ECONOMíA › SE CUMPLEN TRES AÑOS DE LA REESTATIZACION DEL CORREO OFICIAL
El 19 de noviembre de 2003 el Gobierno dictó el decreto que anuló la privatización del Correo. Se convirtió en un caso testigo de fracaso de gestión privada y resurgimiento estatal.
› Por David Cufré
En el ranking de privatizaciones escandalosas, la del Correo puede aspirar a un lugar en el podio. El Grupo Macri se hizo cargo del servicio en septiembre de 1997 para operarlo por treinta años. El concesionario prometió extender la cobertura, acortar los plazos de entregas, superar ineficiencias del Estado y abonar un canon de 103 millones de pesos al año. Apenas 4 años y un mes más tarde, la empresa se presentó en convocatoria de acreedores con una deuda de 740 millones de dólares, de los cuales más del 60 por ciento eran con el Estado. En ese lapso, la compañía había aumentado tarifas, cerrado más de un centenar de sucursales e iniciado un declive que la llevó a un piso de participación de mercado del 33,4 por ciento. Hoy se cumplen tres años del final de esa historia, con el decreto que marcó la reestatización del Correo.
Si es por escándalos e incumplimientos de contrato, el Gobierno tenía margen para avanzar bastante más con esa política, pero decidió acotarla a otras tres anulaciones de concesión –Aguas Argentinas, Metropolitano y Thales Spectrum– y al ingreso del Estado como socio minoritario en otras dos compañías –Aeropuertos 2000 y Aerolíneas Argentinas–. La destrucción de las empresas públicas a partir de la dictadura y el desprestigio que acumularon en los ’80, con la colaboración de quienes aspiraban a quedarse con ellas, tuvo su contracara de “desilusión” –para sus promotores– con los operadores privados.
El Correo es un caso paradigmático de una privatización que fracasó y con ella el discurso que generó consenso en la opinión pública para identificar linealmente lo público como ineficiente y lo privado como virtuoso. El contraste es aún mayor por los buenos resultados que logró la administración estatal en poco tiempo. Tal vez por eso el Gobierno desistió de volver a concesionarla.
El decreto 1075 de 2003 que hoy cumple tres años establecía que la empresa sería reprivatizada al término de 180 días. Pero a ese plazo se agregó una prórroga de otros seis meses y después se encadenaron dos más, hasta el 31 de julio de 2007. En medio de la campaña electoral, nadie supone que el Ejecutivo vaya a desdibujar ese capital político con una licitación, por lo que cabe esperar una nueva postergación.
Los números del Correo Oficial de la República Argentina S.A. (Corasa), como pasó a llamarse, son elocuentes:
u En 2004 obtuvo ganancias por 54 millones de pesos, en 2005 por 41 millones y para 2006 se proyectan 18,3 millones.
u La facturación saltó de 513,4 millones en 2003 a 530,8 millones en 2004. Creció a 654,9 millones en 2005 y se estiman 730 millones en 2006.
u La participación de mercado dibujó una U desde 2000 a la fecha. En ese primer año, la empresa administrada por el Grupo Macri dominaba con 38,1 por ciento de participación. En 2002 bajó a 36,8 y en 2003 tocó un piso con 33,5. En 2004, con la nueva gestión, trepó a 35,0 por ciento y el año pasado volvió a 38,4.
El titular del Correo Oficial, Eduardo Di Cola, destacó que desde 2003 no hubo aumentos de tarifas minoristas, y la empresa no recibió aportes del Tesoro Nacional. Para marcar diferencias con los años ’80, el funcionario señaló que en estos tres años la incorporación de personal fue de apenas el 4 por ciento, hasta un total de 12.800 trabajadores. “La productividad por empleado creció muchísimo”, valoró, y se apoyó en un informe de la cámara de correos privados, Aeca, que dice textualmente: “Que Corasa, con el 38 por ciento del mercado, ocupe el 40,7 por ciento del personal es un resultado aceptable en cuanto a eficiencia laboral”. Las 23 empresas privadas más grandes, por su parte, detentan el 31 por ciento del mercado y ocupan al 30,1 de los trabajadores de la actividad.
–¿Cuál es el cambio más notable que pueden advertir los usuarios entre la etapa de Macri y la actual? –preguntó Página/12 a Di Cola.
–Ganamos en confiabilidad, porque somos más eficientes. Por eso revertimos la tendencia de pérdida de participación de mercado. Además, crecimos en otros servicios, como call centers, cobranzas, clearing bancario y logística. En este rubro, multiplicamos por siete nuestra facturación desde 2003. Pero, sobre todo, cumplimos el rol de empresa testigo. Nuestra carta simple vale tres veces menos que la de la competencia.
Di Cola explicó la caída en las ganancias como consecuencia del congelamiento de las tarifas y la suba de los costos laborales, que representan el 60 por ciento del total de la compañía. “Somos un servicio público, no nos guiamos por el lucro, aunque tampoco queremos perder plata”, evaluó. También reconoció como “un poco injusto” que el mercado siga desregulado y los privados operen sólo en las zonas rentables y el Correo Oficial en todo el país, pero dijo que “el sector se desarrolló así”. Por esa misma razón, sostuvo que “hay que ir despacio” con la apertura de nuevas sucursales, que fueron muy pocas desde la reestatización.
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