El Gobierno pegó el faltazo a la conmemoración empresaria del Día del Petróleo. El evento cerró con un mensaje de solidaridad con Shell por las sanciones de Comercio Interior.
› Por Raúl Dellatorre
El estado de conflictividad en la relación entre las petroleras y el gobierno nacional quedó reflejado en el disciplinado faltazo de todos y cada uno de los funcionarios del área energética al almuerzo del Día del Petróleo que se realizó ayer. Sin embargo, todo parecía que iba a quedar en ese último gesto, después del discurso del presidente a cargo del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas, Ernesto López Anadón, que reiteró conocidos reclamos por la “distorsión de precios relativos de los combustibles” pero destacó como “una mejora sustancial en la seguridad jurídica” la reciente reforma de la Ley de Hidrocarburos y la anterior sanción de la ley de estímulos e incentivos fiscales para la exploración. Ya realizado el brindis, cuando algunos se ponían de pie con la idea de abandonar el lujoso salón del primer piso del Sheraton, apareció frente al micrófono Eduardo Rocchi, ex presidente del IAPG, que con sus 82 años a cuestas pidió la solidaridad de todos los presentes con Juan José Aranguren, presidente de Shell, por “los injustos ataques de los que fue víctima” a manos del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Los aplausos sostenidos de todos los presentes, el agradecimiento del aludido y las felicitaciones que recibió después el veterano hombre del sector fueron el inesperado broche del encuentro.
La ausencia de Daniel Cameron, secretario de Energía, y de Cristian Folgar, subsecretario de Combustibles, a este tipo de eventos es poco habitual, salvo razones de fuerza mayor. Ayer, no existió tal justificación. Tampoco estuvieron presentes los gobernadores de provincias petroleras que suelen concurrir otros años. Tampoco estuvieron presentes muchas de las primeras figuras del sector petrolero, seguramente advertidos de la ausencia de funcionarios. Salvo, claro está, el mencionado Aranguren, de Shell.
La celebración anual del Día del Petróleo convoca a todo el sector, desde productores a refinadores, en el que el titular del Instituto (el órgano más “neutral”, entre las posiciones de la Cámara de la Industria Petrolera, CIP, y la de Empresas Petroleras, CEPA) hace un balance anual, en un mensaje tradicionalmente de tono moderado y con buenos augurios. Así estaba ocurriendo ayer, incluso frente al faltazo oficial, al que no se hizo la más mínima alusión ni se lo buscó justificar. Hasta que llegó el inesperado final.
El repaso del año hecho por López Anadón había dejado algunas advertencias como para tener en cuenta:
- La paulatina aunque lenta caída de la producción de petróleo observada en 2006 sigue “una tendencia lógica por el mayor agotamiento geológico de los campos (...), pese a que se ha avanzado mucho y con grandes expectativas en la implementación de modernas tecnologías e importantes planes de inversión para recuperar reservas”.
- “Como resultado de una política impositiva favorable al gasoil, el consumo argentino triplica al de las naftas y ha superado la capacidad de refinación local, obligando a las empresas a recurrir a las importaciones para abastecer a sus clientes durante los picos de demanda.”
- “Como consecuencia de los precios bajos, el consumo energético crece a un ritmo mayor al de la actividad económica.”
- “El efecto conjunto de los altos precios internacionales de los hidrocarburos y la devaluación del peso produjo una fuerte presión sobre los precios locales de los combustibles, que deberían haberse alineado oportunamente con las paridades de exportación/importación”.
- “La distorsión de precios relativos se corregirá cuando las políticas monetarias y de control de inflación de estabilicen y la economía se ajuste a la nueva situación.”
Sin embargo, a la hora de plantear las soluciones, el dirigente empresario enfatizó que aumentar las reservas debe ser un esfuerzo compartido por empresas y Estado, y destacó como un avance las leyes de estímulo al sector y la reforma de la Ley de Hidrocarburos ampliando las facultades de jurisdicción de las provincias.
Así, con un tono de advertencia más que de reclamo, culminaba el evento, brindis y buenos augurios incluidos. Pero Eduardo Rocchi rompió el protocolo. Sin previo acuerdo de sus pares –luego aseguró que en la mesa le recomendaron no hacerlo–, tomó el micrófono y disparó un corto pero contundente discurso de solidaridad con Shell y su presidente, Juan José Aranguren. “Ha sufrido un permanente ataque de un funcionario que, según el presidente de la Nación, es más bueno que la perra Lassie, pero lamentablemente la experiencia del sector con el señor Guillermo Moreno es otra”, acusó. Y reclamó la reivindicación del empresario agredido.
Más tarde, abordado por los periodistas en medio de abrazos y felicitaciones de sus pares, el veterano dirigente dijo no entender la actitud del Gobierno frente a una empresa que “lo único que hizo fue fabricar un excelente combustible”. No quiso agregar más, salvo escudarse en su condición de “petrolero jubilado” y la falta de aprobación previa de sus pares, para eludir responsabilidades. Sonriente, siguió recibiendo múltiples felicitaciones. El clima entre los petroleros y el Gobierno, pese a los múltiples favores recibidos por aquéllos, no es evidentemente el mejor.
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