, ya que en los últimos años ganaron peso en el empleo sectores con menor valor agregado por hora trabajada. Un ejemplo es el rubro “otros servicios comunales, sociales y personales” (incluye servicio doméstico) que subió de 13,2 a 14,6 por ciento del empleo privado entre 1998 y 2005. Además, en el mismo período la industria manufacturera redujo su ponderación de 16,1 a 15,4 por ciento.
No obstante, en el trabajo de la SEL se afirma que los cambios en el mix sectorial no parecen suficientes para explicar una baja del 8 por ciento. Sectores menos productivos como el servicio doméstico no sólo afectaron la productividad media por el aumento de su peso en el empleo total sino por una reducción de la productividad sectorial, ya que desde 1998 el valor agregado bruto (a precios de productor) por hora trabajada en ese sector bajó 9,4 por ciento. Además, se aclara que en la industria manufacturera el mismo indicador muestra un incremento de apenas 4,3 por ciento en igual período.
Estos datos llevaron a Kritz a asegurar que desde fines de 2004 el aumento del salario real ha tenido como contrapartida un incremento en el costo laboral por unidad de producción. “Hasta ahora no ha tenido efectos importantes por la caída previa de este último después de la devaluación; pero el pobre desempeño de la productividad ha hecho que el margen se vaya reduciendo y eventualmente, como ocurre en muchos servicios, se agote. Sin una modificación de esta tendencia, en el mediano plazo no será posible sostener un sendero de crecimiento de los salarios”, aseguró.
El economista de la CTA, Claudio Lozano, afirmó a Página/12, en cambio, que “la serie de distribución del ingreso que publicó recientemente el Indec evidencia que la participación de los asalariados en el PBI cayó del 42,1 al 38,6 entre 2001 y 2005, luego de cuatro años de crecer al 8 por ciento y con un nivel de actividad que es 15 por ciento mayor al de 1998. Defender la estabilidad de esta pauta distributiva es defender la rentabilidad extraordinaria que obtuvieron los empresarios a costa de los trabajadores luego de la devaluación”. Un informe de la CTA elaborado en agosto destaca que pese a los aumentos salariales y las medidas para contener la inflación, el ingreso medio de los ocupados todavía permanece 23,8 por ciento por debajo de 1998, mientras que la relación entre el ingreso medio y la canasta de pobreza empeoró un 25 por ciento con relación a 1998. Además, la tasa de pobreza es 35,7 por ciento superior a aquel año (diferencia que implica 4,2 millones de pobres más) y la tasa de indigencia se expandió 114 por ciento (2,7 millones de personas más).
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